Caravaggio conquista Roma

Caravaggio conquista Roma

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Caravaggio
Caravaggio es el gran protagonista expositivo esta temporada en Roma.

Caravaggio llega al Palacio Barberini de la Ciudad Eterna con veinticuatro de sus obras cargadas de humanidad reconocible, siempre en lucha constante con las religiosidades de los altares elitistas, y contra el dogmatismo de báculo atemorizante e incienso edénico.

El artista transalpino, el cual renovó la concepción de un Barroco de luces agresivas y sombras determinantes, es el auténtico protagonista de la cartelera expositiva romana hasta el próximo 6 de julio de 2025, con una muestra que reúne el mayor conjunto de obras procedentes de la inigualable paleta del creador milanés.

El recorrido propuesto por los comisarios Francesca Cappelletti, Maria Cristina Terzaghi y Thomas Clement Salomon propone un intenso diálogo entre algunos de los lienzos más famosos del pintor nacido en 1571 y otras piezas con menor proyección mediática. Un esfuerzo de búsqueda y préstamos en el que han participado, entre otras instituciones, el Museo del Prado de Madrid, el Detroit Institute of Arts, el Kimbel Art Museum en Fort Worth y el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Imágenes tan sorprendentes e hipnóticas como Ecce Homo, Santa Caterina de Alejandría, Santa Marta y María Magdalena, Judith y Holofernes o El martirio de Santa Úrsula dejan una huella profunda en la retina de los espectadores, quienes descubren la pasión desbocada de un artista empeñado en alcanzar la distinción a través de la normalidad aparente, personificada a través de los rasgos y cuerpos de un puñado de modelos surgidos de las zonas marginales de las ciudades en las que Michelangelo Merisi residió a lo largo de su corta existencia.

Caravaggio
La exposición de Caravaggio muestra, entre las obras escogidas, la calórica escena de “Los jugadores de cartas”, cuadro prestado por el Kimbell Art Museum en Fort Worth.

Entre las sorpresas más destacadas de la exhibición se encuentra la presencia del retrato de Maffeo Barberini, más conocido como el papa Urbano VIII, que se instala provisionalmente en las salas del Palacio Barberini, procedente de una colección privada. Un acontecimiento que no había ocurrido en sesenta años.

Aunque, con independencia de la singularidad de cada pieza, el auténtico imán lo supone el engranaje argumental ideado por los responsables de la cita, una narración subliminal destinada a alumbrar las claves fundamentales de un genio que supo unir de manera talentosa la espiritualidad celestial y la sociedad más degradada de su época.

CARAVAGGIO ACUDE AL PALACIO BARBERINI CON VEINTICUATRO OBRAS, LO QUE CONVIERTE LA MUESTRA EN UNA DE LAS MÁS COMPLETAS 

El interior del Palacio Barberini se ha dividido en cuatro conjuntos temáticos por los responsables de la exhibición, espacios que discurren elocuentemente como si fueran las distintas partes que conforman el sorprendente currículo de Michelangelo Merisi.

A modo de esquema cronológico, la muestra arranca con una representación de los primeros trabajos del artista milanés; lienzos en los que ya se atisban las intenciones del creador transalpino por humanizar la espiritualidad. Un camino plagado de obstáculos eclesiásticos y nobiliarios en el que surgieron obras tan determinantes como El autorretrato de Baco, San Francisco de Asís en éxtasis y La conversión de San Pablo, entre otras.

En la segunda estación del recorrido se encuentran los retratos. Caravaggio revolucionó la técnica de la representación del rostro y la figura humana con un estilo peculiar, no exento de polémica por su obsesión en acercarse a la realidad candente de las pieles y los rasgos moldeados por la rutina y las existencias vulnerables. Esto adquiría un trasfondo de dialécticas controvertidas, sobre todo cuando el personaje era un santo o un apóstol. Tales sensaciones quedan reflejadas ante la contemplación, por ejemplo, del recuperado retrato del sobrio y a la vez cercano monseñor Maffeo Barberini.

Caravaggio
Uno de los cuadros más sorprendentes de la muestra es “El retrato de Maffeo Barberini”.

Tras cruzar un simple marco, los espectadores se encuentran sumidos en la tragedia apremiante de los dramas sacros, que Merisi elaboró entre Roma y Nápoles. Un escenario de pinturas absorbentes, en el que cuelgan obras tan célebres como La captura de Cristo, San Juan Bautista, el inolvidable Ecce Homo y la angustiosa tela titulada La Flagelación.

En su etapa conclusiva del laberinto propuesto por el artista barroco, la exposición del Palacio Barberini se ocupa de los últimos trabajos del creador italiano, quien murió de manera violenta a los treinta y nueve años. Un recorrido de veinticuatro piezas, que marca su escena de despedida con El martirio de Santa Úrsula.

A través de su paleta prodigiosa y visionaria, Caravaggio dignificó con la eternidad sacramental a prostitutas anhelantes, efebos de belleza impoluta, mendigos con hambre de comprensión social, pendencieros en espera de redenciones supremas o personajes de la nobleza y el clero que pagaban las pinceladas geniales del artista transalpino con suculentas sumas de dinero. Todo un compendio de contradicciones mundanas, que convierten la muestra en el escaparate perfecto de un costumbrismo histórico y carnoso.

Nota: La exposición de Caravaggio estará en el Palacio Barberini de Roma hasta el próximo 6 de julio de 2025.

Más información, entradas y horarios en

https://www.caravaggio2025.barberinicorsini.org

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