Thackeray aún busca un héroe

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William Thackeray asalta las librerías, con la traducción al español de una de sus obras más desconocidas: “La historia de Samuel Titmarsh y el gran diamante Hoggarty” (Periférica).

Thackeray es uno de los autores decimonónicos más brillantes de su generación
Thackeray es uno de los autores decimonónicos más brillantes de su generación

En un imperio tan aparentemente restrictivo a nivel social como el de la Reina Victoria, no debía resultar fácil abogar por la sátira moral y la comedia costumbrista. Los tiempos no estaban para ello.

Sin embargo, sólo hay que echar un vistazo en la recámara literaria de Charles Dickens para darse cuenta de que las apariencias engañan.

Una realidad afiligranada, con tinta de erudición falsamente realista, que el también británico William Makepeace Thackeray (Calcuta, India, 1811- Londres, Inglaterra, 1863) practicó con suma elegancia, a lo largo de su existencia de cincuenta y dos veranos.

El autor de Las aventuras de Barry Lyndon fue un auténtico maestro en sacar los colores a su época, aunque con los suficientes conocimientos del medio como para llevarlo a cabo con la sutileza de los artistas del disimulo constante.

Thackeray exhibió poderes visionarios en "La historia de Samuel Titmarsh y el gran diamante Hoggarty"
Thackeray exhibió poderes visionarios en “La historia de Samuel Titmarsh y el gran diamante Hoggarty”

Dentro de esa euforia esgrimida por el colonial -en pos de las narraciones críticas y a la vez divertidas-, La historia de Samuel Titmarsh y el gran diamante Hoggarty es uno de los trabajos iniciales del genial literato que mejor preludiaron la futura aparición de obras maestras como La feria de las vanidades; y que, con su velamen jubiloso, ayudó a afianzar el pensamiento de un creador dotado con un enorme talento para incomodar.

El mencionado relato, publicado originalmente en 1841, fue carne de descatalogación durante décadas en el siglo XX. Motivo de necesidad lectora, que esparce galeradas de interés sobre su reciente aparición en las librerías españolas: de la mano de la Editorial Periférica, y avalado por la excelente traducción de Ángeles de los Santos.

THACKERAY Y LA CRISIS DECIMONÓNICA

Un escándalo financiero es el motor argumental que sustenta la trama de La historia de Samuel Titmarsh y el gran diamante Hoggarty. Pero las cosas no se suceden en similar sintonía a la ofrecida algunos años más tarde por Wilkie Collins, en la igualmente notable La piedra lunar.

Thackeray fue un escritor peculiar, que sembró las raíces un imaginativo realismo fantástico
Thackeray fue un escritor peculiar, que plantó las raíces  de un imaginativo realismo fantástico

Thackeray se mueve con soltura analítica a través de los resortes de un caso sorprendente y llamativo: el de un joven llamado Samuel Titmarsh, al que le sonríe la suerte de manera inesperada.

Este héroe de coderas en la chaqueta comienza siendo un humilde empleado, contratado precariamente en una tenebrosa compañía de seguros. La desesperanzada situación que el muchacho soporta día a día hace que éste deje de creer en los sueños; por lo menos hasta que éste recibe una valiosa herencia, materializada en una piedra por la que más de uno mataría por poseer.

Dentro de este esquema, el novelista nacido en Calcuta incluye, entre sus páginas de vertiginosa acción situacional, una descarnada caracterización del sistema basado únicamente en el monopolio de la riqueza y en la explotación humana. Lastre de trágicas consecuencias en las sociedades contemporáneas, cuyo alimento lo identifica WMTh con la diferenciación clasista y el injusto reparto de los bienes materiales.

Thackeray desarrolló una trama de escándalos financieros que tendría plena vigencia en la actualidad
Thackeray desarrolló una trama de escándalos financieros que tendría plena vigencia en la actualidad

Tal planteamiento, casi de vodevil, no resta ni uno solo de los atributos reflexivos al texto, que remotamente puede sincronizar intenciones experimentales con títulos tan magistrales como Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy, de Laurence Sterne, y Tom Jones, de Henry Fielding.

Las revoluciones de papel esgrimidas por la pluma Thackeray no poseyeron en su momento similar baños de masas al de las palabras de su colega Charles Dickens. Pero lo que no se le puede negar al writer de la brillante La historia de Henry Esmond es su capacidad natural para concitar ingenio, risa y empatía en personajes imperfectos y vestidos de errores vitales, siempre dispuestos a plantar cara a los golpes de los poderosos, sin doblar nunca la rodilla de la depresión; aunque con ello se ganaran un billete en el barco de los condenados.

Teatro de maniquíes nostálgicos en el que Becky Sharp  y Barry Lyndon aún buscan infructuosamente un ápice de heroísmo según los cánones. Justo como la realidad misma.

Thackeray ha quedado como uno de los grandes representantes de la crítica social decimonónica, junto a Dickens
Thackeray ha quedado como uno de los grandes representantes de la crítica social decimonónica, junto a Dickens

Más información en http://www.editorialperiferica.com

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