New Order editan Music Complete (Mute Records), el décimo álbum de su extenso currículo. En él, el quinteto inglés rinde tributo a las melodías de inspiraciones hedonistas y a los ambientes estilizados.
De las cavernas contestarías y rebeldes del post-punk del Manchester de finales de los setenta y principios de los ochenta, a la música dance de laboratorio mediático, solo hay un paso de más de treinta años. Ese Rubicón de sonidos e influencias es el que ha traspasado la banda británica New Order, para adecentar sus contorsiones psicodélicas al ritmo de los sintetizadores discursivos y las guitarras somnolientas.
Las audiencias ávidas de odas contagiosas son las que salen mejor paradas en el décimo disco del grupo. Un compacto o vinilo signado adecuadamente como Music Complete (Mute Records); en el que Bernard Sumner, Stephen Morris, Gillian Gilbert y Phil Cunningham tienen que sobreponerse a la ausencia del bajista Peter Hook (sustituido por Tom Chapman), quien decidió darse un respiro respecto a su carrera con los supervivientes de Joy Division.
NEW ORDER SE ASIENTAN EN LA PISTA DE BAILE
Entrar en los surcos de este nuevo CD a 11 cortes es como introducirse sin protección en un club de reminiscencias neoyorquinas, como los que visitaban los miembros de la formación hace unas cuantas décadas.
A tal efecto, Sumner y sus muchachos se esfuerzan por desplegar una atmósfera reconocible desde el primer track: la composición de furor postmoderno titulada Restless. Y lo consiguen sin mucho esfuerzo, únicamente concitando su virtuosismo en estas lides, tras acuñar un sonido propio durante innumerables temporadas en las pistas de baile y en los estudios de grabación.
Esa capacidad para crear notas casi de la nada genera que Music Complete destaque por encima de todo por su perfección técnica, más allá de otras consideraciones adicionales. Un trabajo en el que hay sitio para colaboradores de lujo, con el tronío de Elly Jackson “La Roux” (el solista de ánima electrónica se marca con Tutti Frutti uno de los temas más excéntricos del álbum), Iggy “La iguana blanca” Pop (su timbre resulta inconfundible en Stray Dog) y Brandon Flowers (el cantante de The Killers participa activamente en Superheated).
Bastante más entonada hacia la electrónica chill out que Lost Sirens (el noveno trabajo de la banda), esta obra del quinteto inglés revela un apego excesivo a las fórmulas del éxito más o menos asegurado, sin riesgos aparentes. Algo que era impensable cuando el desaparecido Ian Curtis guiaba los destinos guerreros de ese team de chicos urbanos, que otrora se hacían llamar Joy Division.
Sin embargo, y pese a puntualizaciones sobre aventuras de cartón piedra, New Order gozan de una historia y de unos antecedentes que elevan cada uno de sus proyectos a la categoría de las esperanzas generalizadas, y este décimo disco no es para menos. Esos dejes de genialidad se atisban en riffs solitarios, composiciones de teclados diseñados para hipnotizar o gargantas persuadidas por el encantamiento de los adormecedores de serpientes.
Universos de emociones reventadas en el mural de las músicas sensitivas, que Sumner, Morris, Gilbert, Cunningham y el debutante Chapman defienden ya en el tour que han iniciado por Gran Bretaña, y para el que aún quedan entradas para la actuación del día 17 de noviembre, en la Bixton Academy de Londres; donde compartirán escenario con The Horrors y DJ Tintin.
Vídeo oficial de Restless, por New Order
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