Daniel Craig ya siente “caer el cielo” sobre 007
Cuando a principios de otoño los financieros Barbara Broccoli y Michael G. Wilson concitaron a los mass media internacionales en el mítico hotel londinense Corinthian (el mismo donde Sean Connery se enfundó oficialmente el traje del espía creado por Ian Fleiming, hace aproximadamente cincuenta años), para hablar sobre la próxima aventura del agente británico más famoso del planeta Tierra; los miedos respecto a la imposibilidad de elaboración del esperado título 23 de la saga de James Bond comenzaron a disiparse.
Y eso que los baches por los que tuvo que circular el proyecto inicial se antojaban cual simas tectónicas, insalvables y profundas con olor a bancarrota por los cuatro costados. Los números rojos de la MGM habían hecho claudicar en 2010 hasta al mismo Sam Mendes -el director escogido para grabar la cinta continuadora de la desértica Quantum Of Solace-, quien no hallaba motivos para albergar la mínima esperanza de prosperidad en tan arriesgada empresa. Pero, finalmente, los hados cinematográficos -junto a la necesidad de sabrosos taquillajes en tiempos de crisis- han acudido en auxilio del rol que pivotó en el pretérito por los rasgos físicos del cínico Connery, el elegante Timothy Dalton, el simpático Roger Moore, el intermitente George Lazenby y el irónico Pierce Brosnan. De esta manera, el rubiales Daniel Craig no ha tenido que pasar por el trance de unir su nombre al finiquito de un serial de celuloide que había hecho las delicias de cinco generaciones de espectadores.
Skyfall es, según lo corearon los responsables del filme, el nombre bajo el que se alberga el largometraje –cuyo estreno mundial está previsto que tenga lugar en Inglaterra, el próximo 9 de octubre de 2012 si todo sale como está planificado-; sobre el que los estudios aclaran que no se trata de una secuela de la obra de Marc Forster citada anteriormente. Así, los seguidores del señor pegado a un martini podrán disfrutar de un periplo de hazañas completamente novedosas, dentro del normalmente entretenido universo del 007. Una senda argumental, acuñada en el siglo XXI, en la que el español Javier Bardem personifica al villano principal de la trama.
Hasta aquí todo ha estado más o menos publicitado convenientemente por la prensa de todos los estilos y vehículos de transmisión. Sin embargo, sería agradable recalcar algunos datos que no alcanzaron el adecuado protagonismo en su momento, debido sobre todo al efectismo mediático de un enfrentamiento entre Craig y el marido de Penélope Cruz; sin olvidar el morbo que suponía relatar la puesta en marcha de una película perseguida por las deudas desde su alumbramiento.
Para empezar, ¿de qué va el argumento de Skyfall? Si se siguen las indicaciones de wikipedia e imdb, el guion versa sobre el pasado de M: una mujer de armas tomar con la fisonomía de Judi Dench que muchos compararon en su momento con Margaret Thatcher, y cuyo referente actual bien podría ser Angela Merkel. La jefa del MI6 sufre la aparición de unos fantasmas demasiado reales, que pondrán en duda su lealtad y que requerirán la intervención del granítico James Bond. Esto es, a groso modo, lo que ha trascendido de una historia que firma un equipo de guionistas para las grandes ocasiones, y que lidera el eficaz John Logan (conocido por trabajos narrativos como Gladiator).
En cuanto al reparto, después de asegurarse la presencia del especialista Daniel Craig y de un antagonista de altura como el intérprete de Biutiful; los ejecutivos pueden alardear de tener en plantilla a Ralph Fiennes (el carismático Lord Voldemort, de Harry Potter, podría convertirse en la bomba sorpresiva del filme como el verdadero enemigo del héroe británico), Judi Dench (repite como M), el enigmático Ben Whislaw (el psicópata olfativo de El perfume hace de Q) y el veterano Albert Finney.
Por la parte de la chicas, que siempre son un reclamo redundante en cualquier movie surgida de las novelas de Ian Fleming; Sam Mendes ha reconocido contar con un dúo de alta potencia física: como es el formado por la francesa Berénice Marlohe (como Séverine) y la camaleónica Naomie Harris (la bruja de Piratas del Caribe da vida a Eve, una agente de campo).
Como colofón, dos perlas. La primera tiene que ver con la apariencia de Skyfall, y puede dar algunas pistas referentes a la atmósfera por la que apostará el responsable de American Beauty. Tal dato se centra en la selección del versátil y perfeccionista Roger Deakins, en el cargo de director de fotografía. Este competente profesional es un socio habitual del realizador inglés, con el que ha completado participaciones en Revolutionary Road, Jarhead y Camino a la perdición. Semejante apunte indica un propósito de verosimilitud y realismo secuencial, muy en la línea de los melodramas que hicieron popular al ex de Kate Winslet.
El último fleco trae a colación la música. Los largos protagonizados por 007 suelen empezar con un tema de pegada auditiva, capaz de hacer saltar de la butaca al tipo más hierático. Por eso, fieles a esa tradición, los responsables de Skyfall están pensando en unos créditos que demuestren que el esfuerzo económico y la espera han merecido la pena. A tal efecto, si al final logran convencer a los miembros de Queen de que graben la canción del filme, las ventas millonarias en CDs de la banda sonora estarán más que aseguradas.