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Wim Wenders aplica la tecnología tridimensional al drama intimista “Everything Will Be Fine“. Trabajo que da un significado más polivalente al Cine en 3D.
La culpa es un sentimiento asociado a esa extraña particularidad humana llamada conciencia.
El poseer o no tal cualidad, destinada para reconocer las malas acciones cometidas, es lo que hace que un individuo tenga , o no, empatía social.
Dentro de semejantes territorios de pecaminosos trances es por los que se mueve la nueva película de ficción del director germano Wim Wenders (Düsseldorf, 1945), un filme plagado de caminos pedregosos que responde al sarcástico lema de “Everything Will Be Fine“.
En él, un escritor (Tomas Eldan) vive su particular infierno, al matar por accidente a un niño. El silencio de doce años -en torno a lo que él intenta ver como un atropello fortuito- hará de su existencia un infierno, donde las llamas de la culpabilidad asumida consumen su tranquilidad, y la paz que nunca logró alcanzar desde entonces.
Con esta producción, el responsable de “París, Texas” (mítica obra que cumplió en mayo treinta primaveras) regresa a la actualidad a través de un género diferente al del documental, y que le dio sobrada popularidad en los ochenta y los noventa.
WIM WENDERS, EN BUSCA DE UN LENGUAJE AUDIOVISUAL TECNIFICADO
Escuchar al autor de “El cielo sobre Berlín“ disertar con los periodistas sobre el futuro del Séptimo Arte puede retrotraer a las audiencias a una época relativamente pretérita, en la que gente como Peter Greenaway y Mike Figgis proclamaban que el invento de los hermanos Lumière estaba llamado a desentenderse del componente temático.
Las décadas transcurridas desde entonces parecen haber situado la pelota de la innovación en un campo bastante más diferente que el meramente artístico. Tesis de filosofía rectora que ahora sitúan la clave evolutiva en el aspecto tecnológico. Y ahí es donde incide la grabación de “Everything Will Be Fine“.
Admirador sin reservas del 3D (técnica que trató en profundidad durante la elaboración del sorprendente documental “Pina“), Wenders ha escogido ser el primero de los creadores en rodar un drama con este sistema de exhibición, más propio de los largometrajes de efectos especiales que de las historias de planos continuos y ritmo secuencial pausado.
La tragedia es para el germano un género que se ajusta a la tridimensionalidad tan bien como lo pudiera hacer una aventura de superhéroes.
Tesitura profesional que convierte a Benoît Debie (responsable de la fotografía del largo) en uno de los protagonistas más destacados de un proyecto con ambiciones considerables; y que cuenta en su reparto con James Franco, Rachel McAdams, Charlotte Gainsbourg y Marie-Josée Croze.
Con una visión de características tan espectaculares, llama la atención que el guion construido por el nórdico Bjorn Olaf Johannessen no sea de los que demanden habitualmente un apoyo técnico tan caro, como el usado por el teutón.
Presupuesto que ha podido ajustarse convenientemente al haber escogido las calles de Montreal, como localización central de la película: urbe canadiense cada vez más célebre como paisaje de celuloide, merced sobre todo al trasvase -por razones económicas- de muchos rodajes de Estados Unidos a la tierra de la Policía Montada.
Salga bien o no la apuesta en taquilla de Ernst Wilhelm Wenders por encauzar sus teorías de futurismo audiovisual, lo cierto es que siempre es agradable que alguien de su categoría asuma riesgos en una industria un tanto pacata para definir alternativas de supervivencia.
Más información en http://www.wim-wenders.com
