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La peste es el título de la inversión más ambiciosa de la plataforma de pago Movistar Plus, de cara a la programación del próximo mes de diciembre. Una producción de época, que cuenta con un presupuesto cercano a los diez millones de euros.
A lo largo de seis capítulos, Alberto Rodríguez (La isla mínima) narra la historia de un condenado a muerte por el Tribunal del Santo Oficio, quien puede conseguir la redención si descubre al autor de unos cruentos asesinatos.
Entre los intérpretes principales se encuentra el humorista y director Paco León, al que acompaña el enérgico Pablo Molinero (Terrados).
En la centuria del 1500, las riberas del Guadalquivir eran un cúmulo de religiones, credos, culturas y gentes de toda condición humana y social.
Por los adoquines de andaluces trazos, Europa y Oriente dirimían sus pecados bajo el agua bendita de iglesias perfumadas con incienso, mientras las llamas de la Inquisición consumían con avidez la cera de los herejes.
Dentro de este ecosistema de devaneos lujuriosos y licitaciones dogmáticas, la peste bubónica hizo su aparición sin avisar, y sembró con celeridad el miedo entre los incautos y perdidos habitantes de la cuna ferial.
Semejante punto de partida, a medias entre la salvación piadosa y los infiernos de las epidemias destructoras, es el que nutre el guion original de Rafael Cobos, titulado simplemente La peste (no confundir con el homónimo texto de Daniel Defoe).
Libreto que ha inspirado al cineasta Alberto Rodríguez para ponerse al frente del proyecto más costoso de cuantos ha afrontado como productora el canal de pago Movistar Plus.
Un nutrido equipo de técnicos e intérpretes copan desde hace unas semanas la capital andaluza, donde transcurre la mayor parte de la acción del serial.
Aunque, después de grabar en lugares tan emblemáticos y reconocibles como la Casa de Pilatos, las cámaras tienen también previsto completar la filmación en localizaciones de Extremadura y de Huelva.
LA PESTE Y EL NACIMIENTO DE UNA TENDENCIA
Con un look similar al de clásicos del séptimo arte del estilo de El nombre de la rosa, el proyecto toma la savia rectora del género del thriller criminal, para enganchar a los espectadores con sus imaginativos laberintos.
De esta manera, la mezcla efectiva de enfermedades apocalípticas con las psicopatías particulares de un serial killer son los engranajes de un argumento que aprovecha igualmente el humor y la picaresca de la época.
Un esquema formal que llamó la atención del valorado Alberto Rodríguez, quien se puso a trabajar de inmediato con las personas con las que habitualmente colabora en sus obras para la pantalla grande.
A modo de puzle a lo Agatha Christie, la trama arranca con un encargo misterioso y siniestro: el que le hace el Santo Oficio a un condenado a muerte, llamado Mateo. La misión consiste en que todos los delitos interpuestos al reo le serían revocados, si el tipo consigue aclarar unos salvajes homicidios sucedidos en la urbe hispalense.
Cristianos, judíos conversos, moriscos, esclavos, libertos, pícaros, ladrones, prostitutas, nobles y plebeyos; la fauna con la que se topa el protagonista es variada. Un paraíso de perversiones y sospechas, que obliga al perspicaz detective a tener los ojos muy abiertos, siempre atento para no acabar afectado por el contagioso mal que asola la ciudad de La Giralda.
130 localizaciones, cientos de extras, kilómetros de telas disfrazadas con renacentistas toques, diez millones de euros en la saca y platós de milenaria prestancia son algunos de los datos que avalan a esta creación para la pequeña pantalla, que antecede a un plan de inversiones mucho más extenso, programado con esmero por Movistar Plus.
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