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Roland Emmerich acaba de finalizar el montaje de Stonewall, un largo que narra los disturbios ciudadanos acontecidos en Nueva York, a finales de los sesenta.
El 28 de junio de 1969, el Greenwich Village neoyorquino se convirtió en un escenario de guerra.
Al grito común en favor del reconocimiento de los derechos de los colectivos de gays y de lesbianas, miles de personas denunciaron en unión la persecución que los agentes de la ley ejercían contra estos ciudadanos, sometidos a multa y prisión solo por expresar públicamente su orientación sexual.
Enfocados en el mítico edificio conocido como Stonewall Inn, los disturbios y el caos general se adueñaron por unas horas infernales de la Gran Manzana, mientras la historia escribía con la sangre de los oprimidos una de las páginas esenciales en pos de las libertades universales.
El director germano Roland Emmerich ha querido revivir esas jornadas de tensión, en Stonewall: una movie que viene a refrescar la memoria de un pasado demasiado reciente, y a la que ha transformado en formato de guion, el televisivo Jon Robin Baitz (Cinco hermanos, El ala oeste de la Casa Blanca).
ROLAND EMMERICH Y SU COMPROMISO SOCIAL
Hasta las primeras marchas en 1970, en Estados Unidos se vivía el miedo social por asumir -o confesar- la atracción entre personas de un mismo sexo. La cárcel o las fianzas condenatorias, aparte de las redadas, eran las normas de presión habituales, y habían desplazado a los que sentían las mencionadas tendencias al campo de la marginalidad.
En ese ambiente de drogas y delincuencia es en el que inserta su aventura Danny Winters (Jeremy Irving), el personaje principal de Stonewall. El citado chico llega a la urbe de la Estatua de la Libertad con la esperanza de hallar un futuro mejor. Carente de dinero, el joven consigue alojamiento en el Stonewall Inn: inmueble regentado por la mafia, y en el que se concentran los outsiders de una metrópoli sólo preocupada por los comportamientos conforme a las normas mayoritarias.
En su nuevo hogar, el protagonista traba amistad con tipos de diversos comportamientos y peculiares circunstancias, tales como el amigable Trevor (Jonathan Rhys Meyers) y el oscuro Ed Murphy (Ron Perlman). Pero lo que más llama la atención a Danny es el ambiente enrarecido y violento que impera en la zona. Una tensión que estallará ante el asalto policial, bautizado por las enciclopedias con el nombre de The Stonewall Riots.
Roland Emmerich sumerge sus cámaras en esa conflictiva época, acompañado de un espíritu más combativo que documentalista. Una actitud que choca frontalmente con el camino emprendido por el creador Nigel Finch, en Stonewall: el filme póstumo del inglés estrenado en 1995, en el cual reflejó los mismos hechos que el germano.
ROLAND EMMERICH ESTÁ AHORA CON LOS EXTRATERRESTRES
Pero las revueltas sociales no son las únicas batallas que le esperan al responsable de 2012; ya que el teutón se encuentra desde hace unos meses en Nuevo México, donde graba la secuela de Independence Day.
Con esta obra, Emmerich imperó en las taquillas planetarias durante la temporada de 1996, y todo gracias a una espectacular invasión alienígena. Precisamente, sus excelentes resultados han sido los principales avales para que la Fox financiara sin problemas esta nueva entrega, en la que los seres venidos de otras galaxias ponen una vez más en jaque a los herederos de Adán y Eva.
Sin Will Smith en el reparto, Independence Day 2 otorga el protagonismo al solicitado Chris Hemsworth, quien se viste el traje de guerrero para preservar a la raza humana. A su lado, Maika Monroe lidera un elenco al que regresan -en sus papeles originales- Jeff Goldblum, Bill Pullman, Vivica A. Fox y Judd Hirsch. Mientras que por el lado de las incorporaciones destaca la presencia de Charlotte Gainsbourg, Sela Ward y Joey King (la joven actriz de Asalto a la Casa Blanca, también está presente en la trama de Stonewall).
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