Paul McCartney visita a los faraones
Macca extiende su leyenda en el mundo de la música, con el decimoctavo álbum de su carrera como solista: un disco con múltiples fisonomías sonoras, que lleva por título "Egypt Station" (Capitol Records).
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Paul McCartney ha escapado a su propios vaticinios de futuro, cuando se veía jubilado a la altura de la vida en la que se halla en estos momentos.
El compositor de Yesterday no entiende de retiros dorados ni de regresiones constantes a los éxitos deslumbrantes de su carrera pretérita; sino que desea abordar el presente, con trabajos que le permitan mantener la llama enfocada hacia su auténtica pasión existencial: la música.
Por eso, cinco años después del un tanto descafeinado New, el cantante inglés regresa al mercado con una creación hecha a la medida de alguien que no busca laberintos complicados en sus melodías, ni profundidades abismales para sus líricas pegadizas. Un disco que nació de una pintura inacabada, y que lleva por título Egypt Station (Capitol Records).
Junto al productor Greg Kurstin (asociado con muchos de los hits de Pink y de Adele) y al ingeniero Geoff Emerick (antiguo conocido desde su etapa en The Beatles), Sir Paul diseña con cuidado un universo de notas diversas, en las que late con fuerza el corazón inspirado de un tipo que nunca se cansa de acariciar las teclas de su piano, o de lubricar las cuerdas de su inmortal bajo.
PAUL McCARTNEY SABE DE QUÉ VA LA COSA
Las más de cinco décadas que acumula el currículo de este genio nacido en Liverpool permiten a James Paul McCartney salir airoso de cualquier empresa artística en la que se ve metido; y eso se percibe claramente en esta colección de giros constantes, que conjuntan el discurso sinfónico de Egypt Station.
Desde las coordenadas pletóricas de Despite Repeated Warnings a las texturas calóricas de Back in Brazil, la totalidad de piezas que componen el disco resultan verosímiles y creíbles, estimuladas por la voz algo cascada de un Macca que todavía conserva los ecos juveniles del chaval de For No One.
A lo largo de la escucha de Egypt Station, se antojan como especialmente hipnóticos temas del calibre de Hunt You Down/Naked/C-Link; donde McCartney comienza con el fondo de una estación de trenes, autobuses o metro, para continuar con los acordes guitarreros propios de un roquero impenitente y rebelde (los paraísos eléctricos que emula a mitad del corte son realmente admirables).
Aunque, pese a la apuesta por el cambio, existe una savia rectora en la espina dorsal de esta obra, que la sitúa dentro de la órbita reconocible del tipo que ideó el armazón (junto a John Lennon, George Harrison y Ringo Starr) de los inolvidables The Beatles.
Ante semejante arsenal de talento y ganas por seguir adelante, solo cabe pedir la correspondiente gira de este interminable trovador no hecho para la nostalgia, llamado Paul McCartney.
Más información en
https://www.capitolrecords.com
