David Lynch aclara su mundo creativo
El director de "Twin Peaks" descubre sus obsesiones y el germen de su inspiración, en "Room to Dream" (Penguin Random House).
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David Lynch es como un eterno viajante por mundos esotéricos y laberínticos, los cuales han dejado su simbolismo profundo en filmes de gran riqueza audiovisual.
El responsable de la malsana atmósfera de Terciopelo azul (1986) y de los subterráneos psicopáticos de Inland Empire (2006) ha conseguido forjarse un currículo escurridizo y misterioso, a base imágenes; un cosmos de atracciones hipnóticas, que converge en su peculiar manera de entender el arte.
Potente y excesivo en cuanto a su ideario creativo, Lynch desvela en Room to Dream (Penguin Random House) algunas de las claves e inspiraciones que han provocado el derroche de energía surrealista que inunda la mayoría de sus obras. Unas confesiones que Kristine McKenna recoge con el ansia de los buscadores de oro, para dotar de corporeidad la vaporosa y desafiante mente de un autor inclasificable y genuino.
Pintor antes que director de cine, el responsable de la excelente El hombre elefante (1980) se presenta ante los lectores -través del texto diseñado por McKenna- como un sujeto difícil de etiquetar, incluso para los que le han acompañado en momentos determinantes de su existencia.
La versatilidad de Lynch, a la hora de enfocar los proyectos que tiene en el pensamiento, hace que en cada uno de sus trabajos se puedan localizar conexiones de mestizaje e hibridación en las técnicas artísticas.
Un tejido de múltiples evocaciones y estilos que complica el mensaje, y dota al producto final de una factura plástica caleidoscópica, y de notable carga emocional y misteriosa.
DAVID LYNCH Y SU APEGO AL SIMBOLISMO
Desde su primera película como director, la inaccesible y enfermiza Cabeza borradora (1977), el camino emprendido por DL le ha guiado por una senda pletórica de pistas subliminales, destinadas a exhibir paisajes de rocambolescos horizontes y lecturas múltiples.
Tales sensaciones están explicadas en Room to Dream por la formación como pintor del creador nacido en Montana, anterior a su etapa como cineasta. El acceso de Lynch al séptimo arte se produjo entre lienzos, y deseos de comprender el proceso de rodaje como si se tratara de un cuadro en continuo movimiento; dotado de vida propia, y sujeto simplemente a las libertarias expresiones de quien maneja la cámara.
Una idea que confluye claramente con el concepto de maestros como Pablo Picasso y Jean Cocteau, cuando intentaron concebir espectáculos teatrales y cinematográficos al compás de pinturas enlazadas.
Room to Dream recoge semejantes accesos, de sueños trasladados sin intermediarios a la escaleta del storyboard, y los explica como lejanos remanentes de su infancia. Durante su niñez, DL viajó de una localidad a otra de Estados Unidos, acompañado por su padre científico y su madre profesora. Precisamente, de la herencia paterna es posible entender parte del interés que muestra el ex de Isabella Rossellini por la naturaleza de los objetos y la anatomía de los seres vivos, muy presente en filmes como Terciopelo azul, El hombre elefante y Corazón salvaje.
Estos elementos se unen a muchos otros, cual si fueran teselas de un inmenso mosaico de corrientes e intenciones cambiantes. Y lo que resulta de la interacción entre los citados ingredientes es el planeta de imágenes que firma el responsable de Twin Peaks; siempre en evolución, y con la única necesidad de apresar la mirada del que observa el aquelarre propuesto.
Nota.- Room to Dream (Penguin Random House) saldrá a la venta el próximo 12 de junio de 2018.
Más información en
https://www.penguinrandomhouse.com
