Juan Pastor: “Chéjov se adelantó a Freud y al psicoanálisis”

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Juan Pastor reflexiona sobre el montaje de Tres hermanas, de Antón Chéjov: un espectáculo complicado e intenso, que el director e intérprete ha mantenido en la cartelera capitalina hasta el pasado 7 de febrero, dentro de la programación de Los Teatros del Canal de Madrid.

Juan Pastor, en el interior de Teatro Gundalera
Juan Pastor, en el interior de Teatro Guindalera/ Foto: Jesús Martín

Una lluvia intermitente tinta de gris la urbe del Oso y el Madroño, mientras el frío invernal congela los paraguas de los viandantes con sus mensajes de hielos candentes. En un día tan inhóspito como acuoso, el Teatro Guindalera (Calle Martínez Izquierdo, 20) levanta su faz de escaleras empinadas, maquillado con los discursos de comunicaciones interactivas y absorbentes. Allí, acompañado por el escenario y las bambalinas, su artífice –Juan Pastor (Alicante, 1943)- recorta su esbelta figura cervantina sentado en una silla de mimbre metálico.

Actor antes que director, el que fuera alumno aventajado de William Layton conserva en la memoria más de cuatro décadas de decorados y textos, de coreografías dramáticas y clásicos de hiriente viveza. Un currículo vasto en emociones, que el veterano intérprete alimenta en la actualidad con las aventuras al borde de la bancarrota.

Tras finalizar el período de Tres Hermanas en los Teatros del Canal, ¿qué balance sacas de la experiencia?

  • (Se echa hacia atrás en el respaldo del asiento, al tiempo que alza su franca mirada) Pues, ha ido de maravilla. Hemos tenido el teatro lleno desde el primer día. (Para un momento para tomar aire) No lo esperábamos. Teníamos planteado estar dos semanas, y al final hemos estado tres. La experiencia ha sido muy enriquecedora, tanto de público como de críticas. Pero, claro, todo esto viene después de la tensión previa; porque ha sido una labor de más de un año muy intensa, de investigación, de búsqueda, de trabajo con los actores…
  • ¿Vais a visitar otras ciudades españoles con la obra?
  • Sí, vamos a hacer gira, y tenemos una posibilidad de volver a Madrid a una sala grande como la de los Teatros del Canal. Pero, hasta octubre, hay un impás muy grande, y algunos actores tienen que buscarse otros trabajos para subsistir. Es una agonía constante.
  • En vuestra adaptación de la pieza de Chéjov había como una especie de traslación temporal, para enlazar muchos de los temas del texto original con la época actual. ¿Cómo trabajasteis esa sensación?
  • Ahí se planteaba un problema. La obra es un clásico, y había que respetar la esencia para buscar un acercamiento al presente; ya que, sino, no tiene sentido un clásico. Es decir, los valores son eternos; pero siempre debe haber una conexión con el espectador contemporáneo. Por otro lado, Chéjov está hablando de un momento muy concreto, que posiblemente se repite en ciclos. En Rusia, en esos años, estaba la posibilidad de un cambio muy brusco. Ahora se está hablando en España de otro cambio. En aquella época, los ecos de la revolución sonaban cada vez más, y vino lo que vino. Chéjov estaba anticipándose al cambio terrible; es más, él era partidario del cambio, pero paulatino, no traumático, como realmente fue. (Para un instante) Así que el problema estaba en cómo respetar acontecimientos históricos que inciden en la obra y, sin embargo, aportar una visión más actual.
