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Nueve lustros templan los soplidos magistrales de la flauta de Ian Anderson, pero el fulgor a lo cuento desarrollado en Hamelin no ha variado ni un ápice a partir del prodigioso inicio -marcado a fuego musical- ocurrido en 1967. Desde ese mítico y significativo año, la banda liderada por el trovador escocés ha tenido que soportar los vientos huracanados de las deserciones, los cambios de las tendencias entre sus seguidores y los achaques de tanta carretera quemada con el fósforo de miles de letras y melodías. Sin embargo, el silencio y la derrota nunca han estado asociados a su historia. Por eso, ahora lanza al mercado lo que es conceptualmente la segunda parte de uno de sus álbumes más míticos: Thick As A Brick (editado originalmente en 1972).
Subtitulado Whatever Happened To Gerald Bostock?, este TAAB2 sigue la existencia del genio ficticio al que hace referencia la citada cabecera; a quien el vinilo setentero retrató en un par de composiciones desplegadas en cada cara del disco. Anderson y sus colegas dejaron entonces al protagonista en el interludio de una juventud difícil; un aspecto de supervivencia emocional que en este 2012 conjugan con variantes a modo de song revitalizadora. Así, la formación británica plantea varias posibilidades de reencontrarse con el adulto GB, bien en la piel de un inversor financiero de escasos escrúpulos morales, en la de un sin techo con inclinaciones homosexuales, en la de un soldado participante en la Guerra de Afganistán, en la de un predicador de los de verbo colérico o en la de un hombre de familia normal y corriente. Y todo ello lo hacen JT con la plataforma que ya usaron en el pasado: la elaboración de un periódico llamado The St. Cleve Chronicle and Linwell Advertiser (que con las nuevas tecnologías es posible acceder a su contenido en la dirección http://www.stcleve.com).
Trece temas (más cuatro extras dependiendo de la versión en CD que escoja el consumidor) conforman el diseño adulto del cerebral Bostock; a quien Ian Anderson (vocalista, flauta y guitarra acústica), David Goodier (bajo, timbales y xilofón), Scott Hammond (batería), Florian Opahle (guitarra eléctrica), John O’Hara (órgano, piano y sintetizadores), Pete Judge (instrumentos de viento) y Ryan O’Donnell (vocalista adicional) dotan de rasgos y discurso a ritmo de naturaleza híbrida, camuflada entre el rock progresivo, el folk, el blues y pizcas de ramalazo a lo hard metal.
Una cierta sensación de nostalgia, personificada en este poeta prematuro nominado Gerald, sirve para que Jethro Tull transite por asfixiantes remixes en forma de medley, entristecidos por recuerdos de papel amarillento y emborronado (Old School Boy), posicionamientos violentos (A Charge Of Horses), testimonios de capilla contestona (Confessional) o viajes al subconsciente de la degeneración voluntaria (Kismet In Suburbia).
Recuperar un trabajo como Thick As A Brick (una de las obras más rotundas de una banda que ha regalado a los oídos de los amantes del rock, con ribetes de ensoñación medieval y hasta renacentista, verdaderos pilares del ingenio sinfónico) es como volver a visitar una catedral de sonidos en la que aún vertebran sus homilías ecos ensordecedores del género como This Was, Serenade To A Cuckoo, Stand Up o Living In The Past.
Pocos podían aventurar, en esa lejana década hippy de finales de los sesenta, que un señor con alma de trovador palaciego llegado de más allá del Muro de Adriano iba a dar pie para construir uno de los grupos más importantes en los anales del rock (inicialmente progresivo). No obstante, el momento era el idóneo para que germinaran experiencias sensitivas como la de Jethro Tull (nombre tomado de un inventor agrícola del siglo XVIII, al que se le distingue habitualmente por haber creado la primera sembradora); ya que el vergel isleño fue pasto igualmente de impactantes teams del pelaje de King Crimson, Yes y Genesis (este último un poco más tarde).
Tanto camino recorrido a lomos de los pentagramas ha hecho que Anderson (autor de la mayoría de los tracks) haya desbordado en TAAB2 una marea contundente de influencias y ensoñaciones, que van desde Johann Sebastian Bach (para la galería del virtuosismo del highlander queda la brillante adaptación que efectuó de la suite para laúd en mi menor BWV 996 del maestro centroeuropeo) a la electrónica de melodías de enchufe. Un completo arco de tonalidades que demuestran que los chicos de Aqualung todavía pelean en la escena con indepencia de las sienes nevadas, todo con el fin de hacer bueno el título de uno de sus productos más adictivos, Too Old To Rock’n’Roll: Too Young To Die (Demasiado viejos para el rock: Demasiado jóvenes para morir).
La mencionada consigna queda como rematada por la multitudinaria gira en la que JT se ha embarcado, destinada a generar la adecuada expectación hacia su nuevo álbum. Un tour que les traerá por tierras españolas en distintas localidades y fechas. El 10 de julio, los compatriotas de The Beatles estarán en el Auditorio Parque Almansa de San Javier; el 14 del mismo mes, en el Teatro La Axerquia de Córdoba; mientras que el 12, el público podrá degustar al mítico flautista de añeja melena cardada (ahora sin el fulgor de antaño y con un pañuelo que cubre una extendida calvicie) en el Teatro Circo Price de Madrid.
Más información en http://www.j-tull.com
