Annibale Carracci, inédito
El Museo Nacional del Prado inaugura en Madrid "Los frescos de la capilla Herrera": una exposición sensitiva e inmersiva, donde la pinacoteca recrea el interior de la Iglesia Santiago de los Españoles, en Roma (el lugar que albergó originalmente las pinturas del boloñés Annibale Carracci).
Annibale Carracci fue uno de los maestros transalpinos más solicitados en tareas decorativas de templos y palacios, en la desmembrada Italia de finales del siglo XVI y principios del XVII.
Con una perspectiva de la plástica inspirada en los genios florentinos y en la captación mistérica de los venecianos, Carracci lideró la escuela boloñesa, e impuso al Barroco estremecedor e impactante de Caravaggio una visión más luminosa, teñida de una pacífica prestancia, y con imágenes atemperadas por gestualidades menos espectrales que las imantadas por el artista milanés.
Las obras de Annibale Carracci conforman un imaginativo curso de asunciones técnicas y anatómicas variadas y sensitivas, que le acercan a las soluciones planteadas por Michelangelo Buonarroti y Raffaello Sanzio. Un torbellino de pinceladas atmosféricas, en el que igualmente se puede percibir la presencia subliminal y humana de Andrea del Sarto, con sus figuras de rasgos simétricos y dramatizaciones orquestadas por la armonía expositiva.
Tales elementos, esbozados por la paleta atrevida y versada del que fuera decorador exitoso de la galería del Palacio Farnese, quedan reflejados en los fragmentos y los dibujos que nutren la exposición Los frescos de la capilla Herrera, la cual se puede visitar en el madrileño Museo Nacional del Prado, hasta el próximo 12 de junio de 2022.
La idea central de la muestra estriba en reunir los siete frescos que se conservan en el museo capitalino, y que fueron sometidos a un reciente proceso de restauración. A ellos se suman las nueve pinturas murales que se encuentran en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y el óleo sobre tabla que viaja procedente de la iglesia Santa María de Montserrat, en Roma. Una intensa labor de reagrupación, que supone una oportunidad excepcional para levantar un marco virtual de singular efecto, y en el que pervive el historiado interior de la capilla Herrera, perteneciente a la prestigiosa iglesia Santiago de los Españoles de Roma: edificio que cayó en decadencia en el siglo XVIII, con la consiguiente fragmentación de los murales de Carracci.
ANNIBALE CARRACCI Y SU SINGULAR ESTILO
La historia de los frescos de la capilla de la familia del banquero palentino Juan Enríquez de Herrera comenzó con un ofrecimiento: el del prestigioso hombre de negocios al santo Diego de Alcalá, para solicitar la curación de su hijo enfermo. Por aquel entonces, entre 1539 y 1610, la iglesia romana de Santiago de los Españoles era uno de los templos con mayor predicamento entre las autoridades del país con forma de piel de toro. Dato imprescindible, para comprender el interés de Herrera por aportar un grano de eternidad a su inmenso patrimonio crematístico.
A tal efecto, el banquero palentino contrató los servicios del boloñés Annibale Carracci, quien acudió acompañado de su ayudante Francesco Albani, el cual fue el autor de muchos de los fragmentos y obras que se pueden contemplar estos meses en el Museo Nacional del Prado, y que se hizo cargo del proyecto a la muerte de AC, en 1609.
Con la vida y milagros de San Diego de Alcalá como argumento narrativo, el artista norteño desplegó un espectacular escenario de azules dialogantes, y coreografías tocadas por la dignidad sacra de los personajes que las protagonizan. Secuencias que ilustran al santo franciscano recibiendo limosna, salvando a un joven de morir abrasado en un horno de leña, o recibiendo el hábito de la orden en la que profesó sus actos de fe.
El Museo Nacional del Prado y el comisario de la muestra, Andrés Úbeda (Director adjunto de conservación del Museo Nacional del Prado), han procurado desplegar las diferentes piezas y objetos de la manera en que estos debieron estar ubicados en la iglesia romana de Santiago de los Españoles. Semejante fórmula escénica favorece a que los espectadores experimenten una sensación de viaje emocional a través del tiempo, hacia el lejano crespúsculo del siglo XVI y el albor esperanzador y desconcertante del XVII. Unos años en los que el boloñés Annibale Carracci aplicó su destreza con el dibujo y el paisajismo, para lustrar una capilla dotada de diferentes alturas, y ansiosa por ser vestida con la paleta cromática de este hacedor de universos pigmentados e hipnóticos.
Nota: Junto a los fragmentos del mural de la capilla Herrera, también están expuestos dibujos relacionados con los frescos; estampas que reproducen partes perdidas de la decoración realizada por Carracci y Albani; y libros de exequias de los reyes de España.
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