Blanca Portillo convierte a Buñuel en carne de teatro
La directora y actriz madrileña diseña con Fernando Sansegundo una versión, con tentáculos de actualidad, de la clásica película "El ángel exterminador", que Luis Buñuel estrenó en 1962.
Blanca Portillo es una creadora a la que la libertad escénica le suele dar alas de plumajes aguerridos, con las que surca los textos más diversos y complejos, siempre animada por perspectivas profundas y enriquecedoras.
La fuerza de esta mujer moldeada por el teatro, el cine y la televisión le viene inspirada por su deseo constante de aportar visiones sorprendentes, respecto a textos con acercamientos poliédricos: conjuntos de frases y sentencias que dibujan sueños eléctricos, teñidos habitualmente con las veladuras apasionadas de los espíritus hambrientos por afrontar gestas sobrecogedoras y estimulantes.
Un ansia de exploradora de las palabras que la inolvidable protagonista de la serie 7 vidas ha visto colmada con la adaptación de El ángel exterminador: uno de los títulos más recordados y admirados del maestro turolense Luis Buñuel.
“Las herramientas del teatro nos permiten volver a mirar El ángel exterminador con ojos nuevos, con los ojos de hoy, acercarnos a su misterio, al hechizo que produce esa imposibilidad de salir de un recinto que en todo momento permanece abierto“, afirma Portillo, en la página web del Teatro Español.
BLANCA PORTILLO Y EL (SU)REALISMO MÁGICO
Luis Buñuel armó la versión cinematográfica de El ángel exterminador con dardos envenenados, dirigidos contra las clases privilegiadas de su tiempo: aposentadas en la soberbia materialista, y en el desprecio hacia los más necesitados.
Estrenada en 1962, la película discurre por una suerte de realismo mágico -no exento de ciertas dosis de surrealismo daliniano- para reflejar con abundancia simbólica el infierno situacional de un grupo de personajes encarcelados en una gran mansión, de la que no pueden escapar por culpa de un espectral sentimiento de dependencia a un espacio tan limitado como el del citado inmueble.
Los más de cincuenta años que median entre el filme del cineasta de Calanda y la adaptación teatral de Portillo y Fernando Sansegundo han acabado prácticamente con las clases medias en España; y las telarañas de recuerdos de materialismo excesivo han virado sus coordenadas existenciales, hacia los capitales reservados a los que verdaderamente detentan el poder en el país de la Piel de Toro.
Sin embargo, los seres humanos no han perdido esa naturaleza deformada por los espejos de feria, a la que hace referencia la movie de Buñuel.
Esta realidad de carácter escalonado sigue convirtiendo a los herederos de Adán y Eva en superficies lisas, con independencia de las décadas quemadas; los cuales lanzan al exterior reflejos de insolidaridad e indiferencia, a pesar de los disfraces tecnológicos del siglo XXI.
“Mirar al presente a través de los ojos de Buñuel“. Con este lema, Blanca Portillo define su acercamiento al mecano vivencial que levanta El ángel exterminador, y en el que se pone de manifiesto la incapacidad de los individuos para romper las barreras que les imposibilitan cruzar las figuradas puertas de su prisión.
Como los clásicos imperecederos, Luis Buñuel posee esa chispa permanente que hace que sus obras no carezcan nunca del componente de actualidad necesario.
¿Acaso no continuamos todos sujetos a un espacio del bienestar exclusivista y marginador, como los invitados de los Nóbile?
La sugerente puesta en escena de Portillo y Sansegundo anima a los espectadores a darse cuenta de la angustia que produce claudicar ante los carceleros de cualquier índole y condición (incluso los invisibles); justo lo mismo que plasmó el genio turolense hace más de medio siglo.
Nota.- El ángel exterminador estará en el Teatro Español de Madrid, del 18 de enero al 25 de febrero de 2018.
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