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Marmóreas miradas a lo Marlene Dietrich se concitan en las retinas de esta heredera de Eva dada al renacimiento artístico. Pintora, soprano, cantante de jazz, actriz, performance y bailarina; muchas son las escamas que exhibe su piel cosmopolita, epidermis de dama pretérita que nunca pierde el pulso a la modernidad. Fiel a las contorsiones capitalinas de La Villa y Corte, este referente femenino de Leonardo da Vinci aterriza en la urbe del Oso y el Madroño para sumarse a los actos de celebración de las Jornadas dedicadas a la Mujer Trabajadora, con tres actuaciones en las que expone la pasión vertida en las palabras y la música de genios como Johann Strauss, Franz Joseph Haydn y su admirado Kurt Weill.
Desde el pasado 8 de marzo, y hasta el domingo 10 a las 11: 30 horas de la mañana, Ute Lemper (Münster, Alemania, 1963) hace suyo el interior del Auditorio Nacional de Música (sede de la Orquesta y Coros Nacionales de España, ubicada en el número 146 de Príncipe de Vergara) con la intención de presentar un espectáculo perteneciente al programa Ellas Crean, y en el que la germana conjuga las emociones de atril y las contorsiones polifónicas por las que suelen transitar sus montajes escénicos.
Acompañada por el cuarteto vocal Die Singphoniker, y por la batuta rectora del director Lawrence Foster, la compatriota de Thomas Mann deshoja la margarita de un fresco de luces y sombras, donde el protagonismo se lo llevan los compases aristocráticos de El Vals del Emperador, de Johann Strauss; los sones celestiales del preludio de La Creación, de Joseph Haydn; los laberintos existenciales de Los siete pecados capitales, de Kurt Weill; y las líneas mitológicas de La Metamorfosis, de Paul Hindemith.
Como se puede comprobar, los conciertos previstos transcurren por etapas sustanciales en el currículo de la hija de un banquero y una cantante de ópera, que se hizo célebre después de que el propio Andrew Lloyd Weber la escogiera en 1983 para las representaciones centroeuropeas de su obra Cats.
A partir de ese momento, Lemper se empeñó en experimentar con todos los palos musicales posibles, con el objetivo de conformar un paisaje interpretativo plagado de influencias y evolución constante. Un cuadro con innumerables puntos de fuga en el que se hacen fuertes los pigmentos distinguidos del clasicismo, los contornos sinuosos del jazz de hornada continental, los fondos enérgicos de las vanguardias underground y los bodegones sombríos de los musicales más señeros en la cartelera teatral.
Tal gusto por la transformación es un elemento esencial en el ADN de la alemana. Así, quien eche un vistazo al bagaje profesional de la rubia alumbrada en Münster se llevará una agradable sorpresa, al comprobar que es más que posible compaginar el legado de Édith Piaf y la etérea Lotte Lenya con los acordes callejeros y aventureros de tipos del pelaje de Tom Waits y Nick Cave; sin por ello tener que renunciar en ningún momento al minimalismo de Michael Nyman y Philip Glass.
Ahora, en el filo de los cincuenta años, Ute se siente completa y profunda, comprometida a pie de público con su ideario político y filosófico: siempre pendiente de la igualdad en la compleja y poliédrica sociedad del siglo XXI, y de la preservación de la libertad sin pagos de autovía de peaje. Voluntario posicionamiento que explica su obsesión, como recitadora de versos orquestales, hacia la excelente la producción del tándem formado por Kurt Weill y Bertolt Bretch.
Judíos en un mundo que desembocó en el genocidio nazi, los dos autores encontraron la necesaria comprensión mutua para huir oníricamente del exilio al que les condenó el régimen de Adolf Hitler, durante los prolegómenos de La Segunda Guerra Mundial. La persecución de las ideas por parte del Tercer Reich, que se cebó con el trabajo de esta intensa y proactiva pareja de autores, hizo que las obras en las que colaboraron en unión se tiñeran de una nostalgia anímica mediada por la rebeldía y la tristeza, electrificada por las ansias de sobrevivir en un planeta caótico y tendente a la autodestrucción.
Unos estados espirituales que este fin de semana volverán a ser enunciados -con cordura cabaretera de período de entre guerras- en la voz de Ute Lemper. Justo como lo hicieron los originales intérpretes hace ahora más de siete décadas, cuando los uniformes de las esvásticas intentaron silenciar con el miedo los sueños multicolores de los poetas, los novelistas, los músicos, los compositores, los cantantes, los actores, los directores, los pintores, los comediantes, los escultores, los arquitectos…
Más información, horarios y entradas en http://www.ocne.mcu.es y http://www.utelemper.com
