Rosalía se reafirma

La cantante y compositora catalana edita "Motomami" (Columbia Records): un caleidoscopio de ritmos e inspiraciones, con el que la responsable de "El mal querer" conforma su autorretrato musical. Un lienzo libertario y ecléctico, voluntariamente roto y abierto a los impulsos internos y existenciales.

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Motomami
Rosalía muestra sus experiencias a lo largo de dieciséis letras envolventes

Rosalía se ha convertido, con solo tres álbumes, en un fenómeno mediático que traspasa fronteras, y que engloba fans de distintos gustos musicales y apetencias estéticas. La artista catalana ha sabido aunar su talento compositivo y lírico, con el excesivo cuidado de su imagen; siempre en calidad de estrella arropada por un acertado sentimiento underground (algo que podría calificarse de sutil revolución antisistema, si por sistema se entiende la mercadotecnia vacía de contenido, y pendiente obsesivamente de los vaivenes de las modas).

Descrita de esa manera, Rosalía entra de lleno en un universo habitado antes que ella por divas de la pegada de Madonna y Lady Gaga: reconocidas reinas de los escenarios, que han conseguido preservar el camino de la brillantez creativa, pese a rendir el tributo necesario al postureo y a las alfombras rojas.

Tras el éxito apabullante de El mal querer (la impresionante explosión curricular de la cantante nacida en Sant Cugat del Vallès), esta flamenca alojada en las extensiones del pop, la electrónica, el reggaeton, el hip hop y el jazz acomodaticio se suelta la melena, para afrontar el trabajo más “personal” de su todavía breve discografía. Esta obra de talante identitario lleva el título de Motomami (Columbia Records), un trabajo con el que la artista catalana intenta confeccionar su propio autorretrato en clave abstracta, plagado de contradicciones y expresiones sacadas del acervo popular y de la práctica del Spanglish callejero y suburbial.

Rosalía
Rosalía escogió el tema “La Fama”, como primer single de “Motomami”

Resulta sorprendente que, con independencia de las pistas sonoras que da la autora sobre las impresiones profesionales asociadas a la vorágine desatada en torno suyo, lo que más ha llamado la atención de los medios de comunicación haya sido la dificultad para entender el lenguaje de los cortes que nutren Motomami. Recurso que permite a Rosalía desencadenar un juego sarcástico y reivindicativo a base de palabras, que convierte el disco en un conjunto de mensajes ajenos a la coherencia, y que fotografían momentos concretos en la existencia de la cantautora (instantes que tienen más que ver con sensaciones vitales, que con secuencias literales tomadas de la realidad de la vocalista de Con altura).

ROSALÍA ROMPE CON EL LEITMOTIV DE “EL MAL QUERER”

En El mal querer, el tema central era el posicionamiento respecto al amor romántico; pero en Motomami esa línea argumental se encuentra oculta, diversificada en torno a un grupo de letras carentes de claridad expositiva, y que saltan sin complejos por los asuntos que estas tratan, sin exponer ningún anclaje emocional destinado a la continuidad.

Ya en el primer track, el singular SAOKO, Rosalía asume que ella se transforma; y esa metamorfosis es la que lubrica la evolución melódica y rítmica de Motomami, presidida únicamente por la libertad, y el elemento sorpresivo ante lo que va a acontecer en cada pista.

De esta manera, después de la sinceridad urbana y aparentemente caótica de SAOKO, los acordes iniciales de Candy revelan la necesidad de marcar los tiempos para concebir atmósferas diferentes, diseñadas con el objeto de empatizar con los oyentes transversales en cuanto a gustos y predilecciones musicales.

Rosalía
Rosalía ganó su primer grammy con “El mal querer”

El sexo, la fe y las contradicciones que impone el apego enfermizo a la sociedad de consumo se erigen como las perchas más resaltables en el álbum, de las que la cantante catalana cuelga sus odas multicolores y desenfadadas. Unos pilares de filosofía confusa y camaleónica, sobre los que la creadora levanta un edificio de ilusiones extrañas, y de asunciones rebeldes y determinantes.

Temas de fuerte arraigo cultural (Bulerías) se funden con flirteos hacia la tecnología resultona (Chicken Tariyaki), estaciones de paso en la que hay también lugar para los boleros (Delirios de grandeza) y los encuentros traviesos con el diccionario (Abcdefg). Laberinto de ideas que manifiesta la velada denuncia del peligro existente en vender el alma a los placeres del dinero, cuando esto implica renunciar a la identidad propia.

Nota: Motomami alude al homenaje que Rosalía dedica a su madre, la cual iba en moto a todas partes, según declaró en una entrevista concedida al diario El País.

Más información en

https://www.columbiarecords.com

 

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