Pink Martini concita rítmicamente al planeta con dos nuevos trabajos
Dieciséis años en la carretera de las melodías orquestadas; de salones ansiosos por olvidar; y de diálogos de viento, percusión y cuerda -en pos de alcanzar la expresión propia de los que necesitan hablar con los trombones, los pianos o las trompetas- han hecho de esta ecléctica banda, natural de Oregón, una especie de arcón en el que las melodías más diversas tienen cabida en lugares destacados. De la bossa nova al jazz, del clasicismo instrumental al pop de guateque, de los sones caribeños a los boleros de psicoanalítico desborde sentimental… Las partituras de cromatismo cultural y folclore terruño han cimentado el currículum discográfico de este grupo, fundado por el prolífico Thomas M. Lauderdale en 1994.
Una pareja de álbumes trae a la palestra de la actualidad a esta formación de colorista y etílico nombre. Por un lado se encuentra el atractivo 1969: una especie de homenaje a una época de televisores espaciales, de peinados postizos, de populismo musical marcado por estribillos simples, e inconexiones políticas que produjeron miles de muertos en conflictos como el de Vietnam. Pero el equipo creativo, liderado por el mencionado pianista y la cantante China Forbes, no desea armar el recuerdo de sus seguidores a base de imágenes de archivo, sino de emociones sinceras provocadas por las melodías de una era de comunas y generación beat.
Ante semejante propósito, Pink Martini ha pedido la inestimable colaboración de la que muchos consideran como el referente japonés de la gran Barbra Streisand: la veterana Saori Yuki. Esta artista de la nación del Sol Rojo lleva en la mochila una carrera de cuarenta y dos años por las latitudes niponas; y no resulta del todo desconocida para los muchachos de Portland, ya que su timbre fue usado anteriormente por el grupo para grabar una versión del villancico anglosajón White Christmas (aparecido en el disco Joy To The World) y para el track Taya Kan, incluido en el excelente Hey Eugene!
Todo esto convierte a 1969 en un CD especial en la producción de estos expertos camaleones de las tonadas; un álbum en el que hay sitio para distintas interpretaciones pertenecientes a géneros cambiantes y enriquecedores, actuaciones que toman aire a través del cristal que atesora la garganta de Yuki. Bajo tal premisa artística, los doce temas que construyen el puzle de este trabajo no menosprecian ninguna clase infuencia compositiva: selección de libertad creativa en la que sobresalen la enérgica versión de la conocida Puff, The Magic Dragon o la reveladora ensoñación a base de notas que lleva por título Yuuzuki (Evening Moon).
El segundo CD de la factoría Pink Martini, que saca igualmente a la venta el sello Heinz Records, es un producto que sus fans llevaban anhelando desde hacía por lo menos un lustro: un recopilatorio. Pero, en los aproximadamente setenta y cinco minutos de A Retrospective, los miembros de la particular big band no se han limitado a ir desplegando sus hits más señeros; sino que han querido aportar novedades significativas a su legado, una intención que se concreta en ocho canciones nunca antes pasadas por el tamiz de un estudio de grabación.
Veintiún cortes conforman este cajón de sastre de royalties sonoros; pigmentos de poliédricos significados auditivos en los que no faltan Una Notte A Napoli (según la letra original del baladista italiano de los sesenta Alba Clemente y con la adaptación del DJ de Jakie 60, Johnny Dynell), una peculiar Moon River (la famosa sintonía de Desayuno con diamantes comparece coreada por el director de cine Gus Van Sant, padrino declarado de la formación), How Long Will It Last (con Michael Feinstein) o Ma Solitude (con Georges Moustaki). Eso sin olvidar los célebres acordes de la excepcional Splendor In The Grass, Más que nada (con Saori Yuki), La Soledad y Anna (El negro zumbón).
Aparte, A Retrospective sale también en formato deluxe, con un libro de 48 páginas alumbrado por las instantáneas realizadas -con su Polaroid a lo largo de estas dieciséis primaveras de existencia- por el ojo de Thomas M. Lauderdale.
Con este reciente díptico de melodías surgidas de la inspiración más cosmopolita, Pink Martini sustenta la tesis que levanto su proyecto en el marco del Festival de Cine de Cannes; lugar emblemático donde se propusieron absorber las influencias de cualquier parte del mundo y del universo, para alumbrar el lienzo de su acerbo sonoro con miles de rayos cromáticos, sin pudor ni posibilidad de encasillamiento.
Más información y venta de discos en http://www.pinkmartini.com