  • Normalmente, las versiones de Tres hermanas no suelen apuntar esa interrelación con la modernidad…
  • Creo que el problema que hay en las adaptaciones de ahora es que se hacen como dando palos de ciego, no hay que romper la esencia de lo que se escribió. Nosotros, en un marco contemporáneo, contemplamos la obra tal y como fue concebida. Sin abandonar el clasicismo de la época, hemos buscado un contexto ubicado en el presente. Esto lo conseguimos a través de la incorporación en la trama de una compañía de actores, que va hacer un montaje de Tres hermanas, y de repente se encuentra con que su espacio que es más o menos cercano al de la pieza. En esa línea, hay imágenes muy metafóricas, que tienen que ver con lo que pasa hoy en día: cambiamos los muebles porque no podemos cambiar la realidad, el espacio físico. Y, al final, esos muebles están amontonados para un desahucio, que es la imagen más corriente en la actualidad de nuestro país. (Cruza los brazos para armonizar el breve silencio) Así que, nosotros tratamos de buscar ese equilibrio, consistente en respetar el clasicismo y dar una visión más contemporánea. El espectador ve que no hay una escenografía arquitectónica, sino que tiene la sensación de que va asistir a un ensayo que poco a poco se transforma en algo más. Jugamos con los conceptos de la ficción y la realidad. Esa era la idea.
  • Juan Pastor intenta transmitir el carácter visionario de Chéjov, a través de "Tres hermanas"/ Foto: Jesús Martín
    Juan Pastor intenta transmitir el carácter visionario de Chéjov, a través de “Tres hermanas”/ Foto: Jesús Martín
  • En la película Vania en la calle 42, de Louis Malle, había un acercamiento a Tío Vania, de Chéjov, muy similar al que vosotros planteasteis…
  • No es lo mismo, porque en El tío Vania que mencionas vemos de dónde parten los actos, y ya no abandonamos la ficción. No obstante, tal vez, la intención más profunda sí que es compartida entre las dos propuestas. Abordamos conflictos eternos del ser humano, pero con una visión más moderna, más contemporánea… De todas formas, Chéjov concibió la obra más en el sentido a cómo la hemos montado nosotros que a la manera en la que se ha estado representando en los últimos años. Las disputas entre Stanislavski y Chéjov eran continuas, y todo el mundo las conoce. Stanislavski va hacia la teatralidad y el drama, y Chéjov llega a decirle que lo que él representa es más un vaudevil, es una comedia. El comportamiento de los personajes es un poco loco, porque hay una presión muy fuerte del entorno, entre lo que ellos quisieran que fuera la realidad y lo que transcurre en el mundo. (Entorna la mirada para pausar un poco el argumento) En Tres hermanas notas que algo gordo está sucediendo. En los primeros actos, la vida es muy alegre: es un comportamiento muy cómico. Incluso, los grandes problemas del ser humano, cuando los ves con distancia, son cómicos. Ese sentido del humor está muy presente en Chéjov… Ese estilo, que se ve mucho en los montajes rusos, y que es demoledor y rompedor. Pienso que si Antón Chéjov volviera a la vida, estaría mucho más de acuerdo con nuestra propuesta que con la que se ha dado de sus creaciones en este país.
  • Llevas muchas décadas con Chéjov a cuestas, ¿qué es lo que más te anima a seguir recurriendo al dramaturgo ruso para tus proyectos?
  • Creo que Chéjov tiene la habilidad de amar y comprender la naturaleza humana, y lo hace mejor que nadie. Sus relatos son maravillosos… de la comicidad de los primeros, a la tragedia de los últimos. Tiene la habilidad de ver cómo es el ser humano, y lo retrata tal cual; característica que ejercita particularmente en Tres hermanas. Pienso que este texto estaba encaminado a iniciar la renovación de su dramaturgia, que no pudo hacer por su repentina muerte. Está retratando al ser humano, con las razones que generan los actos de los personajes… los porqués, el subtexto… En la mente humana, el 95% es subtexto, y Chéjov tiene la habilidad de descubrir el mundo interno y comprender la línea emocional de los seres humanos.
