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Daniel Silva acaba de presentar en el mercado anglosajón la decimosexta aventura de su personaje fetiche, Gabriel Allon.
The Black Widow narra el momento en que el conocido agente, asesino y experto en Arte tiene que hacerse cargo del servicio secreto de inteligencia en Israel.
La trama recuerda vagamente a la elaborada por John le Carré en La chica del tambor.
La trágica casualidad quiso que el mismo día (el pasado 14 de julio) en que el autor estadounidense de El espía inglés ponía a disposición de sus lectores su última creación literaria, un asesino subido a un camión acababa con la vida de ochenta y cuatro personas en Niza, amparado -según las autoridades francesas- en las tesis homicidas del ISIS.
Precisamente, ésa es la misma organización extremista a la que se enfrenta el veterano Gabriel Allon, en The Black Widow; aunque hablar de ficción resulta mucho menos doloroso que hacerlo de realidades orquestadas con cuerpos desmembrados sobre el asfalto, familias cercenadas por el fanatismo de unos pocos, niños atropellados sin el menor atisbo de piedad, y otras bestialidades causadas por el terrorismo yihadista.
Después de dieciséis libros con Gabriel Allon a cuestas, el novelista Daniel Silva (Michigan, USA, 1960) enfrenta a su carismático protagonista con el verdadero enemigo de la paz mundial en estos momentos; y lo hace mediante una trama en la que la acción está mezclada hábilmente con una persecución hasta las entrañas del autoproclamado EI (Estado Islámico), donde el objetivo a batir es un maquiavélico individuo conocido como Saladino.
DANIEL SILVA INVENTA UN ESCENARIO DEMASIADO REAL
Periodista antes que narrador, el writer norteamericano mantiene en plena forma su añeja manera de acercarse a los hechos que describe en cada una de sus obras.
Algo que lubrica con elocuencia a través de un lenguaje directo y altamente visual, como surgido de un noticiario televisivo o de un reality montado a base de conspiraciones en las altas esferas del poder, y localizado en las alcantarillas clandestinas de los que promueven las matanzas generalizadas.
Esto provoca que la verosimilitud sea un denominador común en los argumentos que plantea DS, y que cualquier lector pueda establecer lazos de conexión entre las historias y la situación por la que atraviesa la política internacional en la actualidad.
Una característica que se atisba particularmente omnipresente en las páginas de The Black Widow.
El texto del autor de Michigan inicia su curso tras los acontecimientos reflejados en El espía inglés, y que otorgaron fama y distinción al papel de GA. Dentro de ese panorama, Gabriel Allon empieza este nuevo episodio en un momento determinante en su carrera como agente, cuando es convencido para hacerse cargo de los servicios de inteligencia de Israel.
Esta elección coincide en el tiempo con una salvaje bomba detonada en el distrito parisino de El Marais. La crueldad del acto levanta airadas reacciones a nivel planetario; por lo que el protagonista debe tomar cartas en el asunto. Las investigaciones del dramático atentado llevan a Allon y a su equipo de expertos hasta la identidad de un peligroso terrorista nominado Saladino (viejo conocido de las autoridades).
Ante la imposibilidad de dar con el criminal por los cauces normales, Gabriel recurre a la ayuda de una joven doctora, para que se infiltre en las filas del asesino y se acerque tanto como le sea posible, para alertar a los agentes sobre sus planes y ubicación.
Con una cierta influencia de la genial novela La chica del tambor, de John le Carré, The Black Widow despliega un estilo asfixiante y vertiginoso, que produce escalofríos frente a la conexión de la historia con lo que está sucediendo en los últimos meses en distintas partes del planeta, donde las proclamadas viudas negras (the black widows) siembran el terror con sus chalecos explosivos, y con su frialdad a la hora de generar daños irreparables entre la población inocente.
Aunque, cuando se trata de ficción, siempre queda el regocijo de la escapada al alcanzar el punto final.
