Cristino de Vera se refugia en la luz
El pintor canario inaugura en Madrid "La luz en la pintura": una muestra de objetos profundos, que protagonizan los universos deslumbrantes y reflexivos de este creador histórico.
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Cristino de Vera lleva décadas desgranando las múltiples facetas de los espacios luminosos; esos lugares de la imaginación que tornan su fisonomía con un simple cambio de perspectiva, y que hipnotizan el intelecto con su capacidad para perforar los racionalismos de hierro.
El puntillismo singular de las obras del artista canario refleja axiomas alimentados con píxeles de paletas ansiosas por contar historias, siempre deudoras de las obsesiones de este arquitecto de poesías reflexivas. Y lo que resulta de ello es como una figurada ciudad de fachadas camaleónicas, en la que el dibujo y los pliegues de cromatismos cegadores conforman pilares de blancos traicioneros, y arcadas de grises ambivalentes.
Esas sensaciones de pensamientos atmosféricos vuelven a concitarse en la madrileña Galería Fernández-Braso (Calle de Villanueva, 30), dentro de la exposición La luz en la pintura: título con el que De Vera define el paseo por la vida y la muerte que proponen sus últimas experiencias plásticas, nacidas como declaraciones honestas de un forjador de cuentos al borde del abismo.
La aparente exactitud con el que el pintor tinerfeño reproduce sus personales bodegones suscita un evidente aroma de clasicismo virtual, aunque en el trasfondo pervive el anhelo por ir más allá de lo que se observa a simple vista. Así es como el octogenario creador ha vestido su extenso currículo de tinturas y telas, de cuartillas y aglutinantes, de cotidianeidades y descomposiciones voluntarias.
CRISTINO DE VERA DESPIERTA LA IMAGINACIÓN
Pese a estar inmerso en una época de vanguardias calóricas durante sus inicios en la profesión, Cristino de Vera permaneció fiel a su instinto como amante de un arte cercano a sus impulsos individuales, destinados a aunar línea y verso, gesto y rima.
Los cuadros del autor tinerfeño ilustran la pasión por abordar temas tan precisos y angustiosos como el de la muerte y el paso del tiempo, con la incorporación permanente de diversos objetos asociados a estos conceptos, como las calaveras, las velas de santuario, las crucifixiones, o las flores con aroma a letanías marchitas.
Ese apego hacia el fin de la existencia choca frontalmente con la claridad abundante que transmiten sus secuencias congeladas, y que reflejan los eternos interrogantes sobre el sentido de la oscuridad al alcanzar el cénit vital.
Los paisajes humanizados de Cristino de Vera no poseen el componente sobrenatural de los bodegones de Francisco de Zurbarán; pero invitan igualmente a pernoctar en las estancias del olvido, con la única armadura del recuerdo perenne y frágil, proporcionado por las realidades deconstructivas.
La luz en la pintura desborda emociones de pincel y grafito, y propicia el reencuentro con el pulso clarificador y emulsivo de este buscador incesante de conversaciones suspendidas en el espacio y el tiempo.
Nota.- La luz en la pintura estará abierta en la Galería Fernández-Braso, del 21 de marzo al 25 de mayo de 2019.
Más información y horarios en
https://www.galeriafernandez-braso.com
