Anna-Eva Bergman, de norte a sur
La reflexiva obra de esta pintora nacida en Estocolmo llenará próximamente las salas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, para mostrar la unión entre las tonalidades nórdicas y la luminosidad española.
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Anna-Eva Bergman fue una retratista de naturalezas sugeridas, nunca muertas y siempre en constante movimiento y transformación.
La apasionantes formas que componen la paleta de esta creadora nacida en Estocolmo, y fallecida en Francia, crecen a partir de la experimentación, sin alteraciones intercaladas a lo largo de su proceso de modelado.
El pincel de la que fuera pareja del también pintor Hans Hartung procede simplemente a expresar el diálogo directo que mantiene con los paisajes a los que se enfrenta; y que guía con su aliento el pulso de la artista de ascendencia noruega, para que lo esencial quede atrapado en monocromías hipnóticas, y desbordantes de vida, luz y color.
Bajo el título de De norte a sur, ritmos, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (en colaboración con Bombas Gens Centre d’Art/ Fundació Per Amor a l’Art y la Fundación Hartung-Bergman) albergará a partir del 8 mayo (siempre que la pandemia del COVID-19 lo permita) una amplia selección del trabajo de esta mujer de amplio recorrido e inspiraciones expansivas, obsesionada con transmitir los mensajes de los lugares que alimentaban sus cuadros. Unos escenarios entre los que España (Almería y Menorca) gozó de un protagonismo especial.
Al acercarse a las obras de Bergman es posible percibir el interés de la creadora por captar los reflejos de los ríos, las tormentosas apariencias de los fiordos somnolientos, o las gradaciones frías y cálidas que definen el tránsito entre el norte y el sur de Europa.
ANNA-EVA BERGMAN Y SU VISIÓN DE LOS COLORES Y LAS FORMAS
Pese a que sus inicios estuvieron marcados por la figuración y los voluntarios lazos afectivos con la Nueva Objetividad, el virtuosismo que demostró Bergman para descomponer las líneas y las figuras le permitió acceder a la abstracción, sin artificios ni posicionamientos rocambolescos, a partir de la década de los cincuenta. Un giro aparentemente radical, pero muy lógico en el curso pictórico de la artista nórdica.
La capacidad con la que desnudaba las escenas, los grises y las sombras, las encaladas paredes de los edificios y los soles difuminados favoreció el citado cambio en su estilo; muy en la línea del que ejercitaba su pareja sentimental: el también pintor franco-alemán Hans Hartung.
La evolución plástica de Anna-Eva B. transformó su manera de percibir los entornos y los escenarios que visitaba, y a los que retrató con imaginación y pigmentos épicos, mediante la acumulación de piezas básicas (líneas y círculos, principalmente). Eso le dio pie para elaborar un sentido de la abstracción diferente del habitual, como si se tratara de un paso más allá en la desestructuración de las gamas de color iniciadas por los impresionistas y fauvistas.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, apoyado por el experto juicio de las comisarias Nuria Enguita y Christine Lamothe, propone adentrarse en los laberintos emocionales y apasionados de esta brillante paisajista; cuyos trazos iban destinados a congelar la esencia de los aromas y los haces lumínicos, más que a dejar constancia exacta de un decorado concreto.
En definitiva, una fórmula activa que explica el impactante ritmo que emiten las variaciones geométricas esgrimidas por la paleta de Anna-Eva Bergman.
Nota: El Museo Centro de Arte Reina Sofía tiene previsto inaugurar la exposición de Anna-Eva Bergman el próximo 8 de mayo, en caso de que remita la pandemia provocada por el COVID-19.
Más información en
https://www.muesoreinasofia.com
