Wagner es la estrella de la nueva cervecería sinfónica que Georg Nussbaumer y el Solistenensemble Kaleidoskop abrirán en los Teatros del Canal, durante el Día Internacional de la Música (21 y 22 de junio).
Si el genial autor de Tristán e Isolda hubiera nacido en esta época de recortes hasta en la imaginación, probablemente habría tenido que meter sus ideas en algún programa de crowfundind para financiarlas. O bien, quizá, se hubiera visto obligado a ejercer como camarero en la Europa de las becas escasas y los minijobs, para cubrir gastos de escenificación.
Menos mal que Richard Wagner encontró el apoyo de Luis II de Baviera, quien con sus delirios ensoñadores dio alas al talento de uno de los mayores compositores teutones de la Historia.
Dentro de la extensa producción del germano, El anillo del Nibelungo (ciclo compuesto por cuatro óperas) es quizá su creación más perfecta y poderosa.
Un hito en el romanticismo de corte épico representado miles de veces desde su estreno original (y en todas de ellas con descubrimientos sorprendentes), ocurrido el 16 de agosto de 1876, en el marco del Festspielhaus Bayreuth.
Las décadas acumuladas por El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses han arropado las notas del maestro nacido en Leipzig con las telas de la inmortalidad, siempre tan novedosas como inspiradoras.
Y de inspiración al retumbar de los pentagramas de Der Ring des Nibelungen es como cabría calificar la aventura propuesta por Georg Nussbaumer y el Solistenensemble Kaleidoskop, con la que quieren festejar -en la Villa y Corte- el Día Internacional de la Música, fecha que prolongará durante los próximos 21 y 22 de junio.
WAGNER COMO BANDA SONORO DE UNA CERVECERÍA
La Sala Verde de Los Teatros del Canal es el sitio escogido por el colectivo llegado de las tierras de Sigfrido para montar su instalación-espectáculo, titulada Zona Wagner Operadhoy.
Con un total de diez intérpretes, la idea vertebradora de Ringlandschaft mit Bierstrom es mostrar al público una nueva versión del conocido ciclo operístico firmado por el compositor decimonónico.
Un viaje sin escalas ni descansos por la euforia sinfónica de El anillo del Nibelungo, siempre con un concepto minimalista de la misma como leitmotiv; eliminando todo lo concerniente al texto y a la teatralidad que contiene su simbólico libreto.
El impacto directo y carente de escudos protectores entre las notas de Herr Richard y los tímpanos de los asistentes es lo que pretenden causar Nussbaumer y su orquesta, como si se ofreciera ante el respetable un recital compuesto por la naturaleza misma y desnuda de la escala melódica.
Subidos a unas plataformas en un escenario suspendido a una altura determinada, y sumidos en nieblas y oscuridades, los músicos aparecen frente a los espectadores con unos auriculares tapando sus oídos.
En realidad, lo que éstos escuchan es El anillo del Nibelungo tal cual se suele representar en el circuito del bel canto. Y lo que los visitantes reciben es una traslación inmediata y sin aditivos más o menos distorsionadores de esos sonidos provenientes de un centro inexistente, casi celestial y utópico.
Así a través de las incontables y agotadoras horas ininterrumpidas que duran los maratones wagnerianos, y que Nussbaumer ha seccionado en dos sesiones: el sábado 21 de junio, de las 13:00 horas a las 24:00 horas, es el turno de El oro del Rin, La valquiria y Sigfrido; mientras que el domingo 22 de junio, de las 17:00 horas a las 21:30 horas, El ocaso de los dioses tomará el testigo artístico.
Sin embargo, este tour de asfixiantes connotaciones lo animan los responsables del montaje con una cervecería a la entrada, donde el personal puede adquirir sus bebidas y pasarlas al interior tantas veces como el cliente estime pertinente (en este caso, no se trata de un servicio asociado al teatro sino de un elemento más de la representación).
Un método, según los cerebros de Operadhoy, para promover la interactuación de los asistentes con la creación de Wagner, y que ésta sea productiva, en sentido circular y sumamente enriquecedora.
Aunque no queda ahí la cosa respecto a la ingesta de líquidos espiritosos, ya que los participantes también podrán experimentar las sensaciones de “Los Barriles de Wagner”, consistentes en unas cubas de agua, donde los que quieran podrán meter su cabeza para escuchar El anillo del Nibelungo en plan subacuático (aún no se ha especificado si se dispondrá de toalla para secarse, o será todo al natural).
Multipercepctivo (Georg y sus compañeros no escatiman recursos, tanto audiovisuales como incluso olfativos) y dado a concitar el olvido de las normas establecidas son dos buenas conjeturas para atajar el proyecto con el que la singular compañía propaga su acercamiento a la ópera del siglo XXI.
Una evolución que, según su punto de vista, concretará sus esencias en una pérdida absoluta de rigidez elitista, con un seguimiento mucho más lúdico de lo habitual.
Así pues, las postrimerías del verano madrileño esperan ya a Nussbaumer y al Solistenensemble Kaleidoskop, con el sudor en las callejas y los escotes convenientemente provocativos.
Un preludio revolucionario en las formas y el contenido que sirve de lanzadera perfecta para adelantar la época del bañador y la hamaca…
Vídeo de“Ringlandschaft mit Bierstrom” grabado en Berlín, en 2013. Pieza subida a youtube.com por symhoid
Más información, entradas y horarios en http://www.teatroscanal.com