Lana del Rey busca su sitio
Lana del Rey lanza al mercado su disco más íntimo, “Ultraviolence” (Interscope Records, Polydor). Un trabajo plagado de historias con tonos sombríos.
Madonna, Lady Gaga, Diana Ross, Whitney Houston… Las recetas para cocinar a una diva de la música son imposibles de concretar.
Muchos pensarán que lo necesario es poseer una voz con personalidad y distinción (no necesariamente potente o bien cuidada), mientras que otros podrían objetar que es más determinante acreditar una manera especial de moverse y de crear moda y expectación. Incluso algunos (mucho más aliñados en la ensalada de las tecnologías del siglo XXI) añadirían -como parte esencial a la construcción de una reina contemporánea del espectáculo- una buena promoción vía redes sociales.
Si tales son los componentes primordiales, Lana del Rey está de suerte, porque es capaz -pese a su juventud- de reunir todos esos ingredientes.
La chica desembarcada de Nueva York parece estar destinada a acaparar fama y galanteos, cual rutilante estrella del universo de las ondas. Sin embargo, aún le queda bastante trecho que patear -plagado de dificultades y bajones-, para redondear una carrera aún tan breve y casual como la de ella.
No obstante, esta nueva Avril Lavigne de ojos soñadores está dispuesta a trabajar duro en su objetivo por lograr el triunfo a través de su tono psicodélico y pegadizo, aunque -todo sea dicho- no excesivamente novedoso.
Un estilo que se torna un poco más taciturno e introspectivo en la tercera obra de su currículo, un álbum especial donde la autora de Born To Die ha dado rienda suelta a su vena más oscura y filosófica.
LANA GOLPEA A LO MÁS ÍNTIMO DE SUS SEGUIDORES
Tal cambio de intenciones melódicas se deja percibir desde la concepción del título de tan esperado CD, un emblema que -según algunos críticos británicos- la cantante y compositora ha tomado prestado de la novela La naranja mecánica, de Anthony Burgess.
Signo de distinción literaria y afectiva que la norteamericana concreta con la simple palabra de Ultraviolence (Polydor e Interscope Records).
Con la ayuda de su productor de cabecera (Dan Auerbach), Elizabeth Woolridge Grant (nombre real de Lana del Rey) visita algunas de las estaciones más lúgubres de su estado de ánimo, sumida en un atisbo de reflexión mediática tras la ruptura con su novio y los recuerdos de haber pasado un periodo de alcoholismo en su adolescencia.
Fortalecida por todas esas experiencias, la antigua dama de Video Games ha ganado en madurez lírica y en versatilidad sonora. Efectos que se reflejan claramente en los acordes, casi sacados de una sala electro-dance, del primer sencillo del compacto: el efervescente e inspirado West Coast.
Cuatro años de carrera y de actuaciones extenuantes han ido conformando la piel de esta letrista, que admira el talento de figurados mentores como Nancy Sinatra, Bob Dylan, Leonard Cohen, Carly Simon y Amy Winehouse. Influencias visibles en los accesos enérgicos de una diva emergente, que parece querer reivindicar un lugar en el que no sea necesario renunciar a la calidad para concitar ventas millonarias.
En numerosas entrevistas previas a este tercer disco, Lana se ha mostrado un tanto insegura y sorprendida por el rápido ascenso que ha vivido en esta década: un lapso casi de infarto para ella.
De ser una muchacha desconocida que insertaba sus trabajos en las redes sociales a vender cinco millones de copias, con Born To Die, no han mediado ni un par de años. Por eso, después del Born To Die Tour, la veinteañera lo único que deseaba era descansar en su casa de Santa Mónica (California) para escribir.
Parada en seco y alejamiento del mundanal ruido que se ha traducido en el discurso enfático de Utraviolence.
De esta manera se comprende que los once cortes que completan el trabajo de la responsable de Blue Jeans vengan a ser como páginas de la propia vida de Lana, en las que es posible escarbar testimonios a media asta, dentro del leitmotiv sentimental de trovas confesionales como Cruel Words, Brooklyn Baby, Sad Girl, Pretty When You Cry o Money Power Glory.
Un diario musical en el que participan compañeros de armas como Blake Stranathan, Nowels, Dan Heath, Barrie-James O’Neill, Robbie Fitzsimmons y Jessie Mae Robinson. Grupo al que Del Rey suma la presencia de Nino Rota, como un guiño ineludible hacia la pasión de la singer por el mundo del cine (precisamente, Lana está de actualidad en este sentido por poner voz en la banda sonora del filme Maléfica).
Tras visitar esos paisajes jaspeados con los brillos de la existencia, el compacto finaliza en su versión estándar con el profético The Other Woman. Un apunte más sobre la transformación de LdR, metamorfoseada satisfactoriamente en una mujer que reclama su confirmación definitiva.
Vídeo oficial de “West Coast“, canal Vevo
Más información en http://www.lanadelrey.com