Tamara Rojo vuelve al Real

La bailarina trae "Giselle" a la Villa y Corte, al frente del English National Ballet, después de veinte años de ausencia en el coliseo madrileño.

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Tamara Rojo
Tamara Rojo interpreta a Giselle, en el montaje de Akram Khan/ Foto: Laurent Liotardo y English National Ballet

Tamara Rojo ha explorado a fondo el poso romántico de la enloquecida Giselle: una musa de fragilidad amatoria latente, que protagonizó con sus piruetas una de las mayores tragedias de la escena del llamado ballet blanche.

La directora artística y figura del English National Ballet de Londres se pone en manos del prestigioso coreógrafo Akram Khan, para recomponer el dramatismo escénico del ballet creado por Adolphe Adam, Jules Perrot y Jean Coralli; según la obra De L’Allemagne, de Heinrich Heine.

El resultado es un atrayente tapiz humano de influencias diversas, donde la historia abocada a la muerte de Giselle potencia su danza hacia el camposanto, con las traiciones irreflexivas de la pasión engañada, y de los sentimientos descuartizados por la realidad.

Rojo rompe de esta manera con veinte años de ausencia de este celebrado ballet en el interior del Teatro Real, y lo hace en compañía de un grupo de bailarines con ganas de exprimir su anatomía en el decorado, y entre los que destaca la presencia del español Aitor Arrieta y del mexicano Isaac Hernández.

Tamara Rojo
Tamara Rojo se ha rodeado de un equipo realmente competente/ Foto: Laurent Liotardo y The English National Ballet de Londres

La música de Vincenzo Lamagna (quien ha realizado arreglos sorpresivos a las partituras originales), la iluminación de Mark Henderson, y la escenografía de Tim Yip aportan nuevos y desconcertantes enfoques a la clásica composición de Adolphe Adam, y otorgan además una aureola más amplia a la leyenda de la joven nacida en una frondosa aldea medieval de Renania.

TAMARA ROJO COMPARTE SU PERSONAJE

Las bailarinas Erina Takahashi y Alina Cojocaru sustituyen a Tamara Rojo en la tarea de dar vida y alambres de inmortalidad a Giselle, en algunos de los días por los que se prolongan las representaciones. Una táctica que igualmente afecta al resto de los personajes que conforman el libreto.

Todos ellos someten sus respectivas técnicas a la visión desmitificadora y espectral de Akram Khan, quien ya obtuvo excelentes críticas tras su paso por el Liceo de Barcelona. La capacidad del experto coreógrafo londinense (de ascendencia bangladesí) para trabajar la sensualidad y la expresividad de los movimientos y los cuerpos se hace fuerte en cada uno de los dos actos de los que se compone Giselle; sensaciones con las que desmenuza paso a paso las esencias del romanticismo decimonónico.

Tamara Rojo
Tamara Rojo somete su técnica a las exigencias de una puesta en escena desnuda y minimalista/ Foto: Laurent Liotardo y The English National Ballet

El enorme escenario del Teatro Real borra los artificiosos complementos, para dejar a los danzarines abandonados a los ritmos casi mortuorios propagados por Gavin Sutherland y Orlando Jopling, que preludian un final angustioso. Las figuras, como solitarias ánimas que campan en el decorado, revelan el profundo dolor de la ingenua Giselle: estado que permanece constante hasta la caída del telón, junto a su rabia y tristeza.

Lo que queda en la atmósfera, al compás de los últimos acordes orquestales, es un discurso de agresividad audiovisual, que transforma el clásicismo ornamental de finales del XIX en sincera amargura y fatalismo de intemporalidad.

Nota.- Giselle estará en el Teatro Real desde el próximo 10 de octubre de 2019.

Más información, entradas y horarios en

https://www.teatroreal.es

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