Paul Auster y la ausencia
Paul Auster regresa a la actualidad literaria con "Baumgartner" (Seix Barrral): un relato sobre el amor de un hombre hacia su pareja fallecida, que intenta rehacer su vida con una nueva y esperanzadora relación afectiva. El autor de "La trilogía de Nueva York" despliega una prosa precisa y directa, casi esquemática, para marcar los momentos emocionales del protagonista: un escritor y profesor universitario que está perdido en su propia realidad.
Paul Auster es un creador de rutinas enfermizas, atemperadas por una nostálgica descomposición personal, programada y progresiva.
Los personajes del autor de Sunset Park suelen sucumbir al plantar cara a su volátil y vaporosa cotidianeidad, heridos de muerte en combates figurados que acorralan la razón y promueven la locura generalizada y la desesperación.
En este sentido, la urbe de Nueva York que aparece en las obras de Auster es una ciudad moribunda y espectral, sin que por ello albergue una actitud deprimente o sentenciosa a través de las innumerables relaciones que establecen sus ingenuos y cegados habitantes. Las avenidas, surgidas de la imaginación del responsable de 4 3 2 1 son como arterias a punto de exhibir una hemorragia imposible de detener, en la que tienden a perecer los individuos anónimos de a pie; los cuales se mueven a base de placebos sociales, convenientemente esmaltados en la factoría de las ilusiones perdidas y mediáticas.
Baumgartner (Seix Barral) adquiere su contundencia literaria en esos contextos de tristeza acumulada, en los que se mueve con soltura el narrador estadounidense. Unos lugares por los que transita con ritmo cansino Baumgartner: el eminente profesor universitario y escritor que actúa como antihéroe de esta historia laberíntica e intimista; desnuda en sus nervios humanos, pero efectiva como un bisturí dispuesto a abrir en canal los sentimientos del personaje principal de esta novela breve y expansiva.
La soledad tras la pérdida de un ser querido es el tema que centra el desarrollo argumental de este atrayente y sinuoso texto ideado por Paul Auster.
Sin artificios vacuos ni experimentos estilísticos ajenos a la propia naturaleza de la historia, el autor nacido en Newart, USA, describe con frialdad de guion cinematográfico la cotidianeidad de Baumgartner, como si el lector se situara en el papel de un destacado voyeur que espía una intimidad que se desviste sin complejos ni pudor moralista.
Esta fórmula de minimalismo voluntario le sirve a la pareja de la también escritora Siri Hustvedt para situar la trama en torno a la aparente pacificación del espíritu contrariado del profesor protagonista, el cual acepta probar suerte con una felicidad marcada por los fuegos de artificio de una autodestrucción futura y añorada.
PAUL AUSTER MARCA EL DEVENIR DE UN INDIVIDUO AFERRADO AL RECUERDO DE LA MUJER CON QUIEN COMPARTIÓ LOS MEJORES MOMENTOS DE SU VIDA
El comienzo de Baumgartner es de una asepsia descriptiva absoluta e impactante, que sorprende por la precisión con que introduce a los extraños en el sombrío y milimétrico universo del personaje principal. Este individuo acontece en el libro a sus setenta y un años, tras casi dos lustros sin su compañera natural.
Los primeros párrafos de la novela representan a un tipo algo desastrado, casi excéntrico; el cual habla por teléfono con una cierta desenvoltura, sobre su situación sentimental en el presente. Sin embargo, pronto se hace visible el placebo de la rutina, para desembocar en un emotivo flashback, con destino al lejano 1968.
En ese año determinante de libertades revolucionarias, Baumgartner conoce como estudiante a la mujer de su vida: una chica con la que llega a compartir cuatro décadas, y a la que nunca va a olvidar.
La angustia por resistir a los silencios, la incapacidad para sanar convenientemente de una dolencia que no es física, la dualidad de elección entre la felicidad impostada de la segunda oportunidad y la nostalgia asfixiante por recuperar lo que ya no existe… Las distintas ramificaciones argumentales de Baumgartner revelan la necesidad de Auster por contar el duelo eterno establecido entre un amante que se resiste a claudicar y el olvido que se asocia con la aparición de la muerte. En definitiva, un ser cosido a puntada gruesa, a quien las curas del bienestar simplemente le aconsejan insistir más en restaurar un pasado progresivamente velado y sombrío.
Más información en
https://www.planetadelibros.com