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Mientras aún no se ha revelado nada especial respecto a su nuevo y esperado disco de estudio (al parecer, una de las posibilidades que se barajan es que el título sea el de uno de sus cortes, el eléctrico y elocuente Battle Born), la banda de Las Vegas arranca motores guitarreros y de promoción; dejándose ver por los saraos más destacados del programa festivalero. Y dentro de esa agenda de influencias necesarias, la confirmación de su actuación el próximo 13 de agosto en el más que atrayente escenario central del Sziget (donde podrán coincidir con colegas de fuste mediático del estilo de The Stone Roses y The Horrors) no hace más que prever una presentación velada de las letras inéditas, con las que Brandon Flowers y sus muchachos acapararán en breve el mercado de las ondas. Aunque el reciente fallecimiento -supuestamente por suicidio- de Thomas Marth (saxofonista del grupo en Sam’s Town y Day & Age) puede trastocar algunas de las citas internacionales del publicitado tour mundial.
Una carrera de tan solo tres álbumes les ha sido suficiente a esta banda de sonidos potentes y pegadizos, con tendencia a las aglutinaciones más que a los márgenes extremadamente indies, para sentarse en el trono del universo del rock & roll en el comienzo de este siglo XXI. Una hazaña a la que ha contribuido el apoyo unánime del público y de la crítica; a la vez de la vanagloria que suponen los premios y las ventas millonarias de sus trabajos.
Poco podía suponer Brandon Richard Flowers (Henderson, Nevada, USA, 1981), un chaval con sueños de músico ambulante al que le tiraba cantar y darle al piano, que llegaría un futuro en el que se subiría a escenarios multitudinarios como cabeza de cartel. Eran años en los que el aún adolescente se contentaba con escuchar desde el anonimato a sus admirados Oasis. Precisamente, cuentan las malas lenguas que fue la influencia de los hermanos Noel y Liam la que determinó al joven a intentar la aventura de las sinfonías contemporáneas. Tras leer un anuncio en un medio especializado, Brandon conoció a Dave Keuning (tipo afilador de guitarras); y de esa unión germinó el nacimiento de The Killers. Tras esta amistad profesional, la coincidencia de similares inclinaciones estilísticas y melódicas hizo estallar la chispa de la creatividad; lo que les animó a lanzarse a la palestra, protegidos únicamente por la figurada tela de Ariadna cosida a base de talento y energía.
Al poco de juntarse, y con la incorporación de Mark Stoermer (Bajo y voz) y Ronnie Vannucci Jr (Batería y percusión), el cuarteto alumbró uno de los debuts más impactantes de la primera década del tercer milenio: el sorprendente Hot Fuss (2004). Con el paraguas de Island Records, la pegada de cada uno de sus tracks (compuestos con la rabia de los que anhelan comerse el mundo) hizo que el CD fuera nominado como Mejor Álbum de Rock en los Grammy de 2005.
Una alternativa tan apabullante en el ruedo de los decibelios otorgó confianza a los chicos de Las Vegas, quienes confirmaron los parabienes con su segundo trabajo: el recordado Sam’s Town (2006). Los temas bailables y seductores de este fresco sonoro, como el existencialista When You Were Young o el adictivo Bones, alzaron la mencionada obra a los puestos más relevantes en las listas de éxitos.
Sin embargo, todo lo conseguido se vio sobrepasado con el triunfo del meteórico Day & Age (2008). El camino del revival y los sonidos eléctricos de pista a lo Tony Manero atrajo hacia The Killers la atención del personal más diverso: oyentes de gustos eclécticos que no hacían más que deleitarse una y otra vez con cortes como Human y Spaceman (himnos de estribillos reproducibles, que incluso coparon las posiciones más privilegiadas entre las descargas de tonos para móviles).
Cuatro años sin un CD de estudio han incrementado la ansiedad de los miles de seguidores de los músicos estadounidenses; una sed hacia la particular sintonía de los compatriotas de Obama que ni siquiera quedó amortiguada con la aparición de las piezas en solitario de Flowers (Flamingo) y Vannucci (Big Talk). No obstante, según las declaraciones de los miembros de la formación, este vacío está a punto de llenarse al fin; y lo hará con un disco que –a tenor de las palabras vertidas en distintas cabeceras y programas de radio y televisión- supondrá una revisión de lo exhibido desde Hot Fuss a Day & Age. Eso sí, tamizado por las experiencias de la casi una década curricular que ya acreditan estos “asesinos” con instrumentos en las cartucheras (los mismos boys que un buen día arrancaron su furgoneta de trovas, con el ojo puesto en ser los reyes coronados del rock & roll en la era de las redes sociales).
Más información, entradas y forma de llegar en http://www.es.szigetfestival.com
