Sophie Hannah resucita a Poirot
Sophie Hannah publica la novela número treinta y cuarto del investigador creado en 1920 por Agatha Christie. “Los crímenes del monograma” es el título del esperado libro, editado en España por Espasa.
En 1975, el detective belga con savoir faire británico más famoso de la literatura echó el “telón” a su existencia de papel. Sólo un año después, Agatha Christie (su creadora) murió en Wallingford, a los ochenta y seis aniversarios.
Con su partida, el célebre tándem del género policíaco había agotado su curso vital. Sin embargo, el tiempo ha querido que Hercules Poirot vuelva a la actualidad con una nueva aventura bajo el brazo (justo lo mismo que le sucedió a James Bond tras la muerte de Ian Fleming, con las obras de Kingsley Amis, John Pearson, John Gardner y Raymond Benson).
Después de innumerables descartes y pruebas de imaginación detectivesca, al final ha sido la escritora Sophie Hannah (una joven poetisa y amante de la literatura infantil, que había cosechado muy buenas críticas con sus relatos de misterio materno-filial) quien se ha hecho con los honores de resucitar al ex policía nacido en Flandes.
Una oportunidad que la inglesa ha etiquetado bajo el título de “Los crímenes del monograma” (Espasa), en velado homenaje a los añejos del abecedario.
SOPHIE HANNAH Y LA CLASE MILITANTE
Ubicado por intereses sociales y estratégicos entre la aristocracia de los salones de té, Hercules Poirot afronta su gesta en el siglo XXI con los vítores aromáticos de la Europa cambiante de la primera mitad del 1900.
Dentro de ese parque temático -ilustrado por mármoles blanqueados y podredumbre malsana escondida bajo las alfombras turcas-, el famoso investigador toma contacto con un asesinato que aún no ha sucedido: el de una joven que se le acerca en una tienda de café para comunicarle su próxima muerte. La chica pide al protagonista con bigote de metal que no esclarezca su fallecimiento en bien de la justicia cuando éste ocurra, promesa que HP no podrá soslayar.
Mientras, en un hotel londinense de alto copete, tres de los inquilinos aparecen sin vida en extrañas circunstancias, todos ellos con unos gemelos en la boca. Sin duda, los fallecimientos tienen algún tipo de relación; y Monsieur Hercules es la persona adecuada para encontrar el hilo de Ariadna.
“Estaba realmente impaciente por comprobar si Poirot había caído en buenas manos. Y cuando leí ‘Los crímenes del monograma’ no pude evitar retrotraerme a las habitaciones de mis recuerdos, con las novelas de Agatha Christie”, afirma la también escritora Gillian Flynn (“Gone Girl“). Palabras que dotan de empaque el riesgo asumido por Hannah para modificar con su estilo uno de los iconos de la literatura de todos los tiempos (un sello de fábrica situado por los entendidos a una altura similar a la del mítico Sherlock Holmes).
La capacidad para elaborar tramas sorprendentes ha sido la principal causa para la elección de Sophie; no obstante, reproducir el intenso ritmo que Christie imprimía a sus textos resulta casi imposible para una persona nacida en 1971. Es realmente complicado abstraerse de la cultura recibida entre dos mujeres a las que separa casi una centuria de existencia, con todo lo que eso conlleva (por ejemplo, Agatha Christie no podía ni imaginar una época en la que imperase el lenguaje audiovisual, algo con lo que ha crecido la hija de Adèle Geras).
Aunque estas diferencias ineludibles y obvias no tienen por qué causar efectos negativos en la misión encarada por SH. Un objetivo destinado a completar el mural de ficción que Agatha Mary Clarissa Miller ya se encargó de conformar, con treinta y tres novelas y cincuenta relatos cortos.
Necesidad de nuevas sensaciones que demuestran la máxima de que los buenos detectives nunca están totalmente acabados…
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