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Philippe Parreno convierte la Sala de Turbinas del centro londinense en un extenso escenario, plagado de imágenes y sonidos envolventes.
Anywhen es una inteligente y poética instalación, que sorprende por la variedad de formas que el artista concibe, a través de toques sensibles de elevada factura audiovisual.
Hasta el próximo 2 de abril de 2017, el trabajo del creador afincado en Francia jugará con la fantasía de los visitantes que se acerquen al interior del edificio regado por el Támesis.
El Arte debería guardar siempre la posibilidad de avanzar sueños, al ritmo marcado por los autores.
Ya sea mediante la pintura, la escultura, el cine, la literatura, el grabado, la fotografía o cualquier otra forma de manifestación creativa; la grandeza de una obra estriba en lo que ésta es capaz de sugerir, y de activar en el cerebro sensible del que la contempla.
En ese terreno, de metamorfosis añoradas y voluptuosas emulsiones inspiradoras, es donde el argelino Philippe Parreno ha construido su currículo profesional, a lo largo y ancho del mundo. Siempre acompañado de sus constelaciones híbridas, concebidas entre distintos modos de expresión.
Con esas líneas, el responsable a medias del filme Zidane: A 21st Century Portrait ha vestido el interior de espacios tan sorprendentes como el del Palais de Tokio y el del Palazzo Grassi.
Una actividad en pos de despertar el hambre por encender el interruptor colectivo de la emoción artística, que ahora recala en la Tate Modern, con el estimulante proyecto patrocinado por la Hyundai Commission.
Bajo semejantes ambiciones de cuento de hadas urbano, Anywhen adquiere la profundidad de los universos ilustrados, e iluminados con el pulso candente de uno de los mejores representantes de los mestizajes plásticos del nuevo milenio.
Y lo vierte día a día sobre las cabezas y los cuerpos diminutos de los admirados espectadores, que se asoman a las ventanas escavadas en los muros por el seguidor confeso de John Cage y Merce Cunningham.
PHILIPPE PARRENO ABRE LA PUERTA DE SU GEOGRAFÍA
Un enorme engranaje de proyecciones acumuladas recibe en la Tate Modern a los curiosos, desde el pasado 4 de octubre. Sin una identificación clara en cuanto a las coordenadas de GPS del lugar exacto en el que se encuentra el visitante/peregrino, el país imaginado por PP es un atractivo teatro de figuradas marionetas, activadas por la voz en off de Nina Conti.
Ríos que cantan con furia salvaje los pensamientos silenciosos de la concurrencia, muros de cristal que desintegran cualquier signo de resistencia física y emocional, balcones a los que asomarse para acceder a delfines con discursos de empatía afectiva… Los elementos ornamentales ejercen el protagonismo en los espacios imaginados por Parreno, y en Londres adquieren la contundencia de los heroísmos aventureros.
Inmenso en intenciones e historias, Anywhen conforma un decorado de claridades opacas, a través de las que destaca la mentalidad aguerrida de un creador empeñado en explorar la faz oculta de los que se aprestan a observar una obra de Arte.
En el ejercicio planteado por el argelino, hay un hipnótico componente de participación colectiva y anónima, que dota a la instalación de una existencia por encima de los ladrillos de la Tate Modern. Reto que lleva al territorio volátil del subconsciente individual la totalidad del gigantesco espectáculo, horneado poéticamente por este prestidigitador de las sensaciones, nacido en Orán.
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