Richard Ford viaja con Frank Bascombe
Richard Ford completa la pentalogía protagonizada por el otrora periodista y agente inmobiliario, con "Sé mía" (Editorial Anagrama). Frank Bascombe asume sus nuevas experiencias bajo el cuestionamiento de la felicidad, al lado de su hijo enfermo de ELA. Ambos se embarcan en una travesía determinante y esperanzadora, cuya meta está supuestamente en el emblemático monte Rushmore.
Richard Ford asume la ancianidad de Frank Bascombe desde la óptica de las despedidas sutiles, como si la vida se colara por los intersticios de un ser humano confuso y sincero, bombardeado por constantes tragedias sentimentales.
Sé mía (Editorial Anagrama) puede ser interpretada como una novela auspiciada por el desencanto, pero al final adquiere el curso desamortizador de las liberaciones relativas, siempre sujeta a las pulsiones existenciales de un personaje sorprendente; el cual no coarta sus ansias de abrirse al mundo a pesar de los reveses.
Después de El periodista deportivo (Editorial Anagrama, 1990), El día de la independencia (Editorial Anagrama, 1996), Acción de Gracias (Editorial Anagrama, 2009) y Francamente, Frank (Editorial Anagrama, 2015), el singular Bascombe se enfrenta al inexorable paso del tiempo, a sus setenta y cuatro años.
Viudo, superviviente de un temible y agresivo cáncer, herido de bala, testigo de huracanes y enfermo de depresión, el que fuera informador deportivo y agente inmobiliario ha engrosado su capacidad de aguante título a título, espoleado por una actitud voluntariamente neutral, sin caer en los abismos de la desesperación contextual. Y eso que en Sé mía, Frank tiene que encajar el duro golpe de perder a su hijo, víctima de la ELA (Esclerosis lateral amiotrófica).
Bascombe planea el disfrute mutuo con su vástago Paul, al que convence para emprender un viaje sustancial y sensitivo por las carreteras de Estados Unidos, solo para alcanzar sin plazo de tiempo el impactante y presidencialista monte Rushmore, al sur de Dakota.
Richard Ford se disfraza de escritor beat, para reflejar las emociones variopintas que tiñen las calles, pueblos y ciudades de la América transversal y profunda, esos lugares en los que es posible toparse con los individuos más auténticos de un país inmenso y cambiante.
Los roles casuales forman un increíble mosaico de diálogos y tradiciones, en el que Frank y Paul aportan las consideraciones transformadoras de sus respectivos espíritus, como si el costumbrismo fuera la llave con que comprender el ritmo bamboleante de una nación capaz de entregar el gobierno central -aposentada en un dogmatismo alienante y populista- a alguien como Donald Trump.
RICHARD FORD REGALA A SU PERSONAJE MÁS CÉLEBRE UNA EXPERIENCIA TRANSFORMADORA Y SENSITIVA
“Últimamente, me ha dado por pensar en la felicidad más que antes“. Esta simple frase le sirve a Richard Ford para armar el esqueleto narrativo de Sé mía, donde el desconcertante Frank Bascombe se empeña en no tirar la toalla, a pesar de los obstáculos que se interponen en su línea vital.
Durante las más de siete décadas en las que el protagonista de la novela se ha peleado con la realidad, las alegrías y las tristezas marcan el devenir de un hombre que se niega a claudicar, y que surfea por los inconvenientes de una sociedad paradójica y bastante autodestructiva, refugiada en un hedonismo violento.
Ford se convierte en un autor analítico e irónico, al que la historia de USA le permea un sentido crítico y desamortizador. Un poso descreído que, sin embargo, rezuma un ligero optimismo en los futuros asumibles, y en los presentes esperanzadores; algo que personifica con decisión Frank Bascombe.
A través de la ventanilla del automóvil en el que viajan Frank y Paul, los paisajes más diversos circulan por las páginas de Sé mía. Estas estampas del siglo XXI se contraponen con las que Frank percibió en un traslado similar, que él mismo realizó con sus padres, cuando era un simple niño.
A pesar de que el fracaso siempre ha mostrado su apariencia metamórfica a lo largo de la existencia de Bascombe, este hombre únicamente confía en su espíritu vital, y en la parte sorpresiva de lo que espera al final del camino. Una actitud resiliente que forma la esencia tibia de un tipo que, al igual que le sucede a USA, ha caído y se ha levantado en numerosas ocasiones.
Más información en