Picasso cierra su año
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid acoge en ocho de sus salas la muestra "Picasso 1906: La gran transformación"; un recorrido que ilustra a los espectadores sobre el año en que el creador de "El Guernica" dirigió su trabajo hacia la modernidad, en unos tiempos cambiantes y revolucionarios para la plástica. Un período que culminó con la elaboración de "Las señoritas de Avignon", en 1907.
Picasso fue un artista que siempre supo cómo liberar su paleta de las cadenas de las corrientes pictóricas de su época, como si con ello reclamara un encuentro seductor y apasionante con la materia y los ungüentos que definen la imagen de un lienzo deslumbrante, o de una lámina de tonalidades voluntariamente ocres.
Esa determinación por conferir una evolución individual y talentosa en sus desconcertantes trabajos otorgó al creador malagueño un magnetismo especial y contagioso, con el que construyó su leyenda de maestro de la genialidad, y de la abstracción travestida de figuración fragmentada y posibilista.
La perspectiva múltiple, con la que Pablo Picasso descompuso lo que antes se antojaba como un ejercicio de escenificación de secuencias supuestamente unitarias en su percepción, confirió a las pinturas del responsable de El arlequín una trascendencia misteriosa y atrayente, como si estuvieran incrustadas en una sala de espejos vanguardistas y fantasiosos.
El comisario y experto Eugenio Carmona ha querido ilustrar el momento preciso en que el maestro del Cubismo tomó la decisión de afrontar una trayectoria altamente novedosa e ilusionante, programada desde la total estimación del absoluto desprendimiento de moralinas aleccionadoras, y con la convicción de que el hedonismo es una regla enriquecedora a la hora de exponer los deseos íntimos y colectivos en un lienzo.
Precisamente, esa búsqueda de satisfacciones prohibidas a nivel social es el denominador común de Picasso 1906: La gran transformación; la muestra que la sede madrileña del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía presenta al público hasta el próximo 4 de marzo de 2024. Un entramado de cuerpos insinuantes y anatomías presurosas a disfrutar de sus desnudeces, que Picasso utilizó para abordar una comunicación más directa y sincera con el hecho pictórico, como si abandonara cualquier elemento tangencial a la naturaleza de los pigmentos y a los circuitos de líneas y curvas que definen sus musas y efebos.
PICASSO DESCUBRIÓ UNA SENDA DE EXPLORACIÓN NOVEDOSA E ILUSIONANTE EN 1906
El Modernismo reinante en sus comienzos aportó solidez a la paleta del joven Pablo Ruiz Picasso, aunque también le impulsó a probar territorios de vanguardia desconocidos para la mayoría de sus coetáneos. Con la base formal y técnica de maestros como El Greco, Ingres, Cézanne y Gauguin, PRP comprendió que el primitivismo reclamado por los postimpresionistas era lo adecuado para acercarse más al lenguaje eterno de la plástica, y desatar tendencias deslumbrantes, desencadenadas a partir de la reducción de conceptos y perspectivas.
De esta forma, la influencia de las expresiones culturales provenientes de África y las representaciones clásicas de los etruscos, los griegos, los cretenses y los iberos formaron una especie de macedonia cromática en la paleta hambrienta de Picasso; y con ella avanzó hasta lograr el toque imperecedero de su sello personal e inconfundible.
Las más de 120 obras que alimentan la exhibición del Reina Sofía revelan las inquietudes de un artista empeñado en borrar el curso de las verdades inmutables, mucho más interesado en alterar las leyes de la percepción que en repetir fórmulas en bucle.
Bajo estas coordenadas, las insinuaciones de liberación sexual y las constantes modificaciones entre los diferentes géneros de los modelos de sus pinturas habilitan al espectador para entrar en un universo dionisiaco, en el que la heterosexualidad, el lesbianismo y la homosexualidad son actitudes diluidas por la atracción que provoca la profunda relajación de los protagonistas anónimos de los lienzos. Un río de disfrute sin pagos de peajes morales, en el que Picasso se define como pintor de epidermis en plena ebullición, en una línea semejante a la establecida por los muralistas pompeyanos.
Todo ese año vivido entre París y el pueblo leridano de Gósol armó el revestimiento creativo del futuro autor de Las señoritas de Avignon, la suite Vollard y El Guernica. Trescientos sesenta y cinco días de arte sin redes ni frenos, que marcan el final del aniversario de la muerte del pintor malagueño.
Nota: La exposición Picasso 1906: La gran transformación estará abierta al público, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, hasta el próximo 4 de marzo de 2024.
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