  • Juan Pastor dirige Teatro Guindalera desde hace trece años/ Foto: Jesús Martín
    Juan Pastor dirige Teatro Guindalera desde hace trece años/ Foto: Jesús Martín
  • Laurence Olivier llegó a decir que Chéjov era uno de los mejores psicoanalistas de la Historia…
  • Se adelantó a Freud y a las corrientes psicoanalíticas que vinieron después. Chéjov tenía una intuición especial, y una capacidad poética para captar las emociones. La pena es que muriera tan pronto, porque en Tres hermanas ya hay un cambio en su dramaturgia y en su compromiso con la sociedad; ya empieza, por ejemplo, a tener relaciones con autores implicados con la revolución. Las estructuras tienen entonces más que ver con montajes corales, aparece el nihilismo… Por ejemplo, el doctor de Tres hermanas es el nihilista ruso por excelencia. Por eso creo que, durante muchos años, se ha leído muy mal a Chéjov, que es tan fundamental para el teatro como William Shakespeare. Ellos son como las bases en las salsas para la cocina: todo está en Chéjov y Shakespeare.
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  • ¿Te ha revelado algo nuevo este último acercamiento a Tres hermanas?
  • Sí, bueno, Tres hermanas la vengo estudiando desde hace cuarenta años. A lo largo de esas décadas, me ha ido sorprendiendo momento a momento. En el proceso de montaje, lo tenía muy claro. Lo que me ha molestado es no haber podido montarla como habría querido, por no tener los medios ni el dinero para ello. Quizá, lo que más me ha sorprendido ha sido la aceptación del público: no pensaba que iba a ser tan buena. Teresa (pareja de Pastor, e impulsora con él y su hija María de Teatro Guindalera) y yo estábamos muertos de miedo… Pasé unos meses de angustia, porque íbamos en cooperativa. (Calla un segundo para dar un quiebro argumental) Otra cosa que me ha sorprendido es que un porcentaje alto de ese público no ha entendido la obra, pero la ha visto. Por ejemplo, lo subliminal de la propuesta no lo ha entendido. Muchos no saben que hay una metáfora escénica… Incluso, algún crítico muy estudiado no ha comprendido los momentos en que se paraba todo y los actores miraban a los espectadores para romper la ficción, y viajar a la actualidad. En la representación hablamos de corrupción, de la necesidad de un cambio, de que el pasado no nos puede atenazar… De tantas cosas que son reales en la España de hoy.
  • Juan Pastor se queja en la entrevista del poco interés que ejerce la Cultura entre los estamentos del poder en España/ Foto: Jesús Martín
    Juan Pastor se queja en la entrevista del poco interés que ejerce la Cultura entre los estamentos del poder en España/ Foto: Jesús Martín
  • Esa falta de ayudas económicas a un montaje como el tuyo incide en otras cuestiones tragicómicas con la Cultura en nuestro país: titiriteros encarcelados en Madrid, 21% de IVA cultural… ¿Es descabellado pensar que los poderes políticos tienen miedo a la Cultura? 
  • Creo que han encontrado el punto más débil. Pienso que es más grave que eso, ya que conciben la Cultura como mierda que está ahí, como barro que está en la calle; no les importa. Ese es el problema. La Cultura para ellos sigue siendo el fútbol, los toros y los famositos que salen en televisión. Ellos consideran otras cosas, me refiero a los que siguen una cultura más carca. Eso está mucho en Chéjov. Él nunca habla de buenos y malos, sino de razones y de comprender el comportamiento humano. El público es quien juzga el comportamiento, incluso los personajes más grotescos tienen sus razones y hay que comprenderlas.
  • En un país tan teatral como este, ¿no percibes una especie de empobrecimiento en la cartelera escénica actual?
  • El problema fundamental es de educación. Aquí ha habido una época, cuando empezaba a hacer teatro, en que todos éramos una familia, no había formación. La escuela de Arte Dramático era de declamación. El cambio ha sido tremendo tras la democracia, con la proliferación de escuelas. Los alumnos que salen de los centros se transforman en profesores. Hemos ido a extremos equidistantes: cien mil actores en paro y las salas pequeñas abren y cierran. Por otro lado, se tiene la sensación de que todo vale. Los críticos han desaparecido y, si escriben, tienen miedo a criticar nuevas tendencias. El rigor desaparece, al igual que la dignidad en nuestro trabajo. Ya no hay un García Lorca o un Valle-Inclán. El público no está educado para distinguir una obra buena de una mala. La banalidad y la falta de dignidad se han impuesto.
  • Juan Pastor considera que el público debería acceder a una mayor educación teatral/ Foto: Jesús Martín
    Juan Pastor considera que el público debería acceder a una mayor educación teatral/ Foto: Jesús Martín
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  • En esa situación de desamparo, ¿qué papel juegan los sindicatos?
  • Para empezar, un sindicato serio debería tener sindicados serios. Lo primero que debe hacer el sindicato es defenderlos. En Inglaterra, el sindicato funciona de puta madre, porque los actores que están sindicados son actores formados. Aquí, lo único que quiere la gente es vivir de esto. Luego hay otros problemas, como la necesidad de fama… No se valora que se tenga más o menos calidad. Por ejemplo, los premios. ¿Cómo se puede dar el premio de actor revelación a un niño? ¿Qué mérito tiene? ¿Por qué un señor que a los ochenta y tres años hace una película por casualidad se considera actor? Es como si un individuo a esa edad le diera por hacer casitas sin estudiar, y le concedieran un premio como arquitecto. Eso denota falta de educación profesional.
  • ¿Ese problema es el único que percibes?
  • No, luego tenemos unos programadores que quieren llenar el teatro con rebaños de famosos; y saben que, si yo llevo a Pepito o a Fulanito de la serie tal, se va a llenar al teatro. (Respira ante el análisis efectuado) Todo es así.
  • Juan Pastor expone la necesidad de una ley justa de mecenazgo/ Foto: Jesús Martín
    Juan Pastor expone la necesidad de una ley justa de mecenazgo/ Foto: Jesús Martín
  • Vosotros practicáis el micromecenazgo por necesidad. ¿Realmente, esta forma de financiación tiene éxito?
  • Pienso que lo del crowdfunding en su día parecía la solución. Pero, como no hay estímulos que lo promuevan… Creo que estos procesos están en franca decadencia. A nosotros, esta técnica nos ha ayudado, ya que tenemos un público muy seguidor… Sin embargo, mientras no haya estímulos, es imposible.
  • A lo hora de montar Tres hermanas, ¿no tuvisteis ayudas del Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento o la Comunidad de Madrid?
  • Nosotros tenemos muchos problemas, y uno de los principales es que la normativa municipal nos impide percibir ayudas para la sala. Las ayudas de la Comunidad de Madrid son mínimas y delirantes. Si tú haces un montaje de 90.000 euros, tienes que justificar facturas de que te has gastado ese dinero, para luego recibir solo 15.000 euros… ¿Cómo lo haces? Es que es impresionante. Entonces, no nos llega ni la Comunidad ni el Ministerio… este organismo es inexistente. Todo ese sistema genera que la actividad de ahora en la cartelera nazca de la desesperación. En este momento, hay una visión falsa de lo que ocurre en Madrid, y se publicitan cosas como la del crecimiento del número de salas. Eso es tremendamente anormal. (Enfoca la mirada con una ligera sonrisa) Tal vez, entre tanta mierda salga una flor.
  • Juan Pastor demanda una mayor dignidad profesional/ Foto: Jesús Martín
    Juan Pastor demanda una mayor dignidad profesional/ Foto: Jesús Martín
  • Una vez terminadas las representaciones de Tres hermanas, ¿qué planes barajas para el futuro más inmediato?
  • En estos momentos de crisis eterna, estamos en un período de reflexión. Acabamos de salir hace tres días de la sala del Canal y ahora viene el bajón, que se caracteriza por un sentimiento de “para qué habré hecho yo ese esfuerzo”. Es cuando aparecen los problemas de la culpabilidad y el sinsentido. Así que, no sé qué vamos a hacer. Es posible que Tres hermanas tenga salida; y, con el espacio que tenemos aquí en Martínez Izquierdo, vamos a intentar que funcione hasta que podamos. El problema es que para reflexionar sobre el futuro que me preguntas hay que tener sosiego, y vivimos con el día a día.
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