Patrick Modiano, un Nobel con memoria
Patrick Modiano se ha convertido en el último ganador del Premio Nobel de Literatura. El responsable de “La hierba de las noches” toma el testigo de la canadiense Alice Munro, y se ha convertido en el decimoquinto autor francés en conseguir tal distinción.
Los caminos de la mente muchas veces son solo de ida, y para transitarlos hay que agarrarse al pavimento con la fuerza de la sangre.
Aunque también es posible hacerlo con las alpargatas del recuerdo. Unas suelas desgastadas por el tiempo que le acaban de otorgar el Premio Nobel de Literatura al escritor Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945).
“Por ejecutar el arte de la memoria para evocar y atrapar con él los destinos más esquivos, con el fin de dar a conocer el mundo de la ocupación”. Tales virtudes fueron puestas de manifiesto por el profesor Peter Englund (Secretario de la Academia Sueca), para explicar la designación del autor de “El horizonte” como el vencedor en la lucha por conseguir el prestigioso galardón nórdico (al que acompaña la cantidad de ocho millones de coronas, que al cambio son aproximadamente 876.400 euros).
Modiano se convierte así en el decimoquinto compatriota de Victor Hugo en alcanzar una distinción que fue a parar al currículo de la canadiense Alice Munro en 2013, y que tuvo en Jean-Marie Gustave Le Clézio (en 2008) al último ciudadano galo que se lo llevó a sus vitrinas.
PATRICK MODIANO, RESISTENTE PESE A TODO
Las obras del narrador de “Barrio perdido” son como pedazos de una existencia en continua penumbra, siempre prendida de las frágiles pinzas de las identidades borrosas.
Nacido en el año en que finalizó la Segunda Guerra Mundial (1945), el Nobel de 2014 ha hecho de la época nazi el decorado esencial para desplegar sus palabras de dramático cromatismo, sus diálogos de férrea transparencia.
En una Francia enmudecida por los pasos de la oca y las cruces gamadas, los personajes creados por Modiano son como maniquíes en historias imaginadas, donde el rostro de sus padres suscita ríos de inspiración autobiográfica. Como si pernoctara en sus textos, el literato parece estar permanentemente sentado en una mesa del “café de la juventud”, sin apartar la mirada de los fondos grises de un París a punto de arder por los cuatro costados.
Algunos expertos en la materia han apuntado que las treinta novelas del responsable de “Flores de ruina” se parecen demasiado; pero, dentro de ese marco de acción argumental, las tramas toman las distancias de las atmósferas variadas. Cambio de climatología humana que el writer ejercita en primera persona, constantemente motivado por los vaivenes de un conjunto de pinceladas verbales casi tizianescas.
Aunque la característica que mejor puede definir el estilo de Mr. Patrick es el mimo con el que se suele acercar al pasado, como si adquiriera la categoría de un arqueólogo de la memoria.
Con ese atavío, el francés se pasea por la nación silenciada que conocieron sus progenitores: una tierra envuelta en un conflicto bélico planetario, ocupada por las hordas hitlerianas, y aterida por los odios que genera el miedo colectivo.
Un pasaporte sin fotografías individuales ni huellas dactilares, que también le sirve a PM para visitar la bohemia soñadora de los años sesenta: década que -en la existencia del autor- estuvo sujeta a la muerte prematura de su hermano Rudy. Un hecho trágico y determinante que dio origen a un caudal de referencias directas a su pariente (y que mantuvo a lo largo de los volúmenes editados entre 1967 y 1982).
El espíritu de los resistentes (no solo visto desde el punto de vista histórico) es lo que verdaderamente impregna cada frase y párrafo de las miles de páginas manuscritas por Patrick Modiano.
Una valentía con firma de rapsoda de la nostalgia, que le ha valido al natural de Boulogne-Billancourt para sobrepasar -en las votaciones del Nobel- a candidatos tan contrastados como el keniata Ngugi wa Thiong’o, el japonés Haruki Murakami y la bielorrusa Svetlana Aleksijevitj.
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