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Barbara Shelley siempre desplegó una elegancia notable, con la que impregnó cada una de las películas y series de televisión en las que participó.
Con una esbelta figura de cerca de 1,70 de altura, el aspecto de esta musa de la mítica Hammer Films bien podría situarse entre la belleza inteligente de Siân Phillips y la impactante prestancia de Rachel Gurney, mixtura en la que también cabe un ligero toque rebelde a lo Virginia McKenna.
Bajo tales rasgos físicos, la londinense Barbara T. Kowin se estrenó en el circuito mediático a través de su trabajo como modelo publicitario, labor que le permitió recalar en Italia. Semejante trampolín profesional ayudó a BSh a enganchar sus primeros papeles en el cine. Precisamente, uno de los hombres que más influyó en su carrera delante de las cámaras (el británico Terence Fisher) fue quien dio la alternativa artística a Barbara, en un pequeño rol en la cinta titulada Mantrap (1953): una activa movie, donde la entonces veinteañera tuvo que competir en prestancia con la singular Lois Maxwell
Desde entonces, la capitalina pudo meterse en el casting de producciones de corte menor, que la convirtieron en un rostro conocido entre los cineastas; hasta que Alfred Shaughnessy se fijó en ella para protagonizar Cat Girl (1957): una traslación bastante imaginativa de La mujer pantera, en la que Shelley lució sus armas de seducción contenida, y sus cuidados gestos escénicos.
La mezcla entre frialdad y pasión que la londinense desplegó en la pantalla se convirtió en una de las mejores virtudes de la glamurosa y emergente actriz; y con esta fórmula alcanzó el reconocimiento del público, con su electrizante actuación en El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960).
Tales pasos en la industria audiovisual británica obtuvieron el premio buscado, cuando la aún incipiente Hammer Films la escogió para liderar el reparto de dos clásicos del cine de terror. Un par de obras dirigidas por Terence Fisher, tituladas La leyenda de Vanforf (1964) y Drácula, príncipe de las tinieblas (1965). Un díptico de películas al que se unieron otras colaboraciones imprescindibles, en Rasputín, el monje loco (Don Sharp, 1966) y ¿Qué sucedió entonces? (Roy Ward Baker, 1967).
BARBARA SHELLEY SIEMPRE DESTACÓ
El final de los sesenta provocó un descenso en la actividad cinematográfica de la primigenia reina de la Hammer, pero eso no ocasionó un parón en la actividad dramática de la estrella nacida en la céntrica calle de Marylebone. Y así, después de sus triunfos en la pantalla grande durante su juventud más deslumbrante, BSh supo recurrir a la televisión; medio que nunca había abandonado del todo, con notables colaboraciones en seriales tan legendarios como Los vengadores y Z Cars.
Dentro de la TV, nuevamente fue el género fantástico el que reportó a Barbara sus mejores parabienes a nivel artístico . Créditos y aplausos que vinieron sobre todo con el papel de la doctora Plaxton, en Los siete de Blake; y el de la icónica Sorasta, en Doctor Who: dos de sus caracterizaciones más recordadas por sus numerosos fans.
Los Borgia, Crown Court, Policía de barrio, El inspector Maigret, Bergerac… Las apariciones en la televisión de Barbara T. Kowin alimentaron una carrera extensa y variada, que la intérprete de Cat Girl mantuvo en activo hasta 1989, cuando participó en la miniserie The Dark Angel.
Una vez abandonada la actuación, Shelley se concentró en su actividad como decoradora de interiores; aunque siempre que podía aceptaba invitaciones a convenciones y foros, en los que recordaba ante sus seguidores el inolvidable paso por la Hammer Films, Doctor Who y Los siete se Blake.
La Comic Con de Londres, celebrada en julio de 2019, fue la última ocasión en que Barbara pudo ser vista en un acto público de grandes dimensiones. Allí, la antigua dama del terror volvió a brillar durante su comparecencia, como en sus mejores tiempos.
Nota: Barbara Shelley falleció en Londres el pasado 4 de enero de 2021, víctima de las consecuencias derivadas de su padecimiento de Covid-19.
