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Jodie Foster nunca ha ocultado su ferviente apoyo a la defensa de los derechos humanos y civiles, y cualquier manera de vulneración de los mismos enciende su comprensible activismo, en favor de la existencia digna de todos los seres que habitan el planeta.
Bajo este aspecto, la intérprete de Taxi Driver comparte bastantes puntos en común con la abogada Nancy Hollander, a quien da vida en el filme Prisoner 760. La citada letrada ha cosechado una notable fama en Estados Unidos sobre todo por su lucha en defensa del cierre de la prisión de Guantánamo, y el fin de las supuestas torturas llevadas a cabo por las autoridades presentes en ese penal situado en territorio cubano.
Una batalla épica contra los altos poderes judiciales y políticos de la nación de las barras y estrellas, que tuvo uno de sus hitos más importantes y mediáticos con la puesta en libertad del mauritano Mohamedou Ould Slahi: recluido durante catorce años en Guantánamo, al ser considerado miembro de la organización terrorista al Qaeda.
La película en la que colabora por Foster, que dirige el cineasta escocés Kevin Macdonald (La sombra del poder), recrea el laberíntico y burocrático proceso en el que Hollander y el teniente coronel Stuart Couch (a quien encarna el británico Benedict Cumberbatch) consiguieron poner contra las cuerdas al establishment de USA, tras denunciar las torturas a las que fue sometido Mohamedou Ould Slahi a lo largo de su período de confinamiento.
Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, es el escenario escogido por Macdonald para diseñar una réplica más o menos exacta de la temida base de Guantánamo: un centro de internamiento exclusivo para sospechosos de terrorismo, que se ha convertido en un problema continuo para los diferentes gobiernos de Estados Unidos; pero que aún sigue en activo.
El responsable de El último rey de Escocia retrata la soledad en la que Mohamedou Ould Slahi (Tamar Rahim, en el filme) redactó a duras penas Guantánamo Diary: las memorias publicadas en 2015, y que han constituido la base argumental del guion elaborado por el productor Michael Bronner.
JODIE FOSTER LUCE LA TOGA
El caso del ingeniero eléctrico Mohamedou Ould Slahi marcó un antes y un después en la historia de la prisión militar de Guantánamo. Los catorce años años que este hombre pasó detenido saltaron a la luz tras la edición de su polémico diario, y animaron las protestas de las organizaciones en favor de los derechos humanos, las cuales clamaron por el cierre definitivo del penal ubicado en Cuba.
Acusado de pertenencia a la banda terrorista al Qaeda, Slahi fue arrestado cuando se produjeron los atentados de Nueva York y Washington de 2001. Primero interrogado en Jordania, bajo condiciones sospechosas de uso de torturas; este ciudadano mauritano pasó a ser el prisionero 760, tras su traslado a Guantánamo.
Una vez allí, y según el texto escrito por el propio Moahamedou, el interno sufrió continuos episodios de trato salvaje y agresivo (tanto psicológica como físicamente), por parte de las autoridades del lugar.
La tragedia del supuesto terrorista habría quedado en el silencio más absoluto, sepultada entre las estrechas dimensiones de su celda, si este no hubiera redactado sus memorias en la sombra de su aislamiento. Al final, y por intermediación de diversos activistas en pro de los derechos humanos, el texto fue publicado en 2015 por Larry Siems; aunque Ould Slahi no pudo leerlo en libertad hasta un año después,
La cinta de Kevin Macdonald aborda la odisea de MOS, centrada sobre todo en los aspectos judiciales, y en la batalla levantada por Couch y Hollander para denunciar el uso de la fuerza efectuado en la confesión arrancada al personaje protagonista. Un individuo al que se le negó cualquiera de los reconocimientos legales habituales entre la población reclusa de USA.
