Los últimos Jedi, el regreso de Luke
La segunda parte de la nueva trilogía de "Star Wars" consigue elevar el tono melifluo de "El despertar de la fuerza".
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Los últimos jedi tiene una serie de ingredientes audiovisuales que George Lucas se encargó de potenciar a lo largo de las seis películas que conformaron su legado cinematográfico, y que el equipo comandado por J. J. Abrams ha tomado prestados con irregular eficacia.
El primer episodio de este regreso de los jedi y de los rebeldes en interminable conflicto con el mal, titulado El despertar de la fuerza, desplegó sensaciones un tanto descafeinadas y algún que otro bostezo en el patio de butacas; motivados sobre todo por el endeble argumento que sustentaba la galería de personajes ideados en este tercer milenio.
Sin embargo, la recuperación de tipos con la pegada añeja de Han Solo, Luke Skywalker y la princesa Leia consiguió elevar un poco la factura por el lado de la nostalgia taquillera.
Precisamente, ese apego a la historia que comenzó en una galaxia muy lejana en 1977 lo reclama para sí igualmente Star Wars: Los últimos jedi; aunque lo hace de manera algo diferente a su predecesora.
Mientras que en El despertar de la fuerza las asociaciones con el pasado fílmico del serial se efectuaron por el lado de la construcción de un Han Solo y una princesa Leia envejecidos, pero aún con la llama candente de la lucha pretérita en su interior; en The Last Jedi la opción pasa por desencadenar el sentimiento afectivo a través de la reconocible iconografía, y de los acoples a escenas y situaciones planteadas anteriormente en La guerra de la galaxias, El imperio contraataca y El retorno del jedi.
Para lograr esas cuotas de afinidad con el público, el director Rian Johnson se apoya en un papel tan jugoso como el de Luke Skywalker, y lo somete a un lavado de cara existencial que le acerca más al Obi-Wan-Kenobi de La guerra de las galaxias que al chaval con poderes que el actor Mark Hamill (ahora con sesenta y seis primaveras) encarnó cunado estaba en la veintena.
LOS ÚLTIMOS JEDI Y EL FANTASMA DE GEORGE LUCAS
Desde los acordes iniciales de la banda sonora creada por John Williams, hasta el fondo planetario utilizado, cada plano y fotograma en la obra de Johnson está sometido a un continuo bucle espacio/tiempo, en el que las conexiones con los filmes pasados es inevitable y reconocible.
Abrams ya fue consciente de ello cuando, ante la falta de calado de los nuevos personajes, observó que Han Solo y Leia se llevaban toda la expectación en El despertar de la fuerza. Algo que sucede en Los últimos jedi con Luke Sywalker, Leia, Yoda, C3PO y R2D2; aunque la pirueta imaginativa del guion hace que el efecto no sea tan acentuado como en la movie firmada por el responsable de Star Trek.
Un antídoto claramente beneficioso que el libreto consuma al proponer una especie de juego de reencarnaciones asumidas.
De esta manera, Kylo Ren (Adam Driver) se transforma por momentos en un Darth Vader meditabundo y furioso, Rey (Daisy Ridle) parece caracterizada como una mezcla entre Leia y Luke, y Poe Dameron (Oscar Isaac) agarra el camino de un Han Solo mucho menos solícito a la delincuencia que el rol encarnado hace cuarenta años por Harrison Ford.
Pero no solo los papeles de los humanos están diseñados con esta fórmula de espejo retrovisor, ya que muchas de las secuencias parecen igualmente inspiradas en los títulos clásicos de la saga.
Escenas como la persecución del Halcón Milenario en El retorno del jedi, la infiltración de Solo, Skywalker y Chewacca en la Estrella de la Muerte para salvar a Leia en Una nueva esperanza, el ataque de las tortugas gigantes de El imperio contraataca, o la aportación de los simpáticos Ewoks de El retorno del jedi están más o menos presentes en Los últimos jedi (eso sí, convenientemente enmascaradas en contextos actualizados).
Todo un punto a favor de una cinta que sobrevive gracias al inextinguible recuerdo de sus hermanas pretéritas, y que vuelve a utilizar el emblema de “que la fuerza te acompañe” como leitmotiv.
Tráiler oficial de Los últimos jedi, por Star Wars
