Edith Pearlman y el heroismo de las pequeñas cosas
La octogenaria escritora estadounidense lanza en español "Visión binocular" (Editorial Anagrama): una recopilación de 34 de sus mejores cuentos.
Edith Pearlman es una autora de instantes sutiles, donde los objetos y los gestos más nimios adquieren la contundencia de los minuteros trascendentales.
El figurado telar en el que la narradora de Rhode Island compone sus relatos es una máquina artesanal y cuidadosa, que hila palabras con las que la creadora busca la humanidad inherente a cada individuo, siempre al compás de la sencillez espartana y de las existencias silenciosas.
Contrariamente a lo que ocurre con los textos de otros de sus colegas, el estilo de Pearlman no corre al ritmo de un hiperrealismo literario esclavo de las formas inflexibles, y hambriento del apego obsesivo a la verosimilitud discursiva.
La prosa de la compatriota de Paul Auster está más hermanada con las atmósferas sensibles, con las caricias aterciopeladas de las confesiones sin altavoz, y con las frases horneadas en el subconsciente personalizado de las experiencias memorísticas.
Visión binocular (Editorial Anagrama) supone un ejemplo de la riqueza imaginativa que exhibe en sus obras esta literata con espíritu de psicoanalista de la sociedad. Un aguerrido pulso descriptivo, que adquiere su profundidad por medio de los ambientes evocadores, muchas veces enredados en los conflictos de sus confusos personajes.
EDITH PEARLMAN, UN TALENTO A DESCUBRIR
La posibilidad de adentrarse en el universo metódico de esta artista de la contención supone una oportunidad para toparse de cara con un cúmulo de emociones compartidas sin dobleces, como si las geografías y las fronteras no fueran más que líneas artificiales; las cuales borran su significancia, frente a la sinceridad de los sufrimientos y las felicidades casuales de los seres que personalizan las escenas diseñadas por EP.
Con semejante maleta de vaporosos elementos,Visión binocular deambula con pasaporte universal por Maine, Hungría, la Rusia zarista, un lugar no especificado de Centroamérica y por el imprescindible enclave de Godolphin, en Massachussetts (USA), entre otros escenarios: un tablero de recuerdos, mediatizados por la mirada somnolienta de los aventureros y transparentes protagonistas de las narraciones breves que reúne tan apreciable obra.
Aunque, con independencia del contexto paisajístico, lo que realmente determina la fuerza de cada una de las piezas del texto está determinada por las vivencias de los que escenifican cada una de las situaciones planteadas. Unos argumentos en los que el asunto de la diáspora judía (después del salvaje Holocausto nazi) se encuentra presente en más de una de las tramas; normalmente sujeta al esqueleto de tipos agrietados por el pasado, y con ansias de borrar el horror sufrido a manos de las hordas del Tercer Reich.
Un tapiz de relatos en el que la niña que espía con unos binoculares a sus vecinos sirve a EP para titular el singular e inspirado volumen.
Junto a Visión binocular, los lectores que comparten el idioma de Cervantes tienen la oportunidad de completar el recorrido por las pasiones de Edith Pearlman con Miel del desierto: un impactante y brillante trabajo, que Alianza Editorial puso en el mercado a mediados de 2017.
Nota.- Visión binocular forma parte de la colección Panorama de Narrativas, de la Editorial Anagrama; y cuenta con la traducción de Amado Diéguez Rodríguez.