Carlo Rovelli cambia el concepto del tiempo
El físico italiano publica "El orden del tiempo" (Anagrama): una inteligente obra, en la sienta las bases para avanzar una distinta formulación de las magnitudes del espacio y el tiempo.
Carlo Rovelli no ve el tiempo como una autopista lineal; dividida en campos milimétricamente delimitados por el pasado, el presente y el futuro. Para este investigador de la Universidad de Aix-Marsella, en Francia; la cuestión espacio-temporal es mucho más complicada, o abierta a interpretaciones más imaginativas.
Una pregunta central pivota por las páginas de El orden del tiempo, texto que acaba de ver la luz en la colección Argumentos, de la editorial Anagrama. Una cuestión primordial, protagónica y no fácil de contestar; y que puede concretarse en: ¿qué es en realidad el tiempo?
El cerebro humano, según Rovelli, tiende a responder a tal problema con su capacidad innata de ordenamiento, siempre en conjunción con los términos de memoria y percepción. Pero el asunto adquiere horizontes inexplorados, cuando se pone ante el catalejo de las ideas adquiridas por las formulaciones de la llamada gravedad cuántica de bucles o lazos (grupo al que pertenece Rovelli).
Según los discípulos avanzados de Einstein y Newton, no hay nada que explique que el tiempo sea algo lineal, como tampoco lo es el espacio. La mente de los individuos suele ser reacia a entrar en dimensiones que escapan al control de la razón a primera vista; pero, cuando el escenario empírico se mueve en átomos espacio-temporales con forma de bucle o lazo cubiertos de una espuma llamada tiempo, la cosa cambia notablemente.
“Carlo Rovelli logra transmitir con maestría el misterio de lo enorme y lo minúsculo“, declara el escritor Phillip Pullman; y la frase le viene como un traje al elocuente profesor universitario de la tierra de Garibaldi, el cual ha sido comparado en capacidad divulgativa con el genial Stephen Hawking.
CARLO ROVELLI PREFIERE LA INTEGRACIÓN
Tras leer El orden del tiempo, una de las notas más relevantes del sustancioso ensayo es la utilización de un lenguaje fácilmente entendible por cualquier persona con ganas de aprender algo más sobre las materias tratadas; característica que Rovelli ya utilizó con resultados sorprendentes en el best-seller Siete lecciones breves de física.
El seguidor de Abhay Ashtekar consigue montar un atrayente mecano de tesis sorpresivas, en el que ningún argumento está cerrado desde el punto de vista académico; sino que todos los resortes de las contradicciones son bienvenidos a la gran teoría del paso de la vida que diseña el autor.
Dentro del universo, el tiempo es algo que no existe como variable: un absoluto vacío, en el que la irreversibilidad de lo experimentado es la norma. Dotado de una estructura nunca lineal, la circularidad a la que apuntan algunas creencias orientales o el mismo Marcel Proust, en su excepcional e ilustrativa saga titulada En busca del tiempo perdido, sirve de base sobre la que Rovelli eleva sus estudiados conocimientos de naturaleza empírica.
Tres partes dividen el curso de El orden del tiempo, como si fueran irónicamente espejos en los que desmenuzar las nociones del pasado, el presente y el futuro. La primera de estas celdas compartimentadas y expansivas se ocupa de las distintas aproximaciones de la física moderna a la magnitud temporal; mientras, la segunda va más allá, y desarrolla el argumento de la existencia o no del tiempo con la plantilla de la gravedad cuántica como molde, a la vez de introducir el supuesto escenario de un mundo sin tiempo. Y así se llega a la tercera entrega o apartado, el cual hunde sus raíces narrativas en el momento en que el tiempo nació, y en cómo lo experimentan los humanos.
Los escritores románticos del siglo XIX apuntaban a que el tiempo es una mera ilusión, con la que el cerebro encaja las cadenas que coartan la libertad de acción de las mujeres y los hombres. Esto lleva a preguntar si los humanos somos los que existimos en el tiempo, o es el tiempo el que existe en nosotros….
Si el pasado no está cerrado, y el futuro no está abierto; las respuestas claras, diáfanas y determinantes ante las cuitas planteadas por Carlo Rovelli tampoco existen en el contexto de la gravedad cuántica de bucles. Solo hay porciones de verdad, envueltas en átomos espacio-temporales.
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