Isa Genzken conquista el MoMa de Nueva York
Los edificios tienen enfrentamientos callejeros cuando la ciudad guarda el silencio de los mausoleos colectivos. Durante esas horas imprecisas, coincidentes con la sordera habitual de los llamados urbanitas, las fachadas modernistas preconizan duelos a estoque con las rigideces neoclásicas; mientras los inmuebles minimalistas desenfundan sus puños libertarios para dar una paliza barriobajera a las ampliaciones barrocas. En medio de esas discusiones de piedra, mármoles y hormigón; las piezas de Isa Genzken (Bad Odesloe, Schleswig-Holstein, Alemania, 1948) toman la dicción de los duelistas confusos: espejos de rebeldía pasional, cuya imagen se compone de miles de manantiales plásticos.
Los más de cuarenta años que Hanne-Rose lleva en el circuito han hecho de ella una fémina de sólidas estructuras, un espíritu inclasificable que pivota con ligereza por el carácter multimedia de los últimos tiempos; pero que pisa con la fortaleza de las figuras horneadas en la lumbre de la fisonomía contemporánea. Tal señora de plintos y caballetes es la protagonista de la extensa muestra que coloniza el MoMa hasta el próximo 10 de marzo de 2014, desplegada a través de The Joan and Preston Robert Tisch Exibition Gallery (laberinto situado en la sexta planta del centro neoyorquino).
Un cerebro en constante evolución
Procedentes de diferentes museos y colecciones privadas, las aproximadamente 150 piezas que se instalan en el enclave estadounidense hablan de un manual ajeno a los dogmas, sustentado sobre la superficie de inspiraciones constructivistas y minimalistas, destinadas a asombrar por la furibunda vida que canibalizan de los materiales. Ya sean dioramas, instalaciones de tridimensionalidad militante, pinturas de eléctricos trazos, fotografías anímicas, collages irónicos, dibujos, books artísticos, películas o esculturas arquitectónicas; cada una de las obras generadas por la creadora educada entre Hamburgo y Berlín es un puntal de innovación dramatizadora, siempre hundido en las raíces del sentir social.
Desde sus inicios en los setenta, Isa se ha decantado por el cuestionamiento absoluto de las normas, más o menos aceptadas por sus colegas de profesión. De esta manera, la perspectiva cambiante es lo que provoca las emociones desbocadas que transmiten sus imágenes, poesías tangibles que los visitantes experimentan ante el tacto del papel, la madera, el ladrillo o los inmutables espejos.
La exhibición, que abrió sus puertas el pasado 23 de noviembre, refleja la capacidad sobrehumana de la responsable de la conocida serie Rose (1993- 1997), e igualmente diseñadora de la titánica vídeo-creación titulada Der Spiegel (donde segmenta 121 reproducciones en blanco y negro, procedentes del mencionado semanario germano); actitud reveladora en la que se incluyen grabaciones fílmicas de la calidad visual de Zwei Frauen im Gefecht, Chicago Drive, Empire/ Vampire y Who Kills Death.
Aunque parezca extraño, los mágicos espacios de Genzken se exponen por primera vez en un museo con la bandera de las barras y estrellas; por lo menos en una retrospectiva tan amplia como ésta. Y eso que la teutona posee importantes trabajos relativos a la nación de El Capitolio, como el collage en tres volúmenes I Love New York, Crazy City (1995- 1996).
Todos estos objetos (tanto los gigantescos como los de pequeño formato) levantan su potente voz para unirse a esa cruz de metales, que entrechocan las arquitecturas de la intemporalidad. Un golpeteo de charcos y arena, de ruinas y deconstrucciones, en el que el lema del New Building se traslada a las artes más tradicionales: terreno donde las fronteras entre disciplinas difuminan sus contornos, hasta alcanzar la invisibilidad.
Más información, entradas y horarios en http://www.moma.org