Juan Perro se queda a solas
Juan Perro (o lo que es lo mismo, Santiago Auserón) presenta su octavo disco de estudio: un manual de uso sobre la desnudez melódica, titulado El viaje (La Huella Sonora, S.L.).
El cantautor zaragozano reúne quince letras, que destilan sus inspiraciones ajenas a géneros concretos, y que vierten su savia en torno a los sones latinos y el jazz regado por arranques tequileros.
El otrora cantante de Radio Futura firma una obra de líricas altamente visuales, la cuales invitan a los oyentes a ir más allá de las notas que contemplan los pentagramas.
Años de desplazamientos rítmicos, y de alimentación compartida de sones y culturas transcontinentales, han hecho del personaje Juan Perro (alter ego de Santiago Auserón) un trovador del siglo XXI, siempre presto a llenar su hatillo artístico con las prendas que recibe de sus amigos fronterizos.
Entre las telas acumuladas en la maleta del filósofo maño, hay tapices curtidos a lo Compay Segundo, ironías sulfurosas estampadas a lo Kiko Veneno, e historias objetivadas a través de las extensiones eternas de la América profunda.
Con tales influencias, las composiciones de Perro construyen imágenes basadas en emociones compartidas, constantemente deudoras de la imaginación activa de un creador ansioso por experimentar los senderos de las literaturas huidizas.
Ahí es donde se sitúa el material sonoro de El viaje: un itinerario paisajístico en el que no existe el turismo de lujo, y donde los jacuzzis absorbentes no están ni figurados.
Las pernoctaciones propuestas por Auserón son a cielo raso, sintiendo el viento y la madrugada en los huesos. Simplemente calentados por el arrope de una guitarra, y los ripios efervescentes de este pintor de acuarelas auditivas.
JUAN PERRO TRAZA EL MAPA DEL MESTIZAJE
El malditismo de las despedidas colectivas arranca los surcos del octavo trabajo en solitario del excomponente de Radio Futura. Encerrado en una caja de frases opacas, Los inadaptados desvela las esencias de Vidas rebeldes, el filme que John Houston rodó en 1961, y en el que Montgomery Clift, Marilyn Monroe, Clark Gable y Arthur Miller mostraban su faz de fantasmas conscientes. Espectros de celuloide, a los que Juan Perro les otorga la dignidad de proyectar “la vida como un resplandor“.
Acompañado de una guitarra acústica, el músico zaragozano deja el sello inconfundible del mestizaje sinfónico, que se convierte en la seña de identidad y en la bandera activa para el resto de los cortes.
Nada más abandonar las reflexiones cinematográficas reseñadas, Auserón salta a criticar lo vacío de la mercadotecnia sin sentido, con Canción sin estribillo; donde resalta la ilógica de martillear los oídos del público con anuncios disfrazados de tonada, pese a que el contenido sea totalmente inexistente.
Y así, uno tras otro, los tracks descubren con agilidad la naturaleza creativa de un hombre capaz de traducir, a un solo lenguaje, idiomas tan distintos y coincidentes como el jazz, el blues, el R&B, los sones de malecón caribeño, la samba emulsionada por caderas chorreantes y la Movida madrileña de los ochenta. Coctelera de ritmos que JP sintetiza en un dialecto rico en matices y evocaciones, nunca exento de trasfondos críticos.
A través de semejante fórmula de resultados atmosféricos, Juan Perro desgrana baladas con alma de bolero (Ámbar), temas con sabor añejo (Mr. H & Lady G.), juegos lúdicos con palabras sensuales (Agua de limón) o acusaciones cargadas de veracidad contra la Prensa de poco fuste (Aire).
Una lista de deseos confesados que marcan El viaje de este prestidigitador de estrofas, ataviado con un pseudónimo de carne y hueso.
Vídeo oficial del tema Los inadaptados, por SantiagoAuserónVEVO