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Mr. Holmes, de Bill Condon, dibuja al detective ideado por Arthur Conan Doyle como un hombre cercano a la centena, con mucho más pasado que presente.
Hay personajes de papel que se resisten a permanecer en los mundos marginales de la tinta verbalizada. Y el ilustre inquilino del 221B de Baker Street es uno de ellos.
La estación del metro londinense dedicada a su memoria y el museo albergado en el piso donde supuestamente pasó sus días de morfina y gloria así lo indican. Pero, quizá, la mayor prueba de su existencia más allá de las páginas y de lomos de los libros sea la de su capacidad para envejecer.
Pese a que Arthur Conan Doyle le otorgó -después de 56 aventuras- la dignidad de la agilidad eterna, el estadounidense Mitch Cullin (Santa Fe, Nuevo México, USA, 1968) no ha podido resistir la tentación de imaginar cómo sería el mítico Sherlock Holmes en su vetusta ancianidad. Fruto de tales anhelos surgió la novela Un sencillo truco mental (Vía Magna, Crecendo), que ahora desembarca en las carteleras planetarias en formato de celuloide.
Una traducción a imágenes en movimiento simplemente titulada Mr. Holmes.
MR. HOLMES ECHA DE MENOS A LOS SUYOS
El neoyorquino Bill Condon (Dioses y monstruos) dirige esta singular aproximación al detective decimonónico (la primera aparición de SH está fechada en 1887), con un toque crepuscular y nostálgico que impregna todo el metraje de la movie.
Según el libreto, la acción comienza en 1947, cuando Sherlock cuenta la friolera de 93 inviernos. Alejado voluntariamente de la investigación policial, el hombre vive su rutina en una aldea de Sussex, únicamente interesado en el cuidado diario de su colmena de abejas.
En su retiro, el antiguo investigador está acompañado por su ama de llaves y por el hijo de esta: un niño con la mente abierta llamado Roger, al que el protagonista considera como el vástago que nunca tuvo. Sin embargo, un antiguo caso de hace cincuenta años hará que Holmes se ponga nuevamente en marcha, aunque con muchos más achaques de los que padecía en su pretérito más luminoso.
Sir Ian McKellen es el actor escogido para poner el rostro arrugado y cargado de silencios de este ancestral Sherlock, al que solo le quedan los espejos retrovisores para alimentar su vehículo vital. Una hazaña arriesgada y terminal en la que recibe el apoyo del debutante Milo Parker (en la piel del pequeño Roger), Laura Linney (Mrs. Munro), Philip Davis (Inspector Gilbert) y Colin Starkey (Doctor Watson).
El escenario donde transcurre Mr. Holmes ya no es el cosmos en el que se movía con soltura el insigne héroe contra el crimen, al estilo del que puso en las calles Arthur Conan Doyle. Las dos guerras mundiales han malogrado la geografía humana, y el detective está como en reposo: en espera continua para recuperar la calma de los camposantos soñados. Un territorio de ánimas embaladas en relatos, donde le tienden alfombras rojas el estirado Mycroft, la dicharachera Sra. Hudson y el inimitable Doctor Watson.
Espectros y amores perdidos son los ingredientes de este regreso a la actualidad del inquilino del 221B de Baker Street. Con ellos, el equipo de la película compone un canto de cisne en el que las notas las pone una de las mejores mentes de cuantas han poblado el género de misterio. Un señor con pipa entre los labios y mirada de halcón que fue capaz de poner en jaque al maquiavélico Moriarty (asesino sepultado por las décadas transcurridas).
Mientras, en la lejanía, es posible distinguir un camino pedregoso de avatares mediáticos; el cual enfatiza McKellen con sus rasgos, hasta alcanzar el grito de la desesperación… Siempre maquillado con la gestualidad de los caballeros desbordantes de misterios.
Official Teaser Trailer. Movieclips
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