Ullmann lleva la barbarie nazi al Teatro Real

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Ullmann resucita a través de las expeditivas notas de El emperador de la Atlántida.

El Teatro Real de Madrid acoge la angustiosa creación, que el compositor eslavo ideó mientras estaba prisionero en el campo nazi de Terezín (Theresienstadt).

Pedro Halffter se encarga de la dirección musical en un montaje cargado de evocaciones, respecto al Holocausto ocurrido durante La Segunda Guerra Mundial.

Ullmann pensó un drama profundamente satírico para intentar plasmar su vida en el gueto judío/ Foto: Teatro Real de Madrid
Ullmann pensó un drama profundamente satírico para intentar plasmar su vida en el gueto judío/ Foto: Teatro Real de Madrid

Una enorme oscuridad, casi metálica y espectral, envuelve el escenario del templo operístico de la Villa y Corte.

A partir de ese manto de estampas cegadas por la demolición depresiva, seis personajes salen a escena con los cantos estrangulados de los condenados; presididos por una orquesta que disuelve la fábula en una infusión de sonidos precisos y cambiantes.

Viktor Ullmann concibió tal universo de marionetas caricaturescas con la ansiedad de narrar el horror cotidiano que experimentó en el campo de Terezín, antesala de la definitiva tumba de gas a la que acudió en 1944, cuando él y el joven letrista Peter Kien fueron ejecutados en Auschwitz.

Tras al asesinato de sus autores, si no hubiera sido por el profesor Emil Ultiz (quien salvó el manuscrito pautado elaborado por Ullman) y por Kerry Woodward, El emperador de la Atlántida o La Muerte renuncia a hacer su trabajo nunca habría visto la luz.

Aunque la obra aún permaneció en el reino silencioso y trágico de las sinfonías ocultas hasta 1975, fecha en la que esta ópera de un solo acto fue finalmente estrenada, en el Centre Bellevue de Ámsterdam.

"El emperador de la Atlántida", de Viktor Ullmann, estará en el Teatro Real hasta el próximo 18 de junio
“El emperador de la Atlántida”, de Viktor Ullmann, estará en el Teatro Real hasta el próximo 18 de junio

Más de cuarenta años después de su accidentado nacimiento, el testimonio disfrazado de cuento satírico del músico de Teschen (actualmente en Polonia) adquiere el protagonismo contundente de las palabras imaginadas en el abismo de la destrucción, alicatadas con las formas fantasmagóricas del apocalipsis desplegado por Adolf Hitler y sus hordas genocidas.

ULLMANN CRECE EN IMPORTANCIA AL LADO DE RILKE

Concebida para ser representada por un grupo limitado de instrumentos, El emperador de la Atlántida goza de continuas asunciones sensitivas, siempre enfocadas a destacar el poder ilusorio de las historias relativas a los conflictos bélicos generalizados y a las políticas psicóticas, que destrozan normalmente la esperanza. A lo largo de los distintos movimientos, Ullmann regala absorbentes secuencias, como la contenida en Komm, Tod, Du unser werter Gast; y las alterna con la algarabía forzada de temas de desfogue atronador, tales como el inicial Hallo, Hallo. Una fórmula que permite incluir una variedad de esencias pletórica de influencias determinantes, imanes eléctricos que van de los valses de Strauss a los juegos jazzísticos y de cabaret.

Ullmann consiguió salvar las partituras de "El emperador de la Atlántida" con la ayuda del profesor Emil Ultiz
Ullmann consiguió salvar las partituras de “El emperador de la Atlántida” con la ayuda del profesor Emil Ultiz

El experto Pedro Halffter respeta las difíciles circunstancias en las que VU y Kien construyeron el armazón de esta pieza, alimentada creativamente en uno de los mayores horrores ocurridos en la historia de la humanidad. Ese punto de partida da pie a PH para otorgar un aire más universal a las carencias con las que tuvieron que lidiar los autores originales, con la incorporación de un prólogo en el que suena El canto de amor y muerte del corneta Cristoph Rilke, de Ullmann; el Adagio in memoriam de Ana Frank; y la pequeña obertura de El emperador de la Atlántida (inspirada en la Sonata para piano número 7 de Viktor Ullmann). Prefacio intenso e hipnótico que potencia su explosión de imágenes, con la voz de la actriz Blanca Portillo (quien recita versos de Rainer Maria Rilke).

Ante semejante material de recorrido sobrecogedor, Gustavo Tambascio (director de escena y dramaturgia) monta un decorado de tintes expresionistas, y voluntariamente caótico. Un cuadro donde los cantantes aparecen como figuras recortadas de un guiñol dolorido y quejumbroso, hundidas en el gigantismo de vídeos que proyectan las matanzas en los campos de concentración y la delirante iconografía usada por el Tercer Reich.

Esforzado en sus elementos constitutivos, y con un elenco interpretativo que rezuma implicación con el proyecto, El emperador de la Atlántida consigue pervivir más allá de sus indudables virtudes intrínsecas, encerradas en las ajetreadas cuartillas donde fue garabateado su curso de aparente vodevil.

Inmortalidad que asume el lazo afectivo de la resistencia contra los infiernos reales de las cruces gamadas, y de los totalitarismos ansiosos por acabar con la existencia de los pueblos y de los individuos.

Nota.- El emperador de la Atlántida estará en el Teatro Real de Madrid hasta el 18 de junio. El espectáculo es una coproducción del Teatro de la Maestranza de Sevilla y del Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia.

Viktor Ullmann (en la foto) demostró con "El emperador de la Atlántida" que nadie puede acallar la libertad del Arte
Viktor Ullmann (en la foto) demostró con “El emperador de la Atlántida” que nadie puede acallar la libertad del Arte

Más información, entradas y horarios en

http://www.teatro-real.com

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