John le Carré recuerda la herencia de la Guerra Fría

El autor de "El jardinero fiel" presenta "El legado de los espías" (Editorial Planeta): una obra en la que el los trabajos pasados de George Smiley y Peter Guillam son los protagonistas.

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John Le Carré ha esperado 25 años para publicar esta novela
John le Carré ha esperado 25 años para publicar “El legado de los espías”

John le Carré es uno de los pocos escritores que puede vanagloriarse de conjugar -con sobresalientes dotes de encantador de audiencias- la calidad literaria y el éxito comercial.

Tal vez debido a su pasado como agente del MI6 en las décadas de los cincuenta y sesenta, el octogenario narrador británico se ha convertido en un especialista a la hora enganchar al público, con sus tramas nutridas habitualmente con el secretismo evolutivo de las muñecas rusas; donde el ansia por llegar a la última pieza da sentido a los argumentos siempre cambiantes y sorpresivos que arrancan la acción.

Unas tramas de entretenimiento asegurado, que suelen tener en el período de la Guerra Fría su contexto situacional más propicio.

No obstante, y pese a la querencia por ese mundo que le Carré experimentó en su etapa profesional como agente, el compromiso con la actualidad es igualmente una seña de identidad en los textos de este ilustre vecino de St. Buryan, en Cornwall.

Algo que se puede comprobar en su último trabajo traducido al español: El legado de los espías (Planeta).

John le Carré construyó el personaje de George Smiley con sus recuerdos de su etapa en el MI6
John le Carré construyó el personaje de George Smiley con sus recuerdos de su etapa en el MI6

A medias entre el decorado tecnológico del siglo XXI y la época de la política de bloques, el libro abre la cortina a reflexiones sustanciales respecto a las misiones llevadas a cabo por los servicios secretos internacionales hace unos cuantos lustros, durante la dicotomía del capitalismo/comunismo.

Un relato en el que subyace la cuestión de si realmente valieron la pena tantas operaciones a la sombra de la opinión pública.

JOHN lE CARRÉ LIMPIA EL POLVO A LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA

Cuando David John Moore Cornwell (más conocido como John le Carré) publicó El topo (inicialmente titulada Calderero, sastre, soldado y espía, con George Smiley como protagonista) en 1974, la situación planetaria estaba dividida entre los países de la órbita capitalista y los pertenecientes al Pacto de Varsovia (Occidente contra el Este de Europa, USA y sus aliados contra la URSS y sus amigos).

Poco antes de la aparición de la mencionada obra, el autor de Un traidor como los nuestros compatibilizaba sus tareas en el MI6 con su pasión por escribir: una ocupación que JlC alumbró con sus nociones de ese tiempo de cerrojos informativos, en el que los fantasmas de los dobles agentes se cernían sobre el tablero de ajedrez llamado Tierra.

En semejante ecosistema nació George Smiley: el hombre metódico y reservado que comandaba las riendas del eficiente Circo, dentro de las esferas de poder de los servicios de inteligencia en Reino Unido.

John le Carré inició el curso literario de George Smiley con "El topo"
John le Carré inició el curso literario de George Smiley con “El topo”

Ya en su primera aventura, Smiley era descrito como un individuo de más de mediana edad; al que las situaciones vividas a través de su cargo le habían dado un toque amargo, incapaz de suscitar el más mínimo sentimiento afectivo hacia los que se hallaban a su alrededor.

George cumplió su misión en la carrera de le Carré con unas cuantas novelas de éxito constatable, y se retiró sin estridencias ni pelotazos efectistas.

Y así ha permanecido la figurada rutina del opaco funcionario, hasta que su padre literario ha recurrido nuevamente a su sabiduría, para recomponer las imágenes rotas de un pretérito con demasiados grises intercalados.

El Smiley de 2018 es casi un centenario, pero aún conserva la sagacidad mental con la que poner en tela de juicio la verdadera importancia de los agentes de antaño.

¿Qué queda de la Guerra Fría?

Esta pregunta planea por cada página de El legado de los espías, como si fuera el epitafio intrascendente sobre la tumba histórica de un puñado de agentes olvidados, que contribuyeron a mantener en pie la artificial coraza de un universo bicéfalo y neurótico.

John le Carré siempre ha reconocido en Alec Guinness al perfecto George Smiley
John le Carré siempre ha reconocido en Alec Guinness al perfecto George Smiley

 

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