Mel Gibson explota la faceta de padre coraje
Mel Gibson se mete en la piel de un daddy que conoce muy bien cómo desencadenar la violencia adecuada; sobre todo cuando está en peligro su propia familia.
El neoyorquino más australiano del cine actual ya no viste de cuero, ni pega tiros a los automovilistas enloquecidos disfrazado de Mad Max. Esas tareas las ha dejado para un sucesor tan digno como el británico Tom Hardy.
Ahora, el otrora tipo del “arma letal” anda en busca y captura de un convincente y duradero reciclaje profesional, motivado ligeramente por la edad. Aunque el protagonista de El año en que vivimos peligrosamente tampoco acredita aún un número excesivamente elevado de velas en su tarta de aniversario (le han caído 59 inviernos). No obstante, sea por la causa que sea, los trabajos del oceánico de adopción se han ido espaciando en el tiempo. Y eso no le gusta al guerrero de Gallipoli.
Sin embargo, Mel Gibson no se rinde; y, si Liam Neeson ha podido resucitar por el camino de la acción: ¿por qué él no iba a conseguir una hazaña semejante? Ganas no le faltan al sex symbol ochentero.
En esa línea de reinvención artística va su último proyecto: una activa movie titulada Blood Father, que dirige el francés Jean-François Richet (Asalto al distrito 13).
MEL GIBSON, EN PLAN ÁNGEL DEL INFIERNO
La homónima novela del californiano Peter Craig (escritor que porta el combativo ADN de la actriz Sally Field) sirve de base al guión firmado por Andrea Berloff; el cual transita por una senda algo parecida a la dibujada en el filme Único testigo.
La trama de Blood Father centra su discurso en la figura de un exconvicto y motero vocacional, llamado John Link (Mel Gibson). El hombre se gana los garbanzos como director de una tienda de tatuajes, que regenta desde la cocina de su hogareño tráiler. Tras salir de prisión, la existencia de JL está en caída depresiva, y solo tiene el lazo consanguíneo de su hija adolescente: Lydia (Erin Moriarty).
Pero el dicho suele aseverar que de tal palo, tal astilla; refrán que cumple su veracidad en el caso de Link y su pequeña. La gachí de diecisiete tacos es un imán para los líos. Metida desde niña en asuntos un tanto delictivos, la situación llega al límite cuando la joven ve cómo su novio comete un asesinato.
Perseguida por todos, el padre de Lydia tendrá que volver al lado salvaje de la ciudad, únicamente para proteger a su vulnerable girl de una muerte segura.
Los paisajes desérticos de Alburquerque, en Nuevo México, componen la geografía arquitectónica de esta aventura en formato de celuloide orquestada en torno a Gibson. Un viaje caluroso y envenenado que la estrella de Braveheart emprende al lado de Diego Luna (Jonah), William H. Macy (Kirby Curtis), Elisabeth Röhm (Ursula), Thomas Mann (Jason) y Erin Moriarty (Lydia).
Puede que John Link no sea tan atlético como Mad Max, pero el veterano Mel parece no haber perdido el fuelle de perdonavidas; y eso a pesar de la bajada de su popularidad mediática. Tal vez, los duros de siempre posean un gen especialmente concebido para las resistencias arriesgadas…
Más información en