Joyce DiDonato emula a Susan Sarandon en el Teatro Real
La mezzosoprano estadounidense llega al coliseo madrileño del bel canto con "Dead Man Walking": ópera basada en el libro que inspiró la película "Pena de muerte", de Tim Robbins.
Joyce DiDonato es sin duda una auténtica estrella dentro del circuito de la lírica mundial.
Su capacidad para sincronizar -con envidiable perfección- su garganta prodigiosa de mezzosoprano con las coreografías escénicas planteadas la convierten en una de las divas con mayor tirón comercial, condición que exhibe en cada uno de los montajes en los que participa.
Con Joyce y un nutrido grupo de voces renovadoras del bel canto, USA está refrendando el buen momento que vive la ópera en el país de las barras y estrellas. Un período de bonanza creativa y artística, en el que el compositor Jake Heggie (también nacido en la tierra de John FitzGerald Kennedy) es uno de los artífices destacados.
La sensibilidad electrizante de partituras como Moby-Dick y The End Of The Affair han catapultado a Heggie a la esfera de los maestros contemporáneos de las arias y las orquestaciones corales, siempre atrincherado en una concepción espacial de la música.
Para el creador de Palm Beach, los sonidos son como una especie de tela de araña, que atrapa al oyente con un sinfín de emociones provocadas por los ritmos cambiantes y la evolución controlada en las escalas.
Una gradación en la que incluso el silencio cumple su misión reflexiva, propia de los instrumentos horneados con la sinceridad de los lapsus de tregua.
Tales armas de naturaleza casi espiritual están muy presentes en el curso de Dead Man Walking: la ópera que Heggie trae al Teatro Real de Madrid, amparada en la grandeza del libreto de Terrence McNally y en la dirección musical de Mark Wigglesworth.
Una ambiciosa producción en la que Joyce DiDonato ejerce como anfitriona dramática, en la piel de la activa hermana Helen Prejean (el mismo papel que hizo la actriz Susan Sarandon, en la versión cinematográfica de Pena de muerte).
JOYCE DIDONATO SE ENCAJA EL HÁBITO
El estreno de la película Dead Man Walking, ocurrido en 1995, generó un gran número de controversias en la sociedad estadounidense.
El tema del mantenimiento de la pena de muerte en algunos territorios de USA siempre ha sido objeto de multitud de reflexiones entre los ciudadanos de la nación de las barras y estrellas, y el largometraje de Tim Robbins reabrió la herida de la conciencia colectiva, al cuestionar la legitimidad de las instituciones para quitar la vida a los reos.
Sin embargo, el guion no sostenía semejantes tesis simplemente por el lado de la angustia del sentenciado; sino que también valoraba la atrocidad del crimen por el que el condenado de la historia había acabado en el temido corredor de “los muertos que andan”.
Robbins (quien trasladó a imágenes en movimiento las experiencias de la monja católica Helen Prejean) ponía en tela de juicio la eficacia de la inyección letal, como medida capaz de frenar la violencia extrema de los asesinos que atentan contra la integridad física de sus víctimas.
Y ese cuestionamiento, sobre lo que es correcto o no desde el punto de vista humano, forma una gama camaleónica de gradaciones sinfónicas en las partituras de Heggie.
Joyce DiDonato ofrece la faz redentora de la hermana Helen Prejean con los poros de la ternura expectantes, mientras el barítono Michael Mayes se metamorfosea en el ser agresivo que espera su paso al Más Allá; y que, con la ayuda de la religiosa, accede a un apartado de responsabilidad sobre el mal que ocasionó a las familias de los dos jóvenes a los que asesinó sin compasión alguna.
Poderosa en su mensaje, Dead Man Walking captura la parte conmovedora del filme de Tim Robbins, al tiempo que la música contribuye a establecer una conexión directa con el sentir colectivo sobre un tema tan espinoso como el de la pena de muerte.
Nota.- Dead Man Walking estará en el Teatro Real del 26 de enero al 9 de febrero de 2018.
Más información, entradas y horarios en
Tráiler de Dead Man Walking, por The Lyric Opera de Chicago y Central City Opera