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Eric Bana llevaba un tiempo en busca de un personaje que se amoldara a sus características de hombre equilibrado, capaz de inspirar las investigaciones más tenebrosas, con una calma gestual bastante encomiable y solvente.
Lejos quedan ya los papeles del oceánico en comedias excéntricas y gamberras, con los que se dio a conocer en su Australia natal; ya que su carrera norteamericana posterior se ha conformado en torno a héroes vulnerables, sometidos normalmente a situaciones de alto riesgo personal.
Precisamente, su caracterización en A Sacrifice responde a ese terreno de acción controlada que tan bien se le suele dar a la estrella nacida en Melbourne. Un rol de emociones desbordadas bajo su apariencia rocosa, al que no le va demasiado bien su relación con su hija, a quien tiene que librar de las garras de un grupo sectario con propósitos criminales.
El film, dirigido por Jordan Scott (hija de Ridley Scott), está basado en la novela titulada Tokyo Nobody, escrita por el novelista inglés Nicholas Hogg. Pese a que la trama original transcurre en la capital de Japón, Scott modifica las localizaciones niponas originales por los escenarios de un Berlín (Alemania) amenazante y misterioso. Una ciudad teñida con las tonalidades opacas del thriller, en el que la arquitectura metamorfosea su fisonomía bajo el peso de una atmósfera desconcertante, con el fin de incitar a los espectadores a seguir la senda de la extraña galería de personajes que pueblan el metraje de la cinta.
La figura de Eric Bana lidera el cuadro dramático, en la piel del psicólogo Ben Monroe: un profesional que ayuda a las fuerzas del orden a resolver un suicidio colectivo provocado por la acción apocalíptica de una secta. Una labor que pronto debe trasladar al terreno de su vida privada, cuando su hija Mazzy es presa de un grupo especializado en alienar la mente de sus jóvenes adeptos.
La actriz texana Sadie Sink (La ballena) es la encargada de retratar a Mazzy, mientras que el alemán Jonas Dassler (My Son) hace la parte del chico destinado a captar a la ingenua Mazzy.
La neerlandesa Sylvia Hoeks (Blade Runner 2049) y la austriaca Sophie Rois (Enemigo a las puertas) completan, entre otros, el elenco artístico de A Sacrifice.
ERIC BANA SE CONVIERTE EN UN PSICÓLOGO QUE COLABORA CON LA POLICÍA, EN ESTE INTENSO THRILLER RODADO EN BERLÍN
Según el texto de Tokyo Nobody (la novela en la que se basa el guion de A Sacrifice), el relato centra su atención en Ben Monroe: un experto analista del comportamiento humano, que regresa a Japón para rehacer su vida. Tras él, su hija Mazzy viaja desde California; pero en el traslado se topa con el misterioso Koji, un joven que le habla de un oscuro culto a una princesa.
Jordan Scott no utiliza el país nipón como escenario principal de la trama, sino Alemania. Este cambio proporciona un diferente desarrollo a la historia, más visceral y menos psicológico, si cabe. La hija de Ridley Scott (quien ejerce de productor de la movie) occidentaliza la historia, y la nutre con las normas básicas de los thrillers de giros constantes y descubrimientos determinantes, que tanto gustan a los espectadores en Estados Unidos y Europa.
A lo largo del guion diseñado por la propia Jordan Scott, Ben Monroe tiene la oportunidad de encontrar el amor con la agente llamada Nina (Sylvia Hoeks), al tiempo que pierde poco a poco a su hija Mazzy, envuelta en un peligroso acercamiento a un grupo sectario obsesionado con los sacrificios de sus miembros.
La directora inglesa construye la cinta como si fuera una carrera sin cuartel por parte del papel de Eric Bana, el cual lucha para evitar la muerte anunciada de Mazzy, y neutralizar la influencia de la inteligente jefa de la comunidad religiosa en la que la chica se haya inscrita.
Nota: A Sacrifice tiene prevista su fecha de estreno para el próximo 28 de junio de 2024, distribuida por Vertice.
