El arte computarizado ocupa su lugar en París

El Centro Georges Pompidou dedica una amplia retrospectiva a los artistas que utilizaron la tecnología informática para elaborar sus obras.

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El arte computerizado consiguió aunar ciencia e inspiración plástica/ Foto: Alisa Andrasek, "Orbita Series", 2005/ Centre Georges Pompidou
El arte computarizado consiguió aunar ciencia e inspiración plástica/ Foto: Alisa Andrasek, “Orbita Series”, 2005/ Centre Georges Pompidou

El arte computarizado, digital y binario surgió al compás de los primeros ordenadores: prototipos de los años sesenta, los cuales producían imágenes que casaban bien con la psicodelia de esos tiempos de sugerencias visuales.

Las matemáticas, traducidas a un código de ceros y unidades repartido en invisibles algoritmos, alumbraron a una serie de creadores con ansias de experimentar. Unos aventureros de las nuevas herramientas, que atisbaron rudimentariamente universos paralelos; motivados por la relación entre el ser humano y la máquina. Y lo que consiguieron fue sincronizar una cierta libertad creativa con la bestia de la imperturbable razón, que producía a través de los armatostes denominados computadoras visiones distorsionadas y milimétricas de realidades virtuales.

Como si se tratara de una comunicación automática con el futuro, mediada por pantallas un tanto primitivas, el cosmos de la estética dio la bienvenida a los pasos iniciáticos del reino digital; avalado por la conformación del primer programa informático de la historia, que elaboró en los lustros ye-ye Ada Lovelace.

El Centro Georges Pompidou de París dedica una amplia exposición a esas obras, nacidas de la particular unión de las musas inmortales con la tecnología de espirales inamovibles. Una exhibición que lleva por título Coder Le Monde (Codificar el mundo).

El arte computerizado comenzó a practicarse en los años sesenta/ Foto: Andrea Branzi, "No Stop City", 1967/ Centro Georges Pompìdou
El arte computarizado comenzó a practicarse en los años sesenta/ Foto: Andrea Branzi, “No Stop City”, 1967/ Centro Georges Pompìdou

La sucesión en cadena de puntos y símbolos fue la base sobre la que se levantaron proyectos más ambiciosos, y que han fortalecido su influencia en los artistas de cualquier generación y nacionalidad, inspirados por el desarrollo continuado de las herramientas informáticas.

Unos avances de singular brillantez, que han aportado nuevos puntos de vistas a campos tan variados como la pintura, la escultura, la arquitectura, la danza y la música. Todos ellos aunados en el laberinto binario, que propone la institución ubicada en la urbe del Sena.

EL ARTE COMPUTARIZADO JUEGA CON OTRAS REGLAS

Desde los estudios de Pascal y Leibniz, pasando por textos tan determinantes como L’analytical Engine de Charles Ballage (1834), las ideas sobre la necesidad de un utópico enlace entre las matemáticas y la plástica han estado presentes a lo largo de la historia. Una amistad indisoluble que marcó, por ejemplo, el desarrollo de la perspectiva en los maestros del Renacimiento.

Sin embargo, con la invención de las computadoras, ese matrimonio consumado por la lógica y la voluptuosidad de las formas se hizo mucho más preciso y diáfano,

Dentro de semejante línea de acción, el grupo de los algoristas dejo una huella especial en el universo de la tecnología aplicada al arte. De 1960 a 1980, los pertenecientes a tal línea de pensamiento inauguraron la era de la creación computerizada, con la recordada muestra Programate (1962), organizada por Bruno Munari, la cual contó con la colaboración académica de Umberto Eco.

Pero ellos no fueron los únicos que atisbaron las inmensas posibilidades encapsuladas en los programas de la aún embrionaria ofimática.

Jasia Reichardt, con su impactante Cybernetic Serendipity (1968), Michael Noll, Kenneth Knowlton, Frieder Nake, Gottfried Honegger, el movimiento de la Nove Tendencje o el Grupo de Arte e Informática de Vincennes forman parte de lo más destacado de la fructífera relación, a la que se sumaron corrientes tan potentes como la de Fluxus.

El arte computerizado ha elevado su discurso en torno aabstracciones nacidas de la libertad creativa/ Foto: Mishka Henner, "Prins Maurits Army Barracks, Ede, Gelderland, 2011/ Centre Georges Pompidou
El arte computarizado ha elevado su discurso en torno a abstracciones nacidas de la libertad creativa/ Foto: Mishka Henner, “Prins Maurits Army Barracks, Ede, Gelderland, 2011/ Centre Georges Pompidou

El Centro Georges Pompidou se ocupa de las diferentes décadas y tendencias de esos experimentos en distintos apartados, que dan a la Galería 4 de la institución el aspecto de un enorme circuito, conjuntado por panales unidos por la electricidad del talento.

Semejante jardín de binarias trascendencias se halla repartido en seis secciones, que ilustran la historia del código; la época de los algoritmos; la fusión entre la música y el código; las literaturas numéricas; la concepción digital de las formas geométricas en la arquitectura y el diseño; y los cuerpos y estructuras vistos por los códigos.

En la actualidad, los píxeles han dejado su sitio a los voxels (3D); y los programas para la creación gráfica han superado plenamente las antiguas traducciones binarias, promovidas por los artistas en los años sesenta. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: aceptar la tecnología como parte consustancial de la plástica.

Nota.- Coder Le Monde estará en el Centre Georges Pompidou, hasta el próximo 27 de agosto de 2018.

Más información, entradas y horarios en

https://www.centrepompidou.fr

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