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Emilia Clarke finaliza en Italia el rodaje de Voice from the Stone, una película de suspense y terror que tiene lugar en La Toscana. El solvente Eric D. Howell (Un plan sencillo) dirige esta obra, cuyos hilos argumentales recuerdan vagamente a los flecos sobrenaturales de Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
La enrarecida atmósfera de un aristocrático castillo transalpino sirvió al escritor Silvio Raffo para confeccionar, en 1996, una novela prendada de secretos inconfesables y silencios de cementerio. La Voce Della Pietra consiguió concitar, en torno a su historia de tintes extraños y de romanticismo grisáceo, a un número bastante notable de seguidores. Todos ellos seducidos por el personaje principal del relato: el de una joven enfermera llamada Verena, capaz de luchar contra fuerzas que ni ella misma catalogaba en el cosmos de las apariencias sensibles.
Esas esencias de espectrales recovecos hipnotizaron al director Eric D. Howell, quien no dudó en encabezar el proyecto para convertir el texto en un largometraje. Con tal fin, el fogueado cineasta contrató los servicios del guionista Andrew Shaw; y juntos dieron forma a un argumento cuyas musas audiovisuales bien podrían situarse en un terreno mediado por los giros impredecibles de Alfred Hitchcock y la genialidad electrizante de Jack Clayton.
EMILIA CLARKE PISA LOS ESTUDIOS DE CINECITTÀ
Voice from the Stone comienza su curso en los años cincuenta, en medio de la gran propiedad de una importante familia proveniente de la patria de Garibaldi. Allí, encerrado en una mudez crónica, vive su pesadilla continua un niño bautizado como Jakob (Edward Dring). El chaval está sumido en una cárcel imaginaria desde la muerte súbita de su madre, ocurrida recientemente. Por eso, su padre contrata los servicios de una cuidadora, para que acompañe al chico y le ayude a recuperar la normalidad perdida.
La especialista asume su trabajo con determinación; sin embargo, en el camino para la salvación de su paciente se topa con obstáculos que pueden ocasionar su propia muerte, además de la de los inocentes que la rodean.
Este libreto compone el núcleo central de la esperada adaptación del libro de Raffo, en la que no faltan las alusiones al cine gótico de antaño; y que, en algunos aspectos, puede remitir a títulos como Los otros, del español Alejandro Amenábar.
Envuelta en las brumas creadas para la ocasión en las regiones del Lazio y La Toscana, la británica Emilia Clarke comparece con un rictus cercano al de Deborah Kerr, en Suspense, y al de Joan Fontaine, en Rebeca. Aspecto propio de una dama destinada a cumplir profesionalmente con sus tareas, pero con nulas posibilidades para abrirse paso en un sistema altamente clasista.
Vestida con ropajes sencillos y con el pelo tintado de oscuro, la conocida Daenerys Targaryen de Juego de Tronos se presenta ante los espectadores a través del temperamento de una heroína con armadura de supuesta fragilidad. Una fémina en apuros a la que acompañan con decisión el griego Marton Csokas (El protector), Caterina Murino (Casino Royale) y Kate Linder (Hysteria), entre otros.
Con ellos, los sobresaltos con aroma a fotograma pretérito regresan, para dejar constancia de los resortes tradicionales de un género normalmente agradecido en cuanto a los resultados.
Aunque, independientemente de los posibles triunfalismos mediáticos, siempre nos quedará Cinecittà…
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