Haruki Murakami y sus universos cambiantes
Haruki Murakami presenta su nueva novela, después de seis años de la aparición de "La muerte del comendador", titulada "La ciudad y sus muros inciertos" (Tusquets Editores, S.A.): una obra sensitiva y envolvente, en la que el autor japonés narra el viaje de un personaje apasionado a un universo de fantasías apremiantes. Murakami vuelve a desplegar sus descripciones sinuosas y sus diálogos extensibles, a través de una historia repleta de misterios existenciales.
Haruki Murakami es un escritor de curso imprevisto e impredecible.
Los libros de este creador, kafkiano en esencia y nipón en cuanto a su catálogo de intereses y afectos literarios, suelen corretear con determinación sobre la levedad de unos figurados cables de funambulista de las palabras, sujetos a los caprichos de un conjunto de lógicas voluntariamente deformadas, que retuercen de manera inteligente los parámetros supuestamente realistas de los lectores.
Después de seis años sin una novela en el mercado firmada por el autor de Tokio Blues, La ciudad y sus muros inciertos (Tusquets Editores, S.A.) vuelve a encender la prosa afectiva y voluptuosa de este narrador en constante compromiso con los escenarios espectrales y nostálgicos, lugares a los que acuden sus personajes perdidos en la inmensidad de sus pensamientos más inaprensibles. Se puede afirmar que las obras de Murakami son prolijas en atmósferas absorbentes, en las que es posible bucear a través de los miedos e incertidumbres de un conjunto de seres doloridos y eternamente entristecidos.
Una de las cualidades más resaltables de los títulos que conforman el currículo literario del responsable de Kafka en la orilla reside en su capacidad para meter a los que acuden a sus textos en los misterios existenciales que portan los diferentes personajes de sus cuidadas y sorpresivas tramas, sin importar demasiado la coherencia de los planteamientos expuestos.
“Fuiste tú quien me habló de aquella ciudad“. Esta sencilla frase, sin florituras gratuitas, da comienzo al cuerpo argumental de La ciudad y sus muros inciertos, como si se tratara de un recuerdo vital y atrayente.
La concatenación emocional que transmite semejante inicio da pie a la imaginación para inventar todo un cosmos de insinuaciones diversas, en el que los sentidos ocupan una importancia primordial, en similar sintonía a los mecanismos desplegados por Yukio Mishima (uno de los maestros reconocidos por Haruki Murakami).
HARUKI MURAKAMI LOGRA CONECTAR CON LA PARTE SENSIBLE DE LOS LECTORES, A TRAVÉS DE SU PROSA EMOCIONANTE Y CUIDADA
La acción de La ciudad y sus muros inciertos arranca con un enamoramiento fugaz y casual en el tiempo, aunque persistente en la memoria del protagonista.
Dos jóvenes estudiantes, los cuales se conocen durante un concurso entre sus respectivos institutos, no pueden evitar desplegar una potente atracción el uno por el otro.
Inolvidables paseos a la orilla de un río, o sentados en un banco, son las aventuras que marcan la súbita relación. A lo largo de esos encuentros, la chica le confiesa al joven que la acompaña que su verdadero yo está enclaustrado en una ciudad amurallada situada en otro mundo, pero que -a pesar de su fisonomía de cuento de hadas o de poema épico- no pierde por ello su percepción real. No obstante, este flirteo adolescente queda bloqueado por una terrible carta, en la que la enamorada platónica parece entonar una amarga despedida.
Transcurridos los años, el otrora chico comienza a atisbar en su fuero interno la creencia de que la ciudad de la que hablaba la muchacha existe, y que su traslado allí es el camino para recuperar lo que perdió de manera tan extraña y repentina.
Con todos estos elementos, Haruki Murakami entrelaza un mosaico de líneas convergentes, en que sobresale el cromatismo interno de una narración que deambula ingeniosamente entre la realidad y el sueño.
La tristeza por lo que se queda atrás, la esperanza de alcanzar los anhelos alumbrados en la juventud, la necesidad de apostar la seguridad por la incertidumbre de las gravedades vaporosas y los deseos arriesgados en favor de los sentimientos sublimados son algunos de los caudales literarios en los que HM sustenta su prosa inmanente, siempre abierta a múltiples asociaciones existenciales y humanistas.
Elocuente y expansiva, La ciudad y sus muros inciertos es una novela de incitaciones inapelables, en la que subyace el poder creativo de un arquitecto de fábulas contemporáneas; un autor al que le agradan los escenarios elaborados a partir de la inmanencia de las historias que desencadenan fantasías inspiradoras.
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