Lionel Shriver saca los colores a USA
Lionel Shriver publica en español su último trabajo, “Big Brother” (Editorial Anagrama). Una conmovedora historia en la que la autora critica la obsesión por la salud en Estados Unidos.
Un adolescente conflictivo fue el vehículo que propició fama y reconocimiento a esta creadora de afilado lenguaje y turbulento sentido del sarcasmo.
Cuando en 2005, Margaret Ann Shriver (más conocida por el nombre masculino que adoptó nada más cumplir 15 años, Lionel) ganó el Premio Orange por su séptima novela, “Tenemos que hablar de Kevin“, el mundo literario comenzó a fijarse en los escritos de esta señora con cuchillos en la pluma y sensibilidad heredada de su relación paterno-filial con el dogmatismo religioso.
Afincada desde hace algún tiempo en Gran Bretaña, y peleada a puño despellejado con algunas de las convenciones de su patria natal (USA), la escritora norteamericana ocupa un lugar destacado en las lecturas recomendadas para combatir los rigores veraniegos, con su última obra traducida al español: “Big Brother” (Editorial Anagrama).
Una historia de asfixia familiar y consanguínea que guarda más de un callejón oscuro, colindante con las experiencias sufridas por LSh al lado de su hermano.
LIONEL SHRIVER Y EL ACTIVISMO
Aunque el título del libro puede recordar a primera vista a “1984“, de George Orwell, la distopía que podría desarrollar la narradora de Gastonia no sirve alas de futurismo incierto, sino realidad presente y constatable, insertada en una sociedad con alienación excesiva por el culto al cuerpo y a los estereotipos.
En las páginas elaboradas por Shriver, Iowa adquiere sombras de Letra Escarlata a través de la particular existencia de Pandora Halfdanarson, una dama con vida de anuncio de teletienda y trasfondo de insatisfacción constante.
La protagonista bien podría ser el leitmotiv para un reportaje de ambiente en cualquier revista de buenas maneras, ya que de puertas para afuera su día a día es como una escena en bucle de la satisfacción made in USA: está casada con un hombre que se gana bien los garbanzos, cuida de dos hijastros adolescentes, y ella misma se muestra ante los demás realizada profesionalmente, en calidad de dueña de un negocio de muñecos parlantes para adultos.
Sin embargo, todo cartel propagandístico tiene su letra pequeña.
Y en el caso de Pandora, este lado oculto de la Luna se refiere sobre todo a un esposo dominante, y obsesionado con los hábitos saludables (es decir, bicicleta hasta a la hora de dormir y comida macrobiótica incluso en el desayuno).
En el momento en que comienza la trama del libro, la heroína lleva el sometimiento a su pareja de una forma medianamente aceptable.
Pero la visita de su hermano (un pianista de jazz dedicado a la bohemia y con obesidad mórbida), hará que ésta replantee su rutina.
Una tesitura en la que la mujer tendrá que escoger entre salvar a su pariente de las garras de las enfermedades coronarias, o echar a la calle a su “big brother” y pasar página.
Al final, la hija de la antigua estrella televisiva Travis Appaloosa elige a su hermano; y, junto a él, los dos se marchan a un motel para ver si es posible vencer la resistencia del hombre por mejorar su estado de salud.
Las notas autobiográficas (Shriver perdió a su hermano por un paro cardiaco asociado a la mala alimentación y la falta de ejercicio) marcan un relato que rezuma carnalidad y rabia, a la vez de tragedia cotidiana y enfado social.
Una lectura que, sin duda, activará las neuronas de los esclavos del gimnasio y de los apegados a las hamburgueserías y demás establecimientos de “fast food“.
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