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El 19 de abril de 1993, los noticiarios del planeta pusieron a Waco en el mapa. En esa nefasta fecha, encerrados en un rancho texano bautizado como Centro Monte Carmelo, 69 adultos y 17 menores –según las cifras dadas a los medios de comunicación por el FBI- perecieron abrasados por la llamas. Un suicidio colectivo, pactado por el fanatismo de los integrantes de la secta de los davidianos, fue la causa que se dio como detonante de la tragedia humana. Aunque el principal artífice de la masacre respondía a la identidad de Vernon Wayne Howell, más conocido como David Koresh, (Houston, Texas, USA, 1959- Waco, 1993).
Los agentes que participaron en el asalto confesaron que, cuando entraron en la devastada propiedad, el horror se apoderó de ellos; a pesar de sus curtidas carreras como servidores de la ley. Casi veinte años después de tan dramático acontecimiento, el director de origen británico Rupert Wainwright trabaja para dar su versión cinematográfica de uno de los hechos más impactantes y sobrecogedores de las últimas décadas del siglo XX. Waco es el título que reza para englobar una producción en la que el realizador de Otro país y del remake de La niebla, de John Carpenter, (Terror en la niebla) pretende recrear la alucinada personalidad del autonominado profeta de la organización -supuestamente espiritual- de los davidianos, escindida en la época de los cincuenta de la La Vara del Pastor y fundada originalmente por Victor T. Houteff.
El versátil actor Giovanni Ribisi (Los Ángeles, California, 1974) es, al parecer, el elegido por el creador inglés para dotar de físico al mortífero predicador, que llegó a proclamar -entre otros propósitos- su deseo de agenciarse 140 esposas (a las que él calificaba como reinas y concubinas). El intérprete angelino se halla en estos momentos finalizando la grabación de Contraband (el debut en USA del islandés Baltasar Kormákur, quien ha reunido un elenco en el que, además de Ribisi, están Mark Wahlberg y Kate Beckinshale); pero, por sus opiniones vertidas en algunos mass media, no le desagrada para nada el sustancioso proyecto de Wainwright.
Un presupuesto calculado en unos treinta millones de dólares y localizaciones en Detroit, Michigan, son los datos económicos y técnicos más llamativos de esta obra, que cuenta a su favor con un material que desprende energía escénica en cada diálogo y secuencia. Con una historia como la de Koresh, el director europeo tiene mucho que contar; sin embargo, el asalto promovido por la Agencia del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos contra el inmueble en el que el gurú realizaba sus actividades seguramente será el verdadero leitmotiv de la película, en la que también tienen papeles destacados Kurt Russell (Springfield, Massachusetts, 1951), John Leguizamo (Bogotá, Colombia, 1964), Sharon Stone (Meadville, Pennsylvania, 1958) y Adrien Brody (Nueva York, 1973). El marido de Goldie Hawn, y estrella de filmes como Golpe en la pequeña China, dará vida al negociador del FBI, Byron Sage; por su parte, Stone hará lo propio con la davidiana y fallecida en el incendio Judy Schneider, y Brody se encargará del papel de la mano derecha del líder de la secta, Steve Schneider (todavía no se sabe el nombre del personaje de Leguizamo).
Junto a las imágenes de archivo y de los informativos televisivos, Wainwright y el debutante guionista James Hibbert han tenido la posibilidad de montar su argumento después del visionado de dos documentales particularmente exitosos y más que meritorios. Waco: A New Revelation (Jason van Vleet, 1999) relató lo acontecido desde la perspectiva testimonial del personal gubernamental que tomó partido en el asalto (Gene Cullen); así como de algunos supervivientes a la catástrofe, que seguían los dictados de Koresh (Misty Ferguson, Misty Riddle y Rita Riddel). En una línea parecida, Waco: Rules Of Engagement (William Gazecki, 1997) ahondó en el aspecto del realismo, a través de descarnadas declaraciones del sheriff Jack Harwell y de davidianos como Clive Doyle. Gazecki fue nominado al Oscar en el apartado de Mejor Documental en 1998 por su excelente trabajo.
En cuanto a las cintas con actores, la televisión ha sido el medio habitual en el que se han desplegado las aproximaciones sobre el hiriente relato que condujo a la matanza de 1993. De entre estas filmaciones en formato de pequeña pantalla sobresalen Assault On Waco (Neil Rawles, 2006), con Kal Weber como Koresh; y el episodio titulado David Koresh, perteneciente al serial Final 24, de Michael Allcock, con el canadiense John Tokatlidis como protagonista.
Muchas han sido las teorías que han intentado explicar el comportamiento desquiciado de David Koresh. Desde una infancia marcada por la desestructuración familiar (nunca tuvo un padre al que dar cuentas de sus actos, y su madre adolescente no fue un verdadero soporte a lo largo de su existencia) a una presunta violación cuando era solamente un niño, las más diversas y rocambolescas tesis de análisis psicológico han procurado acercarse a la manipuladora mente del suicida natural de Houston. No obstante, aún no se ha determinado una explicación coherente, ni desde el aspecto psiquiátrico, que dote de cierta luz el irracional devenir destructivo de este hombre, que incluso estaba planeando su bestial acción en Waco tiempo antes de producirse el asedio federal.
Un individuo peligroso y altamente inestable es como le veían las autoridades estadunidenses, que anteriormente a 1993 estudiaron detenerlo -a él y algunos de sus más adeptos seguidores- por acusaciones de pederastia y corrupción infantil. Pero los recovecos judiciales hicieron que no se pudiera procesar por tales implicaciones al siniestro tipo de pensamiento apocalíptico, ni siquiera se consiguió sentarle en el banquillo por haber contraído matrimonio (en segundas nupcias) con una cría con menos de tres lustros de edad.
Al final, lamentablemente Koresh se salió con la suya; y el mundo se sorprendió una vez más con las consecuencias del grandilocuente egocentrismo de un ser de estas características. Sin duda, Wainwright tendrá presente todos los frentes para ser lo suficientemente contundente con semejante argumento, tan problemático como profundamente descorazonador para la Humanidad.
