Elton John afronta el disco número 32 de su extensa carrera con una actitud rejuvenecedora, como si el compositor británico se hubiera sometido a sesiones continuas de lifting sonoro. Wonderful Crazy Night es por ello una invitación a los disfrutes de fin de semana, atemperado con las sorprendentes teclas del piano de Sir Elton y los pentagramas del estimulante Bernie Taupin.
Bien en el castillo de La bella durmiente en el parque Disneyland de Orlando o en una populosa tienda de la arteria londinense de Oxford Street, el cantante de Can You Feel the Love Tonight? resulta muy parecido al actor Tom Cruise, cuando trata de promocionar una de las obras en las que se juega el prestigio, la confianza de su público y -por qué no explicitarlo- su propio dinero.
Sin mucha distancia temporal del interesante The Diving Board (2013) y del sorprendente The Union (2010), Wonderful Crazy Night llega al mercado para exhibir la faz sonriente de un artista que parece no sufrir el paso del tiempo, salvo por algún que otro requiebro en su potente garganta, que acredita ya sesenta y ocho inviernos.
De esta manera, cada corte de su trabajo 32 está ejecutado con la maestría técnica de un tipo que soporta sobre sus hombros más de cinco décadas de escenarios y estudios de grabación, todo para transmitir una pieza consistente del rompecabezas emocional en el que se haya inmerso en la actualidad. En definitiva, un fastuoso escaparate de deslumbrantes neones, que combina con dosis milimétricas las melodías enloquecedoras, las baladas de confesiones en penumbra y los arranques folk de inspiración estadounidense.
ELTON JOHN OFRECE LO QUE QUIEREN SUS SEGUIDORES
Los riegos sin red no son muy del gusto de un señor que se ha mantenido durante más de diez lustros en lo más alto de un negocio tan volátil como el de la música. Gesta que el inglés ha protagonizado a través de un innegable talento para sacar petróleo de su piano de cola, muchas veces acompañado por melodías y letras que no estaban a la altura de la interpretación melódica orquestada al efecto.
Dentro de esa vara de medir, Wonderful Crazy Night no posee la fuerza escénica de Empty Sky y Goodbye Yellow Brick Road, ni tampoco ofrece ritmos tan contagiosos como los extendidos por los hits ochenteros de Too Low for Zero; pero sí que mantiene la llama candente del espíritu del cerebro activo de Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy.
Las épocas transcurridas han hecho que el glam perdiera sentido progresivamente en la esfera tecnológica, así como el rock transgresor en formas y contextos fuera quedándose sin aire social; por tales motivos, las líricas de Sir Elton se atisban más como regalos envueltos en papel de celofán que como bombas destinadas a perpetuarse a través de las décadas. En ese universo de pompones esmaltados en brillantina es donde adquieren el peso de una funny party, songs de la naturaleza discotequera de Claw Hammer, Guilty Pleasure, The Open Chord o Looking Up.
Aunque, en medio de las turbulencias festivaleras, Reginald Kenneth Dwight introduce inteligentemente composiciones como In the Name of You y A Good Heart, que sirven para que el personal no pierda constancia sobre la genialidad de un tipo que guarda todavía mucho fondo de armario de primera gama.
Imprescindible con independencia del elemento generacional, cada disco de Sir Elton Hercules John desprende la dignidad de los productos esculpidos con la experiencia y la sabiduría sinfónica que suele generar este aristócrata de las ondas. Algo que Wonderful Crazy Night cuida hasta en los aspectos más tangenciales, como el de la banda que acompaña al trovador de Your Song. En este sentido, EJ da la alternativa a los excelentes Kim Bullard (a los teclados) y a Matt Bissonette (en el bajo).
Vídeo de Blue Wonderful, por Elton John. EltonJohnVEVO
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