La arquitectura es la que manda
La arquitectura es el tema bajo el que la National Gallery de Londres ha montado la exposición “Building The Picture”. Muestra con la que la pinacoteca aventura una nueva manera de analizar las obras de arte.
Y el ángel anunció a María… Mientras, el sol celestial se colaba entre las juntas esmaltadas de una casa humilde o palaciega, siempre según el caudal dramático del portador del pincel que representaba la escena.
Más allá de ser meros aperos técnicos para desbordar perspectivas deslumbrantes, los edificios pigmentados de los maestros renacentistas levantaban discursos de creatividad en torno a sus tejados sombreados. Eternamente humildes frente a los puntos de atracción de las figuras humanas. Constantemente silenciados por los colores de los ropajes y las encarnaduras de los cuerpos.
Pero la incorporación de los inmuebles en las pinturas no era un asunto trivial o gratuito para el artista que decidía su inclusión, sino todo lo contrario.
Eficaces y determinantes en exponer el punto de vista de los pintores, los inmuebles de los siglos XIV, XV y XVI concebidos en la Italia de los estados desmembrados se convierten en los auténticos protagonistas de la exhibición que ocupa -con sus dimensiones aritméticas- la sala Sunley de la National Gallery de Londres.
Una muestra que estará abierta al público hasta el próximo 21 de septiembre.
LA ARQUITECTURA ES LA QUE MANDA
Como si de un montaje teatral se tratara, las comisarias de Building The Picture (Caroline Campbell y Amanda Lille) han coordinado un extenso laberinto de cuadros en los que los fondos no aparecen como simples complementos, sino que marcan -con el fuego de su yeso figurado- el discurrir de la escena.
A lo largo del espacio prestado por la pinacoteca londinense, los espectadores pueden contemplar cómo Sandro Boticelli jugueteaba con los dobles sentidos a través de las construcciones humanas, cómo Carlo Crivelli imaginaba las emociones bíblicas enfocadas con los utensilios propios de una modernidad contemporánea, y cómo Marcelo Venusti vestía de clasicismo ateniense las contorsiones totémicas del templo de Jerusalén.
Fieles a su concepción de Arte integral, el Quattrocento y el Cinquecento dieron al mundo toda una generación de artistas plásticos que dominaban temáticas adyacentes a su trabajo como eran la arquitectura y la anatomía, sin obviar la filosofía y la religión.
Esto hacía que las escalas de Miguel Ángel se tiñeran de sueños constructores, que las frágiles entrañas oleosas de Rafael estuvieran soportadas por capillas de adocenamiento greco-romano, o que las travesuras simbólicas de Leonardo Da Vinci tomaran eco de comprensión por medio de los tapices, los muros y las estancias en donde transcurrían sus insinuaciones de paleta y grafito.
Autores como Domenico Veneziano, Gianfrancesco Maineri, Lorenzo Costa o Zanobi Strozzi son algunos de los maestros que cuelgan sus aventuras de ladrillo y sangre en la institución capitalina.
Aunque, tal vez sea la oportunidad de disfrutar de El juicio de Salomón, de Sebastiano del Piombo, y de The Ruskin Madonna, de Andrea del Verrocchio, el caramelo mediático más llamativo de una exposición cuya tarea es la de abrir los ojos de los aficionados a todos los elementos que combina un lienzo.
Un propósito que la National Gallery refuerza en sus costuras con la ayuda de cinco cortos, que exhiben con holgura la importancia de buscar en los edificios pigmentados las esencias y mensajes del siempre estimulante Renacimiento. Un quinteto de obras audiovisuales en el que participan el arquitecto Peter Zumthor, la directora Martha Fiennes, el historiador T. J. Clark, el experto en el Séptimo Arte John Davis Rhodes y el diseñador informático Peter Gomstein.
Más información, entradas y horarios en http://www.nationalgallery.org.uk