Lydie Salvayre acerca el Goncourt a la España del 36
Lydie Salvayre gana el premio más importante de las letras francesas con “Pas Pleurer” (Editorial Seuil), un texto donde transita por la época en que sus padres se establecieron en la tierra de La Marsellesa.
Existen camposantos bajo la luna de la memoria.
En semejantes lugares, las lápidas tienen la respiración forzosa de los pretéritos moribundos, y las flores asfixian su apariencia arropadas por las lágrimas de las realidades inalcanzables.
Ubicados dentro de tales extensiones, autores como Georges Bernanos levantaron los muros de un tipo de literatura voluntariamente marchita, esmaltada por pensamientos oscurecidos y derrotados, casi kamikazes en pos de objetivos desdibujados por el paso del tiempo.
Un amargo trago de tinta y papel que la escritora Lydie Salvayre asume con aplomo en la novela con la que ha alcanzado el último premio Goncourt: un relato, a medias entre dos países, titulado Pas Pleurer (Editorial Seuil).
LYDIE SALVAYRE Y SUS FOTOGRAFÍAS EN SEPIA
La Guerra Civil Española es el marco que nutre el argumento de la obra de Salvayre.
Como si fuera un enemigo siempre presente en sus relaciones personales, el conflicto bélico transcurrido en la Península Ibérica traumatiza notablemente a la protagonista del texto: una joven llamada Montserrat Monclus Arjona, que parece inspirada en la figura de la madre de la narradora.
Alimentada por la prosa enfermiza y viral de Los grandes cementerios bajo la luna, de Georges Bernanos (París, 1888- Neully-sur-Seine, 1948), la heroína asume su existencia en una nación que se derrumba al ritmo de los discursos violentos, de la barbarie entre compatriotas, y de las acciones irracionales de una época sumida en la vorágine apocalíptica.
Pero el libro de Lydie Salvayre es más que una crónica ubicada en un momento y un espacio determinado, ya que pronto trasciende de la identificación histórica para tomar el curso de las sensaciones individuales; de las evocaciones a golpe de diario imaginado por una galería de seres a los que se les intuye el carácter de espectros, como si hubieran surgido del background biográfico de la propia literata.
Nacida en Francia, LS es hija de republicanos exiliados tras la victoria de Franco; en concreto, de progenitor andaluz y madre catalana. Un árbol genealógico que explica el conocimiento de primera mano que reflejan los acerados párrafos desplegados en Pas Pleurer.
De pequeña, la responsable de Himno ilustró en su fantasía los relatos encendidos de sus familiares: huidos de la geografía de sus ancestros, y cuyo deseo por regresar ahogo sus llantos en unas extensiones que no eran las suyas.
Así creció la mujer que ha tomado el testigo en el Goncourt de las manos de Pierre Lemaitre (quien se hizo con el galardón en 2013, por su libro Nos vemos allá arriba); una dama que a sus sesenta y seis años reclama el final de las congojas; como si asumiera el triste sinsabor de las memorias infelices, rotas cual jarrones estrellados contra el suelo de la sinrazón.
Ese sentimiento de rabia contenida es lo que desbordan las páginas de No llorar, como si la Barcelona de 1936 -en la que comienza la acción del texto- fueran los infiernos morales y éticos a los que se refería Bernanos.
Un escenario donde “los cementerios bajo la luna” tornan su apariencia demoníaca en sueños silenciados por los dogmas de hierro, en utopías ametralladas por políticas irresponsables y sangre en las cunetas.
Más información en http://www.seuil